A finales de 2020, año que todos recordaremos por ser el periodo pandémico que nos mantuvo a algunos encerrados en nuestras casas, el coreógrafo mexicano Raúl Tamez creó la pieza de danza contemporánea Novena sinfonía. En aquel momento y bajo todas las medidas sanitarias se estrenó en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, y fue todo un éxito: durante cinco minutos y de pie el público espectador halagó el trabajo. La pieza regresará los próximos 17 y 18 de abril al mismo lugar.
“La obra de Beethoven la tuve muy cercana desde que tengo uso de razón y me parecía monumental, realmente me provocaba gran sensibilidad y desde que supe que quería dedicarme a las artes escénicas, pensé que en su momento quería trabajar con la pieza, pero no sabía de qué forma”, nos cuenta el coreógrafo Raúl Tamez en entrevista.
La respuesta de cómo trabajarla llegó tres décadas después, cuando quiso abordarla desde el movimiento dancístico. “Hay pocas cosas que se saben de la novena, como por ejemplo, que a pesar de ser un canto de paz, de libertad, en realidad en los primeros actos se habla de la destrucción humana y la necesidad bélica de los países. Es hasta el cuarto movimiento que Beethoven explora la felicidad; primero comienza con lo más oscuro del ser y poco a poco abre puerta a la esperanza”, aclara el coreógrafo.
En la Novena Sinfonía, Tamez explora, a través del movimiento de 20 bailarines en escena, un campo de concentración para hacer “un guiño” al holocausto. Por eso, en los dos primeros movimientos hay 16 víctimas y cuatro verdugos: “podríamos pensar en muchas cosas, como encierros políticos y desapariciones”, explica el bailarín. Sin embargo, el clímax de la pieza es cuando una víctima se escapa y abre la puerta a la libertad y la esperanza.
“Me puse a estudiar la partitura intentando ser muy respetuoso con Beethoven y justo muchos de los comentarios del público es que es una pieza muy musical, es un poco como si tuviéramos la música ilustrada en el cuerpo de los bailarines: en las formaciones, en los rompimientos de las acciones físicas. Traté de seguir el planteamiento emocional de Beethoven y transportarlo al cuerpo”.
Los personajes están construidos entre la danza y el trabajo de treatro, para crear una narrativa más concreta y así poder recrear personajes de víctimas y victimarios. Además, tienen su base en la danza butoh, "la cual habla de la tragedia del dolor humano y la destrucción; en donde hay una paradoja, en la que se habla que la violencia puede ser bella”, detalla Tamez.
Novena sinfonía se creó durante la pandemia, donde no era nada sencillo conseguir un lugar de ensayos y sin saber si se estrenaría, lo cual sucedió y el éxito fue rotundo para el coreógrafo, quien recibió una invitación de la Limón Dance Company, para realizar un montaje. Ante ello, Tamez está seguro de algo: “como en todas las guerras, las crisis despiertan nuevos formatos, nuevas temáticas para los creadores”.
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