Tom Hiddleston está en modo súpercerebro mientras trata de darle sentido a algunas de las ideas de su nueva, brillante y descabellada película, El rascacielos (High-Rise), una visión inquietante de la vida urbana. “Mi punto es, ¿al final qué es real? Míranos, los dos estamos en nuestras propias habitaciones, hablamos con las computadoras –lo cual es raro cuando piensas en ello”.
Hemos pasado los últimos 90 minutos en Skype (con él en Australia, donde está filmando una película, y yo en Londres); es la segunda parte de una conversación que iniciamos en un Bethnal Green café justo después de Navidad. Hiddleston ha estado recapitulando su corta y brillante carrera, que incluye la interpretación de Loki, en las películas de Thor, los estelares en Caballo de guerra y Cumbre escarlata, y probándose a sí mismo como un maestro de Shakespeare en TV y teatro. Es una gran estrella con un cerebro enorme, un actor igualmente dentro o fuera de su país, con películas de arte o blockbusters de acción. Ahora también ha capturado la audiencia de los shows nocturnos dominicales con el rol de Jonathan Pine, en The Night Manager, basado en la novela de John le Carré. Claramente está hambriento por probar de todo. En un punto de nuestra entrevista, sugiere que está dispuesto a aprender un nuevo idioma sólo para poder trabajar con directores extranjeros.
Hiddleston, de 35 años, fue educado en Eton, Cambridge, y ocasionalmente se encuentra a él mismo en la mira de quienes golpean actores “fresas”, lo cual podría explicar el noto de alerta en su voz. No habla con citas y es cauteloso de hacer una copia que respalde cualquier declaración. Pese a eso, disfruta salirse con lucidez por la tangente, lo cual puede hacer en un chat psicodélico, pero está aún lejos de ser tan psicodélico como El rascacielos, su nueva travesía que toma lugar en la Gran Bretaña de 1970 y que está basada en la distópica novela de JG Ballards. Hiddleston interpreta al doctor Robert Laing, un apropiado hombre de clase media que se mueve dentro de una brutal torre de concreto que está estrictamente dividida por clases sociales y están al borde de la anarquía.
El rascacielos imagina una sociedad entera viviendo en un edificio –una sociedad que está en decadencia-. ¿Consideras que es una película política?
Silenciosamente, sí. Si tienes una sensibilidad política, eso es lo que obtendrás del filme. Algunas personas seguramente lo ven como un Señor de las moscas –un tipo de experimento que quita las máscaras de las costumbres civiles para revelar el animal que llevamos dentro- y que sólo se traslada a un edificio británico en la década de los setentas con adultos en lugar de tratarse de niños en una isla desierta.
¿Has visto lo que declaró JG Ballard sobre lo que quería lograr con El rascacielos?
Ballard dijo que se vio a sí mismo como un hombre esperando a un lado del camino y que lee una señal de: “¡Precaución, dobla por delante!”. Su visión distópica es la advertencia de que si seguimos en esa dirección podríamos terminar de esta manera. Unas vacaciones en España es lo que lo inspiró a hacer El rascacielos. Ballard se hospedó en una zona de apartamentos y los turistas tenían esos tremendos argumentos sobre el territorio: “¡No puedes tirar las colillas de tu cigarro a mi balcón!”, “Esta es mi alberca”. Todos tenían una perfecta vista del Mediterráneo, la vida era hermosa y, sin embargo, los visitantes británicos luchaban por esas cosas. Todo el mundo se preocupaba más por los detalles.
¿Crees que El rascacielos tiene mucho que decir sobre la inequidad actual?
La película y la novela podrían tener una lectura reflexiva de lo que está pasando. El poder cae en las manos de un pequeñísimo porcentaje de la población, en todas las profesiones: políticos, abogados, en los medios de comunicación y, sí, en los artistas también. Es por eso que la educación de los actores, incluyéndome a mí, se ha convertido en un tema recurrente y una causa de debates en tiempos recientes.
¿Entonces entiendes por qué algunas personas reclaman que la actuación está dominada por la educación privada?
Es insano para toda sociedad ser representado en cualquier esfera de la vida, incluida las artes, por un grupo social. Entiendo eso. Estoy muy de acuerdo con eso. Se debe hacer más para mantener las puertas abiertas a todo el mundo. El retrato de tu vida no debe ser dictado por las circunstancias en las que naciste. Todo el mundo merece la oportunidad de seguir la vocación que decidan. Gran Bretaña aún no es una meritocracia. Espero esos cambios en mi vida. Si pudiera pensar en una solución fácil, lo defendería en este momento. Estamos en tiempos complejos, incómodos.
¿Qué es lo que más te enoja de la sociedad que te rodea?
Los prejuicios. Si soy testigo de un prejuicio, me convierto en un plátano. Es increíblemente limitante en cualquier nivel: raza, origen, religión. Es decir, mira a Trump, y el tipo de cosas que ha dicho sobre los musulmanes. Estaba furioso al respecto. Ese es el discurso del odio.
¿Te interesan las máscaras públicas que todos usamos?
Todos presentamos al mundo una versión de nosotros. Lo que ocurre al interior es por mucho impredecible, caótico y vulnerable. Con estos dos personajes, en The Night Manager y El rascacielos, me interesa dónde ves las deficiencias.
El rascacielos estrena el vie 13 mayo.