Ilustración del comic 5 es el numero perfecto
Ilustración: Cortesía Penguin Random House

Rockstar Comics: 5 es el número perfecto

Porque el cine negro también es blanco en los cómics, la recomendación de esta semana es 5 el número perfecto

Escrito por
Jesús Chavarría
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Surgido entre la bruma de la posguerra e impulsado por la fascinación pesadillezca que generan las grandes urbes, el cine negro representa mucho más que una propuesta estética circunscrita a su tiempo y a tajantes lineamientos. Se trata de una serie de signos que en su conjunto ofrecen estructuras laberínticas íntimamente ligadas a la narrativa, que se convierten en una herramienta factible de diversas variantes, sin perder su efectividad a la hora de hacer explotar micro-universos carcomidos por la fatalidad, en secuencias tan seductoras como enfermizas que hacen tangible la ambigüedad. 

Es por ello que va desde su esplendor hollywoodense —iniciado con El halcón maltés (1941) de Jonh Huston—, a la forma en que Europa lo hicieron suyo —con películas como Crónica negra (1972) de Jean Pierre Melville—, pasando por la versión mexicana arrabalera —ejemplo son Manos de Seda (1951) de Chano Ureta y Carmín tropical (2014) de Rigoberto Pérezcano—, pisando con toda naturalidad otros medios, entre ellos el mundo de las viñetas, para luego rebotar una vez más en la pantalla grande, como sucede con 5 el número perfecto (2019) dirigida por el artista italiano Igort, quien adapta su propia novela gráfica.

Esta última es precisamente un claro ejemplo de la versatilidad estética del concepto del cine negro. Por que, si bien la ciudad se convierte en otro de los protagonistas, en este caso se invierten los códigos del concepto.

En las ilustraciones del cómic 5 es el número perfecto no es la oscuridad lo que predomina, sino los trazos delgados sobre fondos blancos, con colores diluidos que en muchas ocasiones carecen de contorno en negro; pero igual mantienen el sentido espacial profundo y la naturaleza fragmentada a la hora de dar forma calles espectrales, escaleras retorcidas y habitaciones asfixiantes, por las que deambulan siluetas que se confunden con sus sombras.

Esto se complementa con la expresividad del estilo de los cartoons clásicos, al deformar cuerpos y exaltar la gestual de animales caricaturescos, que se visten de presagio en los sueños febriles de su protagonista. Éste es un sicario retirado y su hijo, que ahora ejerce dicho oficio, quienes retoman las armas para poner de cabeza a agrupaciones crimínales en el Nápoles de los años setenta.

Se trata de una añeja historia de venganza en la que, como de costumbre, hasta el más mínimo atisbo de redención apesta, pero que también contrapone los viejos modelos con una modernidad; sinónimo de decadencia.

Esto le permite entregar también momentos de brutal lucidez, que opacan las secuencia de mayor violencia; ejemplo de esto es cuando el veterano le indica al joven que no lleve tanta prisa por cumplir con una ejecución y piense en que al llegar tarde, le regala instantes maravillosos de vida a la víctima, y aunque ésta puede no merecer ninguna cortesía, eso habla de su forma de hacer las cosas, porque un hombre es “el como mata”, así que entonces lo haga como es debido.

5 es el número perfecto es publicada en México por Peguin Random House, y es un ejercicio estilístico que conjuga el cómic y el cine, para convertirse en una deliciosa ironía. 

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  • Qué hacer

A partir de la investigación encabezada por James Gordon, sobre el asesinato cometido aparentemente sin sentido por el Acertijo, la cual da pie a inquietantes interrogatorios, violentas pesquisas y sangrientos escapes, entregando de paso cruentas declaraciones que hacen referencia a joyas del mundo de las viñetas como Batman: Killing Joke, las cuales van más allá del simple fanservice, adquiriendo un fatídico peso dramático dentro de la trama; se desarrolla otro más de los acostumbrados y siempre interesantes acercamientos de Tom King a los rasgos patológicos latentes en la mitología de los superhéroes, en este caso la generada alrededor del vigilante de Ciudad Gótica, quien esta vez luce más despiadado, asqueado y enfermo que nunca.

Yendo y viniendo entre su pasado escolar y de violencia familiar que detonó su obsesión por los enigmas que de ser su peor pesadilla pasan a ser su estilo de vida, y su presente de retorcidas y despiadadas manipulaciones que hacen de la coacción un sangriento mecanismo que cobra víctima tras víctima y empuja a sus oponentes a un callejón del que solo hallarán la salida si trastocan de forma irremediable sus principios y abandonan sus escrúpulos, es que aquí son expuestos los orígenes de quien es conocido como el Acertijo.

Los trazos delgados que recorren como grietas las pinceladas granosas de color, sobre viñetas que se desdibujan como los límites entre la razón y la demencia, en secuencias recargadas que se pasman en ilustraciones a página completa para enfatizar el panorama desolado e infeccioso de una urbe sin salvación; son el reflejo ideal creado por el artista Mitch Gerards, para redondear la justa y enfermiza reivindicación de un villano clásico como uno de los enemigos más interesantes, infames y peligrosos del legendario Batman.

Batman One Bad Day: The Riddler es un pasaje relativamente corto pero no por ello menos brutal. Lo publica Panini Comics en elegante edición de pasta dura con un sutil toque de quinta tinta para el título, e incluye una galería de sugestivas portadas alternativas realizadas por gente como Brian Bolland, Jim Lee y Jorge Fornés que terminan por convertirle en un verdadero objeto de colección. 

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