Todos los caminos llevan a la Roma

Por más que queremos salirnos de la Roma, siempre regresamos a ella. Es difícil seguirle el ritmo a una colonía así, a 111 años de su fundación no deja de cambiar cada semana. Te dejamos lo más reciente

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Artemisia
  • 4 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Roma
  • precio 3 de 4

Hay muchos mitos sobre la absenta, bebida célebre en la escena intelectual parisina de inicios del siglo XX. Todos pueden desmentirse o comprobarse en Artemisia, un bar exclusivamente dedicado al licor de ajenjo, hinojo y anís. La casa porfiriana recién restaurada ofrece la experiencia de una noche completa que comienza en su restaurante. Ofrecen platos sencillos de clara influencia francesa, de excentricidades gastronómicas en los que se privilegia la calidad de la materia prima. La carne, los vegetales y las especias saben a lo que deben saber. Después de compartir un paté y un vino, es posible recibir invitación para pasar al bar, aunque eso dependerá del cupo. El acceso se restringe y se controla por medio de reservaciones para mantener una atmósfera adecuada. Para disfrutar el ritual que exige beber absenta se requieren espacios pequeños y sin tumultos. Puede sonar contradictorio, pero para asegurar la entrada hay que haber estado antes en este lugar. Es un secreto que se irá compartiendo con lentitud y no hay prisa para que eso cambie. De hecho, justo así está bien.

La Lavandería
  • 3 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Condesa
  • precio 2 de 4

El techo de juncos y la luz, entre amarilla y verde, hacen gran parte del trabajo, pero es cuando llega el segundo mezcal que ya pueden convencerte: estás en la playa. Excepto que decidas fijar tu mirada en la calle (Álvaro Obregón en plena agitación nocturna), la fantasía puede mantenerse por horas. En La Lavandería –local hermano de la ya mítica mezcalería Clandestina– el tiempo se va rápido y eso no tiene ninguna desventaja porque, para cuando el monchis llega, aparece un buen pozole casero, ya sea rojo o blanco, sustituyendo la desesperada búsqueda nocturna de tacos. Si no quieres algo muy pesado, puedes botanear con un esquite, ate con queso o unas chalupitas. Hay de portobello, tinga, pata y de lenteja. Estas últimas son la mejor sorpresa con su sabor fresco, cítrico y hasta picante, compañía ideal para tu mezcal. Otro detalle importante es que la música también se disfruta, de Bob Dylan y Paolo Nutini a una que otra ranchera colándose por ahí. Eso sí, a un volumen decente para que puedas seguir platicando sin que las letras de las canciones acentúen tus penas, pues para eso está el mezcal.

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El Traspatio
  • 3 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Roma
  • precio 2 de 4

La primera pregunta, luego de descubrir este lugar, es "¿por qué diablos no se me ocurrió a mí?". La idea es tan sencilla que se torna brillante: El Traspatio –como bien dice su  nombre– es el patio trasero de una casa hecho bar. y ya. quien haya estado en una fiesta de patio ya sabes cómo es: el anfitrión instala la parrilla, se improvisan una mesas y alguien prende el radio para que haya un poco de música mientras salen las hamburguesas. Así es aquí. El antiguamente llamado APtio Pérez ofrece beneficios varios: como no estás poniendo tu propia casa para la fiesta no tendrás que recoger y el menú será más amplio que aquel que tú puedes armar. Además de hamburguesas, hay arrachera, verduras y choripanes que tienen la virtud de ser aderezados con la cantidad adecuada de chimichurri. Como recompensa adicional, la snsación de estar en una fiesta casera es natural, desde la decoración hasta el audio de bocina imperfecta. Aquí nadie llega "vestido para el antro", todo se trata de tomar mezcal o cerveza mietnras el aire se llena del siempre seductor aroma de la carne al carbón.

Disco Club 310
  • 3 de 5 estrellas
  • Antros
  • Roma

La fila ya indica de qué va. La revisión, la pulsera, todo el protocolo del club. Este es un viaje a la escena de finales de los noventa, cuando la figura del DJ estaba en un pedestal. La onda de DC310 es devolverle a la ciudad esos grandes clubes de techos altísimos, bodegones donde la música electrónica suena a todo lo que da y las mesas son nada más y nada menos que cubos de mármol con luz interior. Si tienes más de treinta y eres optimista, este lugar te llevará a grandes noches de tu juventud, pero si eres pesimista lo hará a tu incipiente vejez, pues la clientela es predominantemente veinteañera.Por supuesto, esto también depende de los DJ invitados, tanto nacionales como extranjeros, por lo que hay que estar pendiente de su calendario de eventos. Se recomienda llegar pasada la medianoche, ligeramente enfiestado y con buena disposición para bailar entre la multitud. El vestuario es de riguroso antro, así que hay que producirse: chicas de tacones altos y vestidos cortos para resumir. Si se te hizo temprano, pide un fibonacci –mezcal blanco, hierbabuena, limón y jarabe–, te pondrá a tono.

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