Los favoritos de Romina Pons

Cuando la mayoría de los comensales de un restaurante japonés son asiáticos, sabes que el lugar es bueno. Es chiquito y sencillo, ahí se va a conocer el sazón tradicional nipón. El shabu-shabu es el platillo estrella, una especie de fondue con verduras donde sumerges láminas de rib eye, que luego aderezas con una salsa de ajonjolí. Es un orgasmo gastronómico.

Además de la pirámide circular, el lugar tiene extensos jardines entre restos de piedra volcánica y un pequeño museo. Es increíble sentir tanta paz en el cruce de Insurgentes y Periférico.

El diseño del edificio –de Broissin Architects– está inspirado en el movimiento de la batuta de un director de orquesta. Me atrevo a decir que su sala de conciertos tiene la mejor acústica de toda la ciudad. También es sede de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) y tiene un estudio de grabación de 26 metros con la más alta tecnología. Un paraíso para melómanos.

La exposición permanente se divide en dos: Memoria, que ahonda en los genocidios, desde el holocausto judío hasta los de Darfur y Sudán. La parte de Tolerancia analiza la importancia de los derechos humanos, el problema de la discriminación y el papel de los medios en estos conflictos. Es un tema crudo sobre el que debemos reflexionar.