Era el año 1974. En el Hospital General de la ahora Ciudad de México, el enigmático Salvador Novo se muestra totalmente vivo en los delirios de su pronta muerte, para hacer un recuento de los momentos más significativos de su vida.
En ese peculiar escenario, el dramaturgo Alejandro Román trae a nuestros días a Novo en un monólogo coherente no solo al recordar la trascendencia que tuvo el personaje en la literatura, el teatro, la poesía y la prensa, sino también al mostrarnos al hombre sensible, enamoradizo y coqueto que sin importar la educación de la época, asumió su sexualidad orgulloso de quien era.
El actor Gerardo González —con más de 40 años de carrera artística— encarna a Novo de una forma entrañable. Entre banquetes, joyas, fiestas y olor a diesel, pasamos de la infancia al primer amor; de la amistad con Villaurrutia al romance con Lorca; del teatro a la televisión; y de la poesía al periodismo con una energía que rompe la estatua de sal.
El director Guillermo Navarro saca al erudito de su pedestal (literalmente) y acompaña la puesta de proyecciones, música en vivo y un actor invitado en cada función, quien complementa el homenaje a este prolífico autor a 115 años de su natalicio.
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