En esta ciudad que nunca duerme puedes desvelarte como en Brooklyn, Nueva York. La entrada es una imponente puerta de madera con detalles tallados que le dan una apariencia rústica, aunado al rojo del ladrillo de la fachada.
Te recibe una imagen gigantesca del puente de Brooklyn iluminada para dar un efecto nocturno, la luz es baja y del techo cuelga un candelabro que roba la atención por sus cristales colgantes. La barra abarca la mitad de la planta baja con una cubierta de madera en donde los barman te atienden con uniformes de tirantes, camisas y moños negros y azules.
Pedí un brodway (sí, así se escribe) que fue una mezcla de gin, vodka, ron, tequila, refresco de limón y un toque de curasao. El coctel refresca, no empalaga ni aturde como uno lo esperaría por la combinación de destilados. También tomé el lamborghini, flameado y tibio con sabor dulce y pesado, pero que logras disfrutar; este trago te embriaga cuando menos lo esperas.
La música incluye lo más reciente de Drake, alguno de los hits de Flo Rida, hasta las clásicas de Don Omar. La fiesta comienza después de las 11pm, Brokln Club se disfruta mejor si vas en grupo y pides una botella porque así te ofrecen una de las salitas, o en su defecto, ve con tu ligue para bailar pegadito mientras se imaginan en la Gran Manzana.