Kaleb Oseguera Silvestre
Foto: Cortesía

Silvestre cuestiona el progreso desde lo escénico

La nueva obra de la compañía La Historia de Todxs reflexiona sobre la relación entre lo civilizado y lo salvaje, proponiendo una experiencia interdisciplinaria
  • Teatro
Ángel Arroyo
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Time Out dice

Del 17 al 27 de julio de 2025, el Teatro Benito Juárez presenta Silvestre, una obra de Kaleb Oseguera que busca desarticular la noción occidental de progreso a partir de un lenguaje escénico híbrido y ritual. Conversamos con Kaleb, director y dramaturgo, sobre el origen de esta propuesta y los procesos detrás de su creación.

¿Cómo nació la idea de Silvestre? ¿Hubo algún detonante específico que los llevó a cuestionar el proceso civilizatorio de la humanidad?

Desde nuestra compañía, La Historia de Todxs, hemos explorado constantemente la relación humano-animal. Hemos estado cercanos a procesos de investigación en culturas originarias. Nathalia Fuentes, quien codirige conmigo, trabajó con comunidades yoremes y también colaboramos en el sur de Veracruz, en el contexto cultural del son jarocho. Nos interesaba retomar y reconfigurar esas relaciones más armónicas que existen con el entorno natural, relaciones que en las ciudades se viven de manera distinta.

Un detonante importante fue la pandemia. Ese aislamiento e incertidumbre nos hizo cuestionar la experiencia misma de estar vivos, de tomar conciencia del cuerpo y la respiración. A partir de ahí se fue articulando el resto de la obra, que es interdisciplinaria. Colaboramos con profesionales de las artes visuales, la música experimental, entre otras disciplinas.

La obra tiene una dimensión ritual, con influencias de Artaud y Grotowski. ¿Cómo se tradujo esa visión en los objetos, el diseño escénico y el cuerpo?

Silvestre es una propuesta de teatro performance en la que la dramaturgia textual no es lo principal. La palabra se articula con otros lenguajes. Por ejemplo, Vania Fortuna creó un paisaje sonoro con registros reales de ecosistemas a lo largo de Latinoamérica. Eso es lo que escucha el público.

A nivel corporal, apelamos a una relación menos representacional y más inmediata. Los cuerpos en escena —Andrea Cosette y Raúl Josephe— se relacionan en el mismo espacio-tiempo que el público, no están marcados por una ficción. El aspecto ritual proviene también de que cada función es única: hay momentos abiertos a la improvisación, donde ciertas cosas pueden o no suceder.

Usan un proyector de acetatos en escena. ¿Por qué decidieron trabajar con esta tecnología analógica?

Porque estamos cuestionando la idea del progreso desde una mirada crítica. El progreso occidental ha estado apuntalado por la noción de avance constante, incluso en lo tecnológico. Hoy vivimos en tiempos de obsolescencia programada, y ese retroproyector que usamos ya es casi un símbolo de la decadencia de ese imaginario de progreso. Lo usamos a propósito como un signo escénico de esa crítica.

¿Cómo fue el trabajo con Andrea y Raúl para llevar a escena estas reflexiones?

Desde el principio los invitamos a abrir un espacio de escucha y conciencia corporal. Todos venimos de una formación teatral más tradicional, basada en la representación dramática. El reto fue dejar de sostenernos en lo ficcional para colocarnos en el plano de lo real: la relación con los objetos, el espacio, el cuerpo.

Ambos colocan mucho de su material vital en cada función. Esta obra se construye con lo que les atraviesa a ellos como personas, no solo como intérpretes. Es una provocación que se desarrolla en escena.

¿Con qué cuestionamientos te gustaría que el público se fuera después de ver Silvestre?

Silvestre no da respuestas, lanza preguntas. Muchas de ellas ya nos las hemos hecho a partir de los eventos históricos que hemos vivido, como la pandemia. Es una oportunidad para escuchar, para abrir la conciencia más allá de lo humano: al lugar que habitamos, a lo vegetal, a lo animal.

La propuesta está abierta para que cada espectador saque sus propias conclusiones.

La obra también habla de la violencia sofisticada de la civilización, como la guerra. ¿Crees que el teatro puede descomponer o reconfigurar esas estructuras violentas?

Por lo menos, sí puede espejearlas. Es cierto que el teatro no tiene una proyección masiva, pero permite acceder a fibras más sutiles de reflexión. Creo que quienes nos acompañen esta temporada podrán verse reflejados en muchas partes de la obra y cuestionar su lugar dentro de esas estructuras.

Detalles

Dirección
Precio
$204
Horas de apertura
Jue y vie 8pm, sáb 7pm y dom 6pm
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