Monumentos y edificios que evidencian el hundimiento de la CDMX
Foto: Cortesía Josh Haner

Bajo Tierra: el fenómeno del hundimiento regional en CDMX

La tierra cede, se hunde y con ello las calles, edificios e infraestructuras...

Rodrigo Broschi
Escrito por
Rodrigo Broschi
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La CDMX se hunde cada vez a mayor velocidad en la zona centro y expertos coinciden en que hay una evidente falta de planeación urbana, pero ¿por qué?

El terreno sobre el que caminamos es sumamente arcilloso. La tierra cede, se hunde y con ello las calles, edificios e infraestructuras. La Universidad Autónoma de México (UNAM) lo explica de una manera muy sencilla; imaginemos una huella en la arena mojada. Al mover el pie, el agua se vuelve a filtrar y la marca comienza a llenarse una vez más. ¿Qué pasa si a este fenómeno le sumamos el peso de una ciudad en expansión a marchas forzadas? Una bomba de tiempo. Una catástrofe silenciosa que, deliberadamente, hemos decidido ignorar.

Todos sabemos que la ciudad está construida sobre terreno blando y por ello, asumimos que el hundimiento es un mal irremediable. Lo que es peor, nos vemos a nosotros mismos como seres ajenos al fenómeno, pero no, el problema no está lejos de nuestros hogares o del transporte público que tomamos todos los días. Transitamos, sin dimensionarlo, sobre una ciudad que ya no aguanta su propio ritmo.

¿Qué tan grave es el hundimiento regional en la CDMX? Platicamos con expertos para aclarar la situación y plantear posibles vías de acción.

¿Cómo llegamos aquí?
Con información del Dr. Efraín Ovando Shelley

Recordemos que la ciudad de Tenochtitlán estaba ubicada en medio del Lago de Texcoco. En el siglo XIV, los aztecas llegaron al islote y se establecieron al ver al águila sobre un nopal. Sin embargo, hay suficiente evidencia para suponer que además del simbolismo, ellos estaban en búsqueda de agua dulce y justamente, aquí había un manantial. Algunos arqueólogos se refieren a esto como el Ojo de Agua Mítico.

De acuerdo con la historia oficial, en 1325 se erigió la civilización Mexica y permaneció por casi 200 años, hasta la caída de Tenochtitlán en 1521. ¿Qué pasó después? Por motivos políticos y simbólicos, los españoles decidieron quedarse aquí y no mover la capital de lugar. Arrasaron con muchas de las construcciones y centros ceremoniales para edificar otras cosas, ganándole terreno al agua. El problema es que todo se cimentó sobre un terreno extremadamente fangoso. Para dimensionar lo blando del suelo, en el siglo XVI, por cada parte sólida, había cinco o seis partes de agua. De hecho, en la actualidad quedan muy pocas edificaciones del siglo XVI porque muchos vestigios terminaron enterrados tres o cuatro metros bajo tierra.

El hundimiento regional no es nuevo. En el siglo XIX se comenzó a notar el fenómeno. Aunque, curiosamente, en ese momento no se entendía a precisión y se pensaba que la ciudad estaba emergiendo. A finales de 1800 se realizaron las primeras nivelaciones.

Años más tarde, ya corriendo el siguiente siglo, el Dr. Nabor Carrillo Flores —precursor de la Ingeniería Civil y de la Mecánica de los Suelos— fue el primero en aclarar la situación. Él compartió la primera explicación científica del porqué se hunde la ciudad. ¿La respuesta? La extracción de agua del subsuelo.

¿Cómo nos afecta el hundimiento?
Con información de la UNAM

¿Qué tanto nos hundimos?

  • La ciudad no se hunde al mismo ritmo y eso, en lugar de ser algo positivo, provoca mayores daños a la infraestructura.
  • Con información de Darío Solano, académico de la Facultad de Ingeniería, en la estación Oceanía de la Línea 5 del Metro, la pendiente era del 3% pero ahora asciende a más del 7%. Los frenos de los trenes no están diseñados para dicha inclinación.
  • Un informe, emitido por la UNAM, reveló que el hundimiento acumulado en las zonas más afectadas es de ocho metros. En comparativas, esto equivale a casi tres pisos de la Torre Latinoamericana.

¿Qué podría pasar en un futuro?

A este ritmo, según estimaciones del Instituto de Geofísica, en 150 años la ciudad alcanzaría los 30 metros de hundimiento sin embargo, esta aseveración debe de confirmarse con más cálculos e investigaciones. Además de las afectaciones a las construcciones, la fracturación podría contaminar los suministros de agua. Bajo este escenario nos enfrentaríamos a una crisis de escasez porque el 70% del agua potable de la ciudad proviene de los pozos de extracción.

Los expertos dicen...

Dr. Gonzalo Hatch Kuri
Foto: Alejandra Carbajal

Dr. Gonzalo Hatch Kuri

Platicamos con el geógrafo de la UNAM sobre cómo nos está afectando la extracción del agua y su relación con el hundimiento de la CDMX.

