Los favoritos de Karina Macias

Las cantinas antiguas son una bella imagen de ese lado clásico del DF que me encanta. Nació en el Centro en 1911 y desde los sesenta se mudó a la Narvarte. El guacamole, que sirven en un molcajete con nopalitos, chicharrón, rib eye y queso, está hecho para salivar. De rigor: chelas de barril.

Cuando pasas por ahí no imaginas el esplendor de este templo judío abierto al público. Hay murales en todo el techo, una impresionante Arca Sagrada (donde se guardan los rollos de la Torá) con elementos de las sinagogas originales de Polonia y Lituania, así como un candil de más de 500 piezas. Lo mejor es que organizan conciertos en la bima (podio ubicado en el centro del santuario) con el público alrededor.

Cuando las autoridades del Centro Cultural de España en México ampliaron el espacio, se toparon con una escuela para los hijos de los nobles mexicas. Había cosas fabulosas, como una mandíbula (con todo y dientes y encías decoradas) y unas almenas de dos metros que estaban casi intactas. Este museo de sitio es sólo una de las tantas monerías del España.

Caminar en este sendero boscoso es un respiro al sur del DF. La opción clásica es ir a comer quesadillas, pero si pagas la entrada a este parque puedes pescar truchas, andar en bici de montaña y armar picnics en el corazón del Ajusco. En épocas de lluvia se forman ríos y pequeñas cascadas.