Para teatro que te hace sentir y te revuelve el corazón Angélica Rogel es de las mejores. Ahora la directora se embarca en un nuevo desafío al readaptar el clásico Bodas de Sangre, de Federico García Lorca, y lo trae a nuestra realidad mexicana con una sensibilidad impresionante. Está en el Foro Shakespeare hasta el 29 de junio y creemos que es una adaptación ingeniosa y pensada de un gran clásico.
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¿De qué trata Bodas de Sangre y cómo se traduce a la realidad mexicana?
En esta versión la historia se traslada al norte de México "donde corre la sangre caliente". En una boda rural se desata una tragedia, nuestra protagonista, la Novia, está comprometida con el Novio, un hombre honesto, trabajador y sensible. Sin embargo, La Novia aún está enamorada de Leonardo, con quien mantuvo una relación en el pasado y que es alguien apasionado, impulsivo y violento, que despierta en ella deseo. ¿El problema? Él ya está casado.
Esta idea nos acerca a la historia, intentando borrar barreras culturales y manteniendo lo más importante: el drama humano. La poesía escrita por Lorca (que generalmente se interpreta con música y canticos flamencos) se contextualiza a manera de corridos, sonará desalentador para algunas personas pero la verdad es que le da un toque muy refrescante y original. Se mantiene el uso de los cajones flamencos, pero son utilizados para asemejar el trote y la corrida de caballos. Un aplauso a la creatividad del equipo.
Un ensamble mutifacético de interpretaciones que conmueven
El elenco incluye a talentosos actores y actrices (Ángeles Cruz, Ana Guzmán, Miguel Tercero, Romani Villicaña, Eduardo Candas, María Kemp, Luz Olvera y Joan Santos), quienes lo dan todo en escena con interpretaciones profundas y conmovedoras. Reconociendo sobre todo lo multifacético del ensamble y la carga emocional que generan los personajes principales.
La escenografía cumple
La escenografía a cargo de Gerardo Ángeles, es sencilla, pero efectiva y muy dinámica, ya que con pocos elementos movibles nos transporta a diferentes locaciones, y la iluminación por Patricia Gutiérrez, el vestuario diseñado por Natalia Seligsson y la música compuesta por Hans Warner generan una ambientación bastante buena, pero sin falsas pretensiones.
Esta versión no solo habla de un triángulo amoroso, hace un retrato de las presiones sociales, el machismo, y del peso de hacer “lo correcto” aunque eso signifique traicionarte a ti mismo. Es Lorca, sí, pero también es México hoy. Y eso la vuelve potente.
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