¿Cuál es la relación entre la extracción del agua y el fenómeno del hundimiento?
El sistema Lerma-Cutzamala lo construyeron los ingenieros hidráulicos en los cuarenta. Esto se complementa con una batería de pozos. Son cerca de 980 pozos solo dentro de la CDMX, trabajando 24 horas siete días a la semana. Es una gran fábrica de agua. ¿Qué sucede con la extracción? Los acuíferos se quedan sin agua y la porosidad de las rocas se llena de aire. Con el peso de la ciudad, es como una esponja. Eso genera hundimientos diferenciados.

¿Hay causas políticas y sociales que intervienen en el hundimiento?
Hace unos años, unas vecinas de la colonia Villa Centroamericana, de la Alcaldía Tláhuac buscaron al Colegio de Geografía de la UNAM. El sismo de 2017 les había creado unas grietas enormes, de hasta 30 metros de profundidad. El Gobierno de la Ciudad de México no se quería hacer cargo de la reparación de las viviendas, así que la Alcaldía Tláhuac contrató al Instituto de Ingeniería. Realizaron un estudio y concluyeron que en la zona habían aproximadamente 30 pozos. Para arreglar el problema era necesario apagarlos todos. Yo le dije a las vecinas: “Pensemos que es factible detenerlos. ¿Qué creen que va a pasar? Cuando la gente deje de recibir esa agua, van a cerrar la Ignacio Zaragoza o la autopista México-Chalco”. Los pozos no se pueden apagar hasta que no haya una política de ordenamiento territorial integral que incluya también una gestión del agua.

Ing. Victor Lojero Ochoa
Foto: Alejandra Carbajal

Ing. Victor Lojero Ochoa

El Geólogo y Geotecnista de la Universidad Complutense de Madrid nos ayudó a dimensionar la situación y a clasificar las zonas de mayor riesgo de hundimiento en la capital.

¿Cuáles son las zonas de mayor riesgo?
La ciudad, geotécnicamente, se divide en tres zonas: la Zona I está compuesta por áreas con una buena calidad de roca —El Pedregal, C.U.—; la Zona II es de lomas —Álvaro Obregón, Las Águilas—; y la Zona III es la llanura —Texcoco, Centro, Del Valle, Xochimilco, Chalco—. Estas últimas son más propensas a presentar hundimientos.

¿Qué tan grave es el fenómeno?
Se estima que por cada metro de abatimiento del nivel freático —del agua—, la ciudad se hunde un centímetro. Y estamos hablando de que el abatimiento es de, aproximadamente, un metro al año. El problema es progresivo. Entre las causas, claramente, se encuentran las políticas de centralización del país. Nos enfocamos en construir una gran Metrópolis en una zona pantanosa. El crecimiento descontrolado de la CDMX ha generado sobreexplotación de los acuíferos y problemas de falta de abastecimiento de agua. Todo esto suma al hundimiento y se traduce en daños a la infraestructura, riesgo de inundaciones, problemas en las tuberías del drenaje e inclusive, incremento en los efectos de la actividad sísmica. Esto último por la amplificación de la onda debido a las características del medio.

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Dr. Efraín Ovando Shelley
Foto: Alejandra Carbajal

Dr. Efraín Ovando Shelley

Sabemos que la ciudad se hunde y conocemos también las consecuencias. ¿Qué sigue? Tomar cartas en el asunto y reconocer la importancia de las acciones más pequeñas. Platicamos con el Investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM sobre las posibles soluciones.

¿Construir una red de drenaje paralela podría contribuir a la solución del problema?
Más que una solución, sería un gran paliativo. La propuesta sería tener una red alterna para aguas grises —de lluvia—, que podamos purificar y reciclar para reducir la extracción de agua del subsuelo. Pero esto sería costosísimo.

¿Hay una forma más económica de recolectar y tratar el agua?
Se pueden construir presitas para retenerla, principalmente en las sierras del poniente de la ciudad. Eso alguna vez se empezó a hacer pero no ha continuado.

¿Hay otra alternativa para frenar o alentar el hundimiento?
Está la opción de infiltrar el agua de lluvia al subsuelo. De hecho, ya se ha intentado un par de veces, en el edificio del SAT en avenida Hidalgo, en el Centro SCOP y en la torre de Relaciones Exteriores en Tlatelolco. Sin embargo, no hay indicios definitivos de que esto haya funcionado.

Como ciudadanos, ¿podemos hacer algo?
Simplemente hacer buen uso del agua, tratar de no desperdiciarla. También podemos captar agua de lluvia a nivel doméstico y purificarla.

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Si quieres conocer más sobre el tema, te invitamos a visitar el recién inaugurado Observatorio Interactivo de Hundimiento y Fracturamiento (OIHFRA) dentro de la Utopía Tecoloxtitlan. Un espacio que acerca a los capitalinos las bases teóricas del fenómeno, con esquemas y mapas. Un dato curioso es que la Utopía fue construida, precisamente, encima de una grieta.

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