En palabras de su directora, Ana Graham, Abismo “es una obra que habla de la catástrofe que es perder a un ser querido”. Protagonizada por Mónica Huarte, Antonio Vega y Marianna Bureli, expone la pérdida desde la perspectiva de los que se quedan, de los que sufren la ausencia día con día y la manera en que sus relaciones se transforman mientras atraviesan este momento de angustia e incertidumbre.
Escrita originalmente por Maria Milisavljevic, dramaturga alemana y ganadora en 2013 del Premio Kleist para Dramaturgos Jóvenes, Abismo narra lo que sucede después de que Karla desaparece en medio de una reunión con amigos. ¿Qué pasa cuando una persona que aprecias no aparece? ¿Qué hacer con la sensación de no saber si puedes llorar o puedes aguantar un poco más? ¿Qué tan moral es seguir con tu vida? Son las preguntas que se plantean los personajes, que mientras están en la búsqueda de Karla, se envuelven en una serie de situaciones que los hará trastocar sus propias relaciones e identidades.
Por primera vez presentada en español, con la traducción de Ana Graham y Antonio Vega, este thriller es fiel al espacio y tiempo sobre la cuál fue escrita, la Alemania de la postguerra, con personajes que viven las secuelas de la pérdida: de un amigo, una familia o un país. Los personajes reviven los traumas del pasado y los hacen cuestionar su relación con Karla y entre ellos mismos, envolviéndolos en una sospecha constante, ¿tenía Karla otros motivos para irse?
Mónica Huarte hace el papel de narrador y es el eje conductor de todas las situaciones durante la obra, Marianna Bureli es Sophia, amiga de Karla y quién no sólo sufre la pérdida de una amiga sino también de quien era “su ancla en Alemania” al ser ella de origen serbio, y Vlado, quien es sobreviviente del conflicto y novio de Karla, revelarán más que sus lazos con quien está ausente.
Abismo es una obra que retrata el tema universal de la pérdida y las ausencias ambiguas. Graham también la describe como un homenaje al dolor, “a esta cosa tan humana que a veces no volteamos a ver porque tenemos los ojos puestos en la víctima, cuando los que están alrededor también son víctimas de la desaparición”.
A pesar de que salta a la vista el contexto social de conflicto y violencia en que se desarrolla la historia y cómo coincide con el que se viven en México y el mundo actualmente, para Graham y los actores es importante mirar con respeto a quienes viven en esta situación que va más allá de las nacionalidades y los intereses, y que es justo en estas situaciones tan sensibles en que nos podemos reconocer en el otro aún con la distancia y ver que no somos tan distintos.
La iluminación, a cargo de Víctor Zapatero y Anna Adriá, permite la mutabilidad del espacio, con un estilo muy cinematográfico, al cambiar de situaciones tanto en espacio como en tiempo y perspectivas. La música fue especialmente compuesta para esta representación por Cristobal Maryan, quien durante los ensayos fue creando la piezas para cada personaje y momento. A pesar del contexto alrededor de la obra, se desarrolla de manera dinámica dados los brotes escénicos que emergen con cada actor, que se mueven en diferentes estados de ánimo, interpretando a personajes secundarios para completar la historia y llevando incluso a momentos de descarga cómica.