Gabriela Aparicio
Foto: Alejandra Carbajal

Cosas que solo sabes si eres dramaturgista

Gabriela Aparicio nos cuenta su experiencia en una profesión de teatro poco reconocida en México

Escrito por
Enrique Saavedra
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Aunque data desde la Alemania del siglo XVIII, en México aún falta un largo camino para que la tradición de la investigación y la crítica dentro de la puesta en escena a cargo de un profesional específico —dramaturgista— sea una constante. Por ello es de destacar esfuerzos como el de Gabriela Aparicio, quien es una de las principales defensoras del oficio del dentro del teatro mexicano, a través de talleres y plataformas virtuales. Con esto, ella busca que cada vez sean más los que sepan cosas que, prácticamente, solo ella sabe.

Es difícil ubicar el campo de acción del dramaturgista en nuestro país.
Yo lo he definido en tres momentos de un proyecto teatral: antes, durante y después. Antes, es el proceso en el que se apoya para configurar una programación o un repertorio —esto en México no existe, pero es necesario mencionarlo porque debería existir—. Durante, es el momento de acompañar e incentivar la investigación en los realizadores de la obra  directores, dramaturgos, actores, diseñadores—; es una vela que guía el proceso creativo. Después, es la vinculación con el público: una vez que están corriendo las funciones de la obra, se hacen estrategias de vinculación y creación de públicos.

En México no hay teatros que tengan dramaturgistas de planta como sucede en otros países, pero sí hay colectivos o compañías independientes que lo han requerido. Viene de la necesidad de alguien, ya sea un director, un dramaturgo o un diseñador, que busca un impulso para su proceso creativo, o