El hombre sin adjetivos

Cuando hablamos de locura, de inmediato pensamos en desvíos mentales, acciones fuera de contexto, e incluso, en la maldad. Sin embargo, en el momento en el que nos enteramos que una persona  clínicamente está declarada loca, nos compadecemos de ella, pero ¿quién decide quién está loco? Este planteamiento forma parte del argumento de esta puesta en escena.

En un ambiente íntimo se desarrolla la historia de tres amigos, cuyas vidas parecen transcurrir como las de cualquier grupo de camaradas. Pero ellos comparten algo peculiar, un padecimiento.

Inmersos en un collage de emociones en el que la comunicación parece confusa, los tres protagonistas deciden emprender un viaje, sin tener idea de lo que están a punto de vivir. Tienen el firme objetivo de llegar a su destino, un funeral. Para ello deberán lidiar con los infortunios de su enfermedad y las peripecias del recorrido.

Bajo la dirección de Jesús Díaz y Paola Izquierdo, El hombre sin adjetivos es una obra reflexiva, pero no por ello menos divertida y conmovedora, que te invita a pensar cuáles de las circunstancias exhibidas podrían ser un espejo de la cotidianeidad.

La obra no necesita una escenografía compleja para que Juan Acosta, Carolina Vidal y Adrián Alarcón, sus protagonistas, logren involucrarnos en sus historias de vida, tan habituales que de inmediato te sientes identificado.