Majestuoso desde el nombre, el Templo Mayor resguarda lo más preciado de nuestra historia. Los vestigios de este centro ceremonial dan cuenta del linaje de todos los mexicanos y de la vasta cosmogonía que hasta hoy prevalece. Para que no quepa la duda, en cada pieza arqueológica hay información al respecto, tanto en español como en inglés. No es necesaria la ayuda de una guía, el recorrido es muy concreto y bien trazado. Es interesante la fusión que se hace entre las ruinas y los sonidos del exterior. Los tambores y los cascabeles ambientan la explanada de Tláloc y Huitzilopochtli con gran armonía. La aventura continúa en las instalaciones techadas, donde se encuentran esculturas y ofrendas originales de la época prehispánica, además de escenificaciones de la forma de vida de los pobladores, a lo largo de nueve salas. Te recomendamos disfrutar del museo y respetar las normas, sobre todo con las cámaras fotográficas, pues los flashes están prohibidos debido a que deterioran los materiales exhibidos. Por último, échale un ojo a la leyenda del dios de la guerra y busca a Coyolxauhqui.
Además de vivir en una ciudad con muchísima historia, tenemos la fortuna de poder visitar a los testigos de algunos de esos hechos pasados y cuantas veces queramos. Me refiero a las zonas arqueológicas que hay en la CDMX y Área Metropolitana y que se han revelado paulatinamente —ándale, como recién ocurrió en la alcaldía Azcapotzalco, en enero de este 2020—, dispuestas a aportar a nuestro conocimiento sobre nuestros predecesores.
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