El motor de la cocina es Jorge Avendaño quien con Catalina Brasserie y Kumo Ramen me había dejado claro que la cocina relax puede tomar matices muy intensos. Bastardo es un nombre agudo y eso lo esperaba en el menú; algo paradójico a lo que el local con aspecto moderado, campirano y de colores pálidos da a entender.
El primer saludo fue agridulce con un coctel sega: vino blanco, zarzamoras, frambuesas, fresas, limón meyer en zest y jarabe de vainilla; es un coctél que vale la pena probar para anticipar los platillos. El clamato bastardo con chapulines tampoco me defraudó, aunque sentí que le faltó personalidad. Luego fui a las entradas con el ceviche de jurel con chile chiltepín, que aunque hecho con un pescado muy fresco, le faltó acidez en conjunto, así como una chispa más de chile. La burrata con pesto, de no ser por los frutos secos hubiera quedado mucho a deber. Con las entradas, el gusto seguía sin ser bastardo.
Entonces llegó una roja picaña con mantequilla quemada encima de un puré 50% papa y 50% queso chihuahua, llamado aligot, es difícil describir la suavidad y sazón de esta combinación que aliada con el risotto de huitlacoche logró una composición, por decir menos, bastarda. Estos platillos del chef Avendaño son ineludibles.
También proponen menús del día, con platillos como calabaza rostizada con mole o una crema de chile miahuateco, los probaré cuando encuentre la voluntad para rehusar la picaña.