¿Puede una imagen cambiar de sentido y contarnos otra historia? La artista Carla Rippey responde con un sí contundente en La imagen interceptada, su nueva exposición en el Museo Universitario del Chopo. Más de 120 piezas revelan cómo las fotografías, recortes de prensa y archivos personales se transforman en narrativas que conectan lo íntimo con lo colectivo, lo cotidiano con lo trágico y lo efímero con lo perdurable.
Rippey convierte a la sala del Chopo en un espacio de memoria viva, donde explora la fuerza del archivo y su capacidad de resignificación. La muestra, curada por Tania Ragasol, propone un viaje visual que va de las ruinas de conflictos bélicos a recuerdos familiares intervenidos, de referencias al cine japonés a la moda juvenil de Tokio.
Deberías ver: Era un árbol y se convirtió en un bosque la exposición que celebra 50 años del Museo del Chopo.
Fragmentos que se vuelven relato
La exposición abre con Domicidio, un muro cubierto con fotografías de casas destruidas en Gaza, Ucrania y Yemen, obra que expone la brutalidad y precariedad de nuestro tiempo. A su lado, imágenes históricas intervenidas evocan el duelo y la pérdida, como la famosa explosión del dirigible Hindenburg, mientras otras series rescatan a mujeres detenidas en comisarías de la Ciudad de México en los años treinta.
El recorrido también incluye un diálogo íntimo con lo personal: fotografías de infancia tomadas por el padre de Rippey, transformadas en dibujos de gran escala; retratos de niños disfrazados con animales disecados que adquieren un matiz inquietante; e intervenciones que revelan cómo la memoria familiar puede resignificarse a la luz del presente.
El archivo como forma de pensamiento
Para Rippey, la imagen no es solo recuerdo, sino una manera de procesar la realidad. Desde los años setenta ha reunido revistas, álbumes y fotografías que hoy constituyen el corazón de su obra. Al manipularlas, cortarlas y recontextualizarlas, genera lo que la crítica Lucy Lippard llamó en los setenta una “fragmentación positiva”, propia del arte feminista.
La artista se sirve de técnicas como el dibujo, la gráfica, el collage o la cerámica, uniendo lo artesanal con lo tecnológico, lo arcaico con lo contemporáneo. En este cruce, el archivo se vuelve herramienta política y curativa, capaz de reconfigurar las narrativas del pasado para entender mejor el presente.
La imagen interceptada en el Museo Universitario del Chopo
La imagen interceptada no busca respuestas cerradas, sino abrir preguntas sobre cómo miramos, recordamos y procesamos lo que ocurre en el mundo. Rippey lo resume con claridad: “Siento que no lo podemos ignorar. No lo podemos pasar por alto, olvidar”.
Con esta exposición, creemos que el Museo Universitario del Chopo ofrece no solo un recorrido por el archivo y la memoria de una de las artistas más influyentes en México, sino también una invitación a repensar nuestras propias imágenes, desde lo íntimo hasta lo colectivo.
¿Hasta cuándo estará?
Vale mucho la pena, estará hasta el 2 de noviembre y si vas, date una vuelta por Era un árbol y se convirtió en un bosque, la exposición que celebra los 50 años del museo “de las disidencias” en la CDMX.
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