Hablemos de lo que hace increíble a Heartstopper

Para empezar, pareciera que vamos a ver la típica historia de un chico que está en el closet y el otro no, y pareciera que todo será dolor y traición, pero no. Heartstopper se vale de esos estereotipos para -inteligentemente- crear tensión y darnos una narrativa diferente y fresca sobre este tipo de tramas.

Heartstopper sale por completo de la sexualización que caracteriza a las series adolescentes actuales e interpreta la atracción entre ellos, ellas y ellxs de maneras más sutiles y delicadas; apuesta por la emotividad, pero sobre todo, por la ternura, alejándose totalmente de la cursilería.

Los personajes no hacen lo que esperamos de ellos. La escritora apela a su autonomía y desde ahí, éstos deciden actuar de maneras distintas, demostrándonos que existen otras maneras de relacionarnos; y así, desarmarnos totalmente.

Heartstopper hace que algo tan sencillo como un beso resulte en algo poderosísimo. Y es que, la dirección focaliza la tensión en lo afectivo, y funciona. Nos mantiene al tanto, como cuando teníamos 15 años. Y cuando sucede, se vuelven momentos verdaderamente emotivos.

Otra cosa es que hace a Heartstopper es que los personajes simplemente pasan por el proceso de descubrirse como lo que es: parte de un proceso íntimo y personal. Sin dramas. Éstos se identifican y quieren salir a decirle al mundo quiénes son, pero porque quieren compartirlo, no porque el sistema los presione.

Heartstopper se vale de los estereotipos de las historias LGBT+ y los arquetipa; les da nuevos planteamientos hasta las últimas consecuencias, no con miedo a perder las audiencias, sino con toda la intención de captar nuevas.