¡Cómete tu ciudad!

De fondas a lugares de cocina de autor.

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La diversidad gastronómica ha cobrado importancia como nunca. Cuando salimos a comer ya no nos hacemos la pregunta de siempre, "¿a dónde vamos?". La interrogante se ha ampliado. ¿Qué se te antoja? ¿Italiana, árabe, polaca, china, norteña, mariscos? ¿Quién es el chef? ¿De quién es el restaurante? ¿Quién te lo recomendó? Todas estos cuestionamientos nos dan coordenadas de lo que queremos porque ya no se trata sólo de comer.

Cada vez más jóvenes chefs, emprendedores, diseñadores, arquitectos, artistas y empresarios han unido fuerzas para crear conceptos contundentes que no sólo impactan por la novedad y sabor de los platillos, sino por la planificación del espacio, diseñado para aumentar la experiencia en torno a la comida.

La Ciudad de México es cosmopolita, puedes degustar todo tipo de comida, elaborada con los más altos estándares de calidad mundial. Lo mejor de nuestra cultura culinaria es que lo mismo podemos asistir a un restaurante de manteles largos que a cantinas, fondas o al puesto de la esquina por quesadillas azules. Eso nos da valor. Los defeños somos arriesgados y arraigados.


El Tobarito
  • 4 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Del Valle
  • precio 2 de 4

Hay pocos secretos en esta ciudad y aunque sé guardarlos, este debe ser un secreto a voces. En un local diminuto, Doña Mari, orgullosa y sonriente sonorense, recrea el sabor de su tierra de forma impecable. No hay manteles largos o carta de vinos. No es un lugar pretencioso. No es esa clase de restaurante, éste es directo como los norteños. Por eso, ir a comer a El Tobarito es como entrar a la casa de Doña Mari en su natal Hermosillo. Su fonda nace de la nostalgia. Hace algunos años decidió alcanzar a su hijo en el DF, pero al poco tiempo se aburrió. Se quería regresar, pero su hijo la convenció de hacer comida, ella le dijo “pero sólo sé cocinar lo de la casa”. Y eso hizo, como nadie. Su fuerte son los caldos. Un poderoso pozole de trigo cargado de verduras, tiernos elotes y el sabor inigualable que da el trigo inflado, se intercambia en una de las tres hornillas con el reconfortante caldo de gallina pinta, que no es de gallina, sino de cola de res, maíz y frijoles. El cocido, la sopa de queso, el menudo, todo hechos con ingredientes que Doña Mari manda a traer de Sonora. Sus sobrinas son las encargadas de comprarlos pero sólo donde ella les dice, si no son de ahí "mejor no me manden nada”. Así que cada semana recibe por avión las provisiones con las que además hace tamales de carne y de frijol dulce. La carta se completa con burritos de carne machaca, de carne deshebrada con chile colorado, percherones y chivichangas ¡con tortillas de harina sobaqueras! También traídas de S

Helus
  • 4 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Cuauhtémoc
  • precio 1 de 4

A decir de los propios trabajadores, es la primera panadería árabe del país, fundada en 1936, en Puebla. Trece años después, contra toda predicción por tan cabalístico número, abrieron una sucursal en las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México. Si éxito es tal que siempre está lleno y hay que hacer fila. Vale la pena. Está en República de Cuba, a cuadra y media de Pino Suárez, esa calle que comienza donde termina el Palacio Nacional, en pleno Zócalo. Entre locales de peleterías, tiendas de telas y plásticos para fabricar bolsas y cinturones, para forrar cojines, es posible pasar frente a Helus y no darse por enterado, pues es una entrada tan ancha como cualquier puerta y un largo pasillo hasta el pequeño local donde dos mesas son suficientes para llenar todo el espacio que dejan los hornos, vitrinas y demás muebles de la cocina. Para los primerizos y advenedizos, las empanadas. La “típica” de jamón y queso es deliciosa aunque sea tan simple como combinar jamón, queso y pan árabe. Me gustó tanto que sólo me comí una, pues todavía había que probar la de queso con rajas y otra más de espinacas con jocoque. Tan suculentas que agradecí no haber desayunado. Luego, un par de kepes (una especie de albóndiga de cordero) con jocoque y tabule (una ensalada donde predomina el perejil). Para rematar, unos dedos de novia, un dulce típico de nuez y nata que sólo conocía por cierta cafetería de nombre árabe. De hecho, Helus les surte a esta cafetería y a varios restaurantes más,

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Todd English's Olives México
  • 4 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Buffet
  • Zona Metropolitana
  • precio 4 de 4

Todd English, el celebrity chef originario de Texas mundialmente conocido por sus apariciones diferentes programas de televisión, considerado en el mundo gastronómico como uno de los más exitosos y más ricos de la industria, llega a México con Olives, un restaurante que ofrece comida mediterránea moderna. Olives México es el hermano chico de los restaurantes del mismo nombre que se encuentran en Las Vegas, dentro del hotel Bellagio; Nueva York, en el Union Square; y del primero de la familia, que se inauguró hace veintitrés años en Boston en el famoso barrio de Charlestown. En el menú encontrarás aromáticas pizzas al horno de leña, ensaladas, pastas, carnes y una amplia selección de vinos, así como una buena oferta de cocteles. Las porciones de los platos son suficientemente bastas como para compartir al centro de la mesa. Los postres son de premio. La recomendación es que guardes espacio para probar algo del menú dulce, así como un buen café y digestivos. Olives se encuentra dentro del centro comercial Park Plaza en Santa Fe. Su decoración es moderna y elegante pero muy acogedora también. El restaurante cuenta con un área de deck para fumadores y espacios privados para grupos. La cocina está abierta hacia el salón principal, por lo que podrás ver de cerca como preparan todos los platillos. El servicio es muy bueno, rápido y amable. Si estás en la zona de Santa Fe, definitivamente es una opción para comer rico y pasar un buen rato de negocios, familia o amigos.

El Jarocho de las Lomas
  • 3 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Lomas de Chapultepec
  • precio 1 de 4

En la calle de Virreyes en Las Lomas, un pequeño puesto de mariscos se llena tarde con tarde desde hace 36 años. Su carácter sencillo y poco ostentoso podría parecer sospechoso al ojo del novato, pero la larga fila y la combinación de clientela, desde el más fresa hasta el oficinista Godínez, son señal de garantía. Su menú es sencillo. Cocteles de camarón, pulpo, ostión y vuelve a la vida servidos en un frasco con taparrosca, pero siempre con los productos más frescos comprados cada mañana en la Nueva Viga. ¿El twist? Además de que cada coctel te lo preparan a la medida con una combinación hecha al momento de los frutos del mar que tu quieras, la cantidad justa de limón y rebanadas exactas de aguacate fresco, con cátsup o no, tienen algo especial, la salsa bruja. Un aceite con una combinación de 3 chiles, aceitunas, zanahorias, ajo, cebolla y condimentos que los hace sensacionales. Para acompañar estos impresionantes cocteles que puedes comer con una cantidad ilimitada de galletas saladas, puedes echarte unas crujientes tostadas de jaiba, de ceviche de pescado o una quesadillas de pescado. Rafael y Elliot Nez Mondragón son los herederos de este negocio familiar que su padre empezara hace casi 4 décadas vendiendo en cubetas de casa en casa en la misma zona y que ahora, le dan continuidad ayudándose de 4 hermanos, 2 sobrinos, 1 cuñao y 2 chalanes. Contrario a lo que se podría pensar por el nombre del puesto, no son de Veracruz sino de Michoacán, pero “jarocho” es una palabra qu

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