Con Jurassic World: Renace, el actor Manuel García-Rulfo hace historia al convertirse en el primer mexicano con un papel protagónico en la icónica franquicia de Jurassic Park, que ha recaudado más de 6 mil millones de dólares. Con una carrera sólida en Hollywood —desde The Magnificent Seven y Murder on the Orient Express hasta la exitosa serie El abogado del Lincoln—, García-Rulfo suma ahora uno de los mayores logros de su trayectoria.
Platicamos con él sobre este nuevo reto, su pasión de infancia por los dinosaurios y lo que implicó un rodaje físico al límite, bajo la dirección de Gareth Edwards.
No te pierdas: Gareth Edwards dirige Jurassic World: Renace bajo la mirada de Spielberg.
Llévame a 1993, justo cuando ese Manuel García joven va saliendo de ver Jurassic Park. ¿Cómo se encontraba después de ver la película? ¿Qué crees que diría ese chavo tapatío si le contamos que años más tarde formaría parte de esa franquicia?
No nos hubiera creído, claro que no. Era imposible para él pensar en eso, porque esa película me marcó. La fui a ver al cine muchas veces cuando salió. Es la película que me abrió al mundo del cine y me hizo decir: “quiero dedicarme a esto”. Me obsesioné con los dinosaurios, tenía la lonchera de metal, los monitos, todo.
Y si era tan imposible para ese joven, ¿cómo entraste ahora a la saga? ¿Fue difícil? ¿Hiciste muchos castings?
No hice casting, me la ofrecieron. Yo sabía que mi equipo llevaba tiempo platicando con la gente de la película, hasta que un día me dicen: “te quieren ofrecer el papel”. Les pedí leer el guion.
¿Sí pediste el guion o ya a la brava?
Obviamente les iba a decir que sí, aunque fuera el personaje más pequeño y saliera solo en una escena. Es Jurassic World. Pero cuando me entero del talento involucrado, leo el guion y conozco a mi personaje, me vibró desde el primer momento. Me emocioné al descubrir que mi personaje y su familia son los que llevan el corazón de la película.
Tu personaje todo el tiempo está en el agua, en la tierra, corriendo en el lodo. Fue un reto físico. ¿Cómo era terminar un día de rodaje?
Fue pesado. Sigo lastimado de un tobillo. El hombro me lo madreé, el cuello también, y eso que no me tocó hacer la parte de los dobles. Ellos, mis respetos, porque se llevan la friega absoluta. Nosotros solo estamos corriendo. Mi entrenamiento tuvo que ver con aprender a navegar. Estuve un mes antes en Londres y Malta tomando clases, también clases para bucear y entrenamiento físico.
¿Hay algo que te pueda aterrar más que un dinosaurio?
Últimamente me he clavado con todo lo que tiene que ver con inteligencia artificial y me vuela la cabeza. Me la paso pensando en los pobres niños que van a crecer con eso al lado. Me parece bastante aterrador.
¿Qué nos puedes compartir de trabajar con el realizador Gareth Edwards? ¿Aprendiste algo de él?
Aprendí bastante. Es de los pocos directores que saben hacer películas de ciencia ficción, pero enfocándose en los personajes y lo humano. Visualmente tiene un ojo y entiende perfecto cómo usar la cámara. Yo nunca había trabajado con una pelota de tenis o una pantalla verde, pero él entiende perfecto cómo se debe hacer. Sabe a dónde debemos mirar y qué es lo que vamos a ver. Te sabe dirigir, y cuando ves el resultado final, entiendes que sabía qué quería hacer desde el principio. Le encanta el cine y se nota. Le apasiona.
Deberías ver: