Amanda Tovalin
Foto: Cortesía Amanda Tovalin / Edith Diaz Rivera

Amanda Tovalin

A días del lanzamiento del remix de “En El Cielo”, platicamos con la artista experimental mexicana

Rodrigo Broschi
Escrito por
Rodrigo Broschi
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Amanda es una compositora de la que se puede aprender mucho, a nivel personal y profesional. En sus canciones explora elementos del folclore latinoamericano, la poesía, el jazz y los ritmos contemporáneos. 

Actualmente se encuentra promocionando el remix de “En El Cielo”, una de las canciones más escuchadas de su último disco Infinito (2021). La mezcla corrió a cargo de Abril Vega y Subctrl.

De la reimaginación de su música a través de los remixes y la experiencia de vivir sin ataduras, conversamos con ella.

Platícame más sobre “En El Cielo”
Todo Infinito (2021) se hizo en la peor parte de la pandemia. Esta canción fue un ejercicio en el que me sinceré sobre lo que sentía. Yo no quería hacer canciones de fiesta en ese momento y algo que aprendí fue a estar bien con mi tristeza, a aceptar esa parte que nos vuelve humanos. “En El Cielo” está escrita para la gente que es introvertida como yo. Hay una frase que me gusta mucho: “Mis palabras son ajenas a mi mente”. Es un retrato de una persona que tiene un mundo interno enorme y rico pero le cuesta trabajo mostrarlo, hasta que llega alguien que le dice: “Yo te quiero, ahora falta que tú lo hagas y te veas como yo te veo”.

Mi abuela falleció hace tres meses y eso me cambió la vida. Ella era super extrovertida y muy atrevida, tenía todo lo que siempre quise tener. Yo le comentaba: “Abuela yo quiero cantar esto, pero no sé”. Y ella me decía: ¿Vas a esperar hasta el cielo o lo vas a hacer aquí?”.

¿Por qué hiciste un remix de la canción?
Yo siempre hago remixes de mis álbumes. Es muy gratificante sentir que de alguna manera los destrozan, que los vuelven más corpóreos y menos introspectivos. En Guadalajara, Dustin da talleres para hacer remixes y Abril es una de sus mejores alumnas. Yo los conocí e inmediatamente dije: “Tenemos que hacer algo”. Ellos trabajan al ritmo de las frecuencias del corazón, por eso se escucha orgánico. Lo que yo estaba tratando de hacer a nivel intelectual, ellos lo hicieron con la música. Cuando me pasaron el remix, dije: “Ningún cambio, se queda”.

Tu música tiende hacia la experimentación, ¿qué es lo más disfrutable de esos procesos?
Algo que no me gustaba mucho de la música es que conforme te ibas especializando en un género, tenías que adoptar ese estilo de vida. Yo me he metido en varios rollos, hasta en el free jazz. Y en mi búsqueda de libertad absoluta me he dado cuenta que todos estos subgéneros, por muy abstractos que sean, son un lenguaje que después adopta la comunidad y se comienzan a hacer reglas. Y si no las cumples, la misma comunidad te alinea. Lo que más me gusta de experimentar es descubrir hasta dónde puedo llegar. Hay gente que le teme al lienzo en blanco, porque impone, porque no hay reglas. Para mí es un proceso de autoconocimiento y me encanta. Cada disco, cada canción, es un aprendizaje diferente.

¿Es difícil preservar la autenticidad?
Lo interesante es darse cuenta que vas a llegar al mismo lado que los de la comunidad, porque no vas a inventar algo nuevo, simplemente estás optando por jugar con otros caminos. No hay un boceto previo para soltarnos y eso puede ser abrumador. Luego empiezan a salir los miedos: ¿les gustará? ¿será demasiado raro? Este tipo de cuestionamientos suceden todo el tiempo entre el ego, tus gustos, y lo que quieres defender. Yo me di cuenta que mientras logre que el mensaje se entienda, la forma es lo de menos. Si el mensaje llega, la batalla ya la gané.

¿Para ti, qué representa hacer una extensión de una parte sensible de tu vida y que las personas conecten con ello?
Vivimos en una época en la que la melancolía es socialmente castigada y conforme avanzamos en el camino del autoconocimiento, empezamos a chocar con la cultura masiva. Es importante dejar que la música sea la cura y no la enfermedad. Yo he tomado decisiones que no son las más marketeables, pero que han tenido una repercusión muy linda; la gente que conecta con mis canciones. Eso para mi se ha vuelto una misión de vida. Hacerle ver a la gente que estamos juntos. Yo no quiero llenar estadios, quiero que las personas se sientan bien escuchándome. Para mí eso es la música… y he podido vivir de lo que amo.

¿Cómo entiendes el crecimiento en tu carrera?
A través de la resistencia. Lo digo desde el punto de vista de alguien que hace música, sin pretensiones. Cuando estoy más en resistencia es porque mi cuerpo se rehúsa a un cambio, ya sea negativo o positivo. La gente cree que las cosas positivas son como las noticias buenas fugaces, pero con el tiempo lo positivo es un poco doloroso, porque en realidad cuando llega un cambio positivo a tu vida debes de estar consciente que vas a perder cosas que ya cumplieron su etapa. Crecer es tener una batalla dentro de ti.

¿Darás shows en vivo?
Estoy trabajando en varias cosas. Un homenaje a mujeres compositoras de jazz y otras tantas fechas con mi proyecto de cuerdas. Vamos a estar en Puebla, Ciudad de México y Querétaro. Este año viene cargado.