Si bien para alcanzar el éxito, la serie Riverdale apostó por los lineamientos de fórmula correspondientes al drama juvenil y el suspenso con aire a telenovela, conservando únicamente los nombres del cómic que toma como base, al menos eso sirvió para que este terminara de consolidar una necesaria reinvención, la cual ya venía empujando desde unos años antes y que no terminaba de llevar hasta sus últimas consecuencias.
Una de las claves para que Marvel revolucionara el mundo de los cómics de los sesenta y llegara a la cumbre del éxito, fue establecer que el énfasis de sus títulos no estaba solo en las habilidades extraordinarias de los protagonistas, sino en las personas detrás de ellas. Stan Lee era un firme creyente de dicha premisa, la cual exploró y perfeccionó en la más popular de sus creaciones, Spiderman.
Es así que el también llamado “trepamuros”, igual que enfrentaba a peligrosos supervillanos, tenía que lidiar con cuestiones románticas, exigencias escolares, un empleo mal pagado e incluso viajar en telaraña, por que no le alcanzaba para el boleto del metro. Ese rasgo fue lo que desde un principio le convirtió en el más humano de los superhéroes, mismo que después llevarían al extremo en Spiderman Loves Mary Jane de Sean Mackeever y Takeshi Miyasawa, una refrescante y divertida serie con aire al manga, que se enfocaba en los avatares escolares de Peter Parker y sus dos grandes amores, que mantenía como telón de fondo la figura de nuestro amigable vecino arácnido.
Ahora, Kami García y Gabriel Picolo se sirven de dicha fórmula para otorgarle nuevos matices a un personaje que no ha sido aprovechando del todo; a pesar que la desfachatez con la que ha sido trasladado al campo de la animación, le ha permitido adquirir una identidad más allá de los planos secundarios en los que por lo general le habían mantenido en el mundo de las viñetas.
Es así que en Chico Bestia, novela gráfica dirigida a los lectores jóvenes y publicada en México por SMASH, nos encontramos con un drama juvenil que sirve como historia de origen. Ésta mezcla situaciones típicas de los adolescentes, directamente relacionadas con nuestra actualidad, y que por más pequeñas que sean —desde su pasión por los tenis, hasta la disposición de ayudar a quienes parecieran no merecerlo— terminan por dar sentido a aquello en lo que sabemos que habrá de convertirse el protagonista, dejando en claro que hay mucho más detrás de su afabilidad y acostumbradas bufonadas.
Recomendado: Tom Holland nos cuenta sobre su papel en Spiderman.
Ilustración: Cortesía Smash
Es esta atención al detalle lo que aquí sirve además para romper de manera sutil algunos estereotipos, entre las implicaciones de los hoy tan comunes retos por internet, la preocupación por salvaguardar los derechos de los animales y la presión escolar, que se conjugan con la búsqueda de la aceptación, los secretos familiares y ciertas intrigas corporativas.
Por su parte, la propuesta visual de Chico Bestia, que apuesta por una paleta de colores con base a verdes difuminados sobre fondos blancos en los que la arquitectura, los muebles y los dispositivos casi se desvanecen, le da un sello propio y refuerza la ligereza y encanto del siempre convulso proceso de encaminarse al mundo adulto. Esto sumado al autodescubrimiento como una parada obligada, que en este caso encuentra cierto paralelismo en la aparición de los superpoderes, que pesan mucho menos, cuando se trata de crecer como persona.
Es evidente que no se trata precisamente de algo novedoso, como lo demuestra aquello que mencionábamos al principio, tampoco aspira a demasiada complejidad. Pero siempre se agradece encontrar propuestas que saquen a los personajes de los rígidos lineamientos del concepto de superhéroe, además de que esto le sienta de maravilla al buen Chico Bestia.