En el corazón de la colonia más chic de la ciudad, una nueva botica luce discreta en Masaryk. Antes de la medicina que conocemos hoy, estos espacios se dedicaban a preparar y vender remedios con hierbas y especias de todo el mundo, algo así como la alquimia. Justo esa es la misión de Botica Masaryk: preparar cocina con inspiración del mundo, empleando técnicas japonesas, para ofrecer un “alivio” a tu paladar sibarita.
El recorrido cultural puede llevarte desde los sabores mexicanos, y nuestro amor por la salsa, hasta el ají presente en la cocina peruana. La experiencia comienza en la barra, donde los platos con nigiris preparados al momento no dejan de llegar. Iniciamos con el salmón escocés marinado y con puré de betabel, para seguir con el de jurel y ralladura de limón mexicana, el enoki de trufa con mantequilla y nuestro favorito: el de kampachi con ají amarillo y miel de abeja. Cada uno fresco y ecléctico, pero cumplidor. Funciona en ejecución y combinación.
Las texturas de cada nigiri acentúan lo fresco del pescado y la garnitura es el complemento sensorial o toque final; también destacamos que el itamae responde tus dudas y explica cada plato. Antes de llegar a la pesca del día, una sorpresa viene con el kimchi en lima donde se monta un callo de hacha con crunch de ajo, mantequilla y rocoto peruano. Éntrale como si "chuparas el limón", y verás el resultado de sabores.
En el apartado de bar, puedes encontrar desde un discreto negroni o martini seco hasta la alquimia de autor que irá directo a tus stories: pide el “Tokio Rosé” si te gusta el drama; lleva sake, gin, licor de cereza y se finaliza con la caída de pétalos de rosa. Nosotros nos decantamos por el Lucky Green que, literalmente, es una joya oculta por cómo lo presentan; con licor de melón como base, fusiona el tequila, limoncello y la espuma de coco. Ambos ideales para el maridaje con rollos y gyozas.
Cierra la velada, el ambiente es cómodo en los gabinetes o mesas para diez personas, y el ruido del exterior jamás se filtra, con un postre de insumo hecho en casa. Puede ser el mini crème brûlée con frutos rojos, cardamomo y especias, o si eres más de dulce el mochi de lotus, que aunque pequeño, es crocante y ligero.
La vibra: Una botica en toda la extensión de la palabra con decoración retro, props y hasta uniformes, que no se quedan en el performance.
El trago: Si te gusta lo fresco, el Boticario Spritz con St Germain y Prosecco es sencillo y cumplidor junto a la pesca del día o los rollos.
El plato: Una Viera Kimuchi, gran ejecución y combinación armoniosa de sabores y texturas.
Tip de Time Out: Sube las escaleras con celular en mano y tendrás una vista completa de esta fábrica de alquimia, pon atención al baño para tus selfies.
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