Con poco más de medio año de haber abierto sus puertas en la colonia Atlampa, puedes comer delicioso luego de ver arte contemporáneo. No podemos entender Café Sabino sin Casa Wabi y María Ciento38. La idea nace de acercar la buena comida y la oferta cultural a zonas fuera de sitios como la Condesa, la Roma, el Centro Histórico o Polanco.
La fundación Casa Wabi es una organización con sede en Puerto Escondido que trata de fomentar la creación artística, en conjunto con el mejoramiento de las comunidades de todo tipo. Maria Ciento38 es un restaurante italiano, familiar, con décadas de historia y buena comida en la Santa María.
En nuestro afán por probar la gastronomía del lugar, nos tomamos nuestro tiempo para probar distintas bebidas, donde brilló el chai, con esa sensación herbal natural que no se encuentra en cualquier lado, y un punch final de sabor; así como la limonada, limoncello de la nonna (creación del lugar), infusión de cítricos con agua mineral y hielo.
Entre los panes, por unanimidad, ganó el pan de muerto gracias a su textura, sabor, olor y frescura. Pero como sabemos que no está disponible todo el año (aunque quisiéramos) también recomendamos completamente la concha y el garibaldi, recién sacado del horno: calientito, esponjosito, que se deshace en la boca, a la vez que se funde con los sentidos.
Hicimos una pausa para dar un tour por el lugar, y que nos hablaran sobre la exposición actual, con piezas de Puerto Escondido, además de la fusión de la arquitectura con el sitio donde se encuentra (una zona industrial).
Después del recorrido volvimos para comer. Comenzamos con el sfinccione: masa madre reposada 24 hrs, con anchoas, alcachofa, queso provola affumicata, salsa pomodoro y hongos, que con un topping de salsa macha queda perfecto.
Acto seguido probamos el panino capresse, pan brioche hecho en casa, con jitomate bola fresco rebanado, queso mozzarella acompañado de salsa pesto artesanal, algo así como una pizza de queso sin orilla artesanal, delicioso en cada bocado.
También probamos distintos arancinis (de la cocina siciliana, conos de arroz con azafrán, empanados, fritos, rellenos de queso parmesano y alguna otra variante). Nuestros favoritos fueron los de ricotta con espinaca, porque somos amantes de cómo los sabores se funden en nuestra boca, como si fuésemos el mismísimo Remy de ratatouille.
Terminamos con una ensalada súper fit, con un mix de lechuga y manzana verde espolvoreadas de ajonjolí garapiñado, servido con la vinagreta de la casa. Un plato sencillo, pero muy cuidado.
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