Gloria Careaga
Foto: Alejandra Carbajal

Gloria Careaga Pérez, cofundadora de uno de los grupos lésbicos más antiguos del país

El Closet de Sor Juana se volvió en un espacio seguro para muchas mujeres, hoy sigue haciendo activismo en Fundación Arcoíris

Ángel Arroyo
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Ángel Arroyo
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En 1992 se abriría uno de los grupos lésbicos más antiguos del país: El Closet de Sor Juana, un espacio para que mujeres de la diversidad sexual contarán sus vivencias, violencias y pensamientos. Este espacio fue cofundado, junto con otras 15 personas, por Gloria Careaga, psicóloga social, activista feminista y LGBT. Hoy es profesora de la UNAM, directora de Fundación Arcoíris, e integrante suplente del Grupo Asesor de la Sociedad Civil de ONU Mujeres. Hablamos con ella sobre su activismo, lo que piensa de la marcha y lo que quisiera para el futuro. 

¿Cómo empezó su activismo? 
Inicié mi trabajo en favor de los derechos LGBT hasta finales de los 80's y principio de los 90's. En ese tiempo estaba muy enfocada en el movimiento feminista, fue hasta que yo conocí a Patria Jiménez que ella empezó a compartirme lo que había sido la lucha del movimiento LGBT de los setentas, eso me sorprendió muchísimo Ella incluso en 1991 tuvo una candidatura para ser diputada. Ahí tuvimos la oportunidad de convocar a otras lesbianas para apoyarla. Este espacio que construimos en favor de la candidatura nos llevó a reflexionar en torno a las carencias que teníamos como movimiento lésbico, de ahí se decidió construir El Clóset de Sor Juana, una organización que abrió sus puertas para que las lesbianas pudieran acudir. Para mi El Closet de Sor Juana fue determinante porque me permitió conocer de primera mano los testimonios de muchas chicas y todo lo que enfrentaban. 

¿Cree que en particular la experiencia de las mujeres lesbianas o bisexuales se llegue a  invisibilizar?
Sí, por supuesto. El sexismo en nuestra sociedad es muy profundo, las cifras que tenemos de asesinatos de mujeres en México son de las más altas en el mundo. Enfrentamos lo que algunas autoras llaman “la doble discriminación”: por ser mujeres y por ser lesbianas. 

¿Cúal fue la primera marcha del orgullo en la que participó? ¿Ha cambiado mucho en comparación a la de hoy?
Yo he estado presente en la marcha desde el 91. Me habré perdido una o dos pero he estado en casi cada marcha, es una actividad que me parece muy importante. Y sí, por supuesto [que ha cambiado], la marcha ha generado una expectativa muy grande. El comité que la ha venido coordinando principalmente en los últimos tiempos, ha tenido criterios muy claros para las empresas que participan. Por ejemplo, no puede participar cualquier empresa, sino solamente aquellas que tengan un Comité de Diversidad y que estén realmente contratando personas LGBT. Mucha gente ve mal que estén las empresas, pero no saben que hay un criterio de participación, que no cualquiera participa, sino que tienen que ser quienes se comprometen.

¿Por qué aspectos hay que seguir luchando desde la comunidad? 
Se podría decir que hoy peleamos por dos elementos principales. Uno es que formemos parte del registro nacional, es decir, que en todas aquellas encuestas que el INEGI realiza incluya a la orientación sexual, la identidad, la expresión de género y las características sexuales. Mucho hemos dicho que lo que no se nombra no existe, pero nos hemos perdido en nombrar las identidades, en agregar letras, cuando lo realmente importante es que nos nombren en los registros nacionales, ahí es donde debemos estar. El otro desafío es el ser incluidas en el plan nacional de desarrollo. Formar parte implicaría que todas las secretarías de Estado tuvieran por lo menos una política, un plan, una acción de gobierno cada año para nosotros. 

Checa esta y más entrevistas en nuestro especial Orgullo por siempre

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