Guajolotes Salvajes, actores en escena, tres actrices y un actor semidesnudo
Foto: Cortesía producción

Guajolotes Salvajes

Es el equilibrio entre actrices y actores que encantan y contenidos hechos para entretener y que también hablan de la vida misma

Ro Banda
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Ro Banda
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Vanya, Sonya, Masha & Spike no sólo es el nombre original de esta obra ganadora del Premio Tony  en 2013, sino que varios de estos nombres hacen referencia a los emblemáticos personajes del clásico autor ruso Antón Chejov. Para cualquier teatrero de hueso colorado, esto resultaría toda una fantasía, pues Los guajolotes salvajes (como decidieron ponerle aquí) juega con el universo del dramaturgo ruso para recrear una comedia sobre la desolación, el fracaso y el sinsentido de la vida,

Pero para contextualizar a Chejov, hay que saber que fue ese escritor quien codificó el mundo contemporáneo del teatro, el cine y la televisión sin estar muy consciente de ello. Y es que, gracias a él, a sus tramas y personajes, se gesta la existencia del realismo en el teatro, el naturalismo en cine y el melodrama en la televisión. Es decir, le dio vida al lenguaje contemporáneo de lo que consumimos ahora hasta volverlo todo un clásico. Cabe mencionar que Chejov ha sido retomado por grandes como Bergman, Woody Allen y Cate Blanchett con su compañía de teatro en Australia.

Así pues, entendamos que referenciar al tal Antón Chejov en una comedia de gran formato no es cualquier cosa. De hecho, en Estado Unidos esta obra fue protagonizada por más ni menos que por David Hyde Pierce y Sigourney Weaver.  Traerla a nuestro país y hacer que el contenido de esta pieza importe sin el deber de tener que entenderlo todo desde su contenido más culto es el verdadero reto que aquí se logra de manera eficaz y solvente.

Escrita originalmente por Christopher Durang, Vanya, Sonia, Masha & Spike o  Los guajolotes salvajes -como quieran llamarle- es la anécdota de Sonia y Vanya, dos hermanos con muchos complejos que a sus casi 50 años, se han dado cuenta que la vida se les fue. En contraste, está su hermana Masha, una reconocida actriz que a su edad sigue siendo bella y activamente profesionalmente que llega sorpresivamente a visitarlos y a mover la percepción que tienen de ellos mismos. A su vez con Masha llega Kael, su nuevo, joven y buenísimo novio a punto de romper la promesa de ser actor por falta de talento, quien a su vez conoce ahí a Nina, la dulce vecina que sueña con ser actriz y que es gran admiradora de Masha.

En fin. Es a través de este enredo puramente chejoviano que el texto explora el mundo de las clases medias y su sueño por trascender y el poco tiempo que tienen para hacerlo. A esto se agrega Cassandra, la trabajadora de la casa con complejo de pitonisa, quien intenta advertir a toda costa la desgracia sin entender que a veces a las personas nos gusta tener que pasar por ahí para poder aprender. Se trata de una obra sobre el paso del tiempo y cómo este no sólo impacta en nosotros, sino que nos fermenta, nos vuelve más ácidos.

Con las actuaciones de Margarita Gralia como Masha y Roberto Blandón como Vanya, que hacen gala de sus tablas en escena; Raquel Garza, quien sobresale enormemente como Sonia; la primera actriz Beatriz Moreno como Casandra (con un colmillo actoral impresionante) y los jóvenes talentos Sergio Lozano y Alexa Martin, este elenco destaca no solo por su trabajo, sino por la manera en la que está elegido; pues es en ese punto que se puede conectar de manera inmediata con el universo que la obra propone: el de los artistas de la tele y de los grandes teatros.

¿Pero qué pasa si este universo te parece totalmente ajeno? Ese es el reto que libra avante esta apuesta, gracias a la genial adaptación de Maria Rene Prudencio, quien con referentes claros que establecen la ficción en nuestro tiempo y contexto, más allá de una tropicalización, hablamos de una versión creada para conectar con el público mexicano pero apelando siempre a su inteligencia, dejando la cantidad de referentes teatreros cultis para quien pueda cacharlos. Por su parte el director Enrique Singer entrega uno de sus trabajos más decorosos de los últimos años, con la sobriedad que lo caracteriza.

Bajo la producción de Morris Gilbert, Claudio Carrera y Mejor Teatro, Los guajolotes Salvajes marca el regreso de uno de esos entretenimientos pensados para las grandes audiencias, con el equilibrio justo entre actrices y actores que encantan al público y contenidos hechos con el afán siempre de entretener y divertir, pero también de hacer un reflejo del teatro y de la vida misma… Tal como un Chejov.

Recomendación. El Cascanueces VIP en el Auditorio Nacional. 

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