Roshell Terranova, activista y actriz trans en la CDMX
Foto: Ale Carbajal

Roshell Terranova: "Las juventudes LGBT que no han tomado la estafeta deben saber su historia"

Platicamos con la activista e icono trans de la Ciudad de México sobre lo que significa el orgullo queer

Gil Camargo
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Gil Camargo
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¿Qué sería de la CDMX sin Casa Roshell? Nuestra querida Terranova abrió uno de los lugares más icónicos e importantes para la ciudad en el que la diversidad, el respeto, la seguridad y la diversión conviven cada fin de semana para que todas aquellas transformistas pasen un momento inolvidable. Platicamos con ella sobre su transitar en esta ciudad como una mujer de la comunidad.

Cuéntame un poco de tu juventud, ¿cómo fue ser niña queer en la ciudad?
Como soy de los setenta, mis albores de juventud comenzaron a principios de los ochenta. Se vivía con un sentimiento de culpa, de percibirte diferente. Además, la información que teníamos en los medios era totalmente peyorativa, despectiva; existía una panfleto que se llamaba Alarma! y presentaban este estigma tan marcado de “Los Mujercitos”, “Los gays”, equiparados a monstruos, seres extraños. Entonces el mundo me informó que no solo era gay, sino que iba más allá esto, pero como no estaba acuñada la palabra trans, yo no me percibía así. Éramos tan gays, tan homosexuales, tan mariquitas, que hasta nos vestíamos de mujer, no sabíamos que éramos trans. 

Roshell Terranova, activista y actriz trans
Foto: Ale Carbajal

¿Cuándo te diste cuenta que eras trans?
Cuando debuté en un espectáculo en 1984 en el que me eligieron como travesti en lugar de bailarín, fue la oportunidad de conocerme, que esos eran los tacones que me correspondía y comencé, sin saberlo, a transicionar hasta encontrarte. También me fui inmiscuyendo en el movimiento para ver qué es lo que pasaba con gente como yo, para sentirme aceptada en una comunidad. Así comencé a vivir. Participé en muchos proyectos como actor y travesti hasta que decidí que tenía que hacer una transición, al final de los noventa. A la par de esto comenzó a surgir lo que ahora es Casa Roshell porque comencé a conocer gente del activismo. Yo también quería a portar mi granito de arena, que es lo que tenemos ahora, muy centralizados nuestros derechos, desgraciadamente, pero que nos tocó ir a gritionar y hacer mesas de trabajo adentro de las cámaras; también logramos la sociedad de convivencia, el matrimonio igualitario, la ley de no discriminación, la de identidad de género, además de protocolos para las intancias. Esto dio la apertura. No nos lo han regalado, no lo hemos ganado a pulso.

¿Cómo imaginabas el futuro para la comunidad LGBT en ese entonces?
En aquel entonces ni me lo imaginaba. Solo pensabas en vivir ocultándote, siendo violentada, no imaginabas que podías ser sujetos de derechos porque autopercibias que estabas mal. Cómo ibas a pensar que la gente iba a creer en ti, que eras un engranaje positivo en esta sociedad, pero eso me dio expectativas de trabajar en ello.

Ahora, ¿cómo piensas que será el futuro para las nuevas generaciones?
Tenemos que seguir velando por estos derechos. Las juventudes LGBT que no han tomado la estafeta deben saber su historia, conozcan su pasado para que lo valoren y sigan adelante. Yo auguro, que tan solo la Ciudad de México, siga teniendo estos derechos porque, además, hay más personas LGBT insertadas en varios ámbitos de la sociedad y sobre todo en este sexenio, en la política también; tenemos a dos diputadas trans, a dos funcionarios lgbt. También se trabaja desde dentro. Hablemos en el futuro sobre una generación que respete al individuo ya sin tener que decir que es LGBT. Siempre tenemos que pensar en el respeto hacia todos los individuos.

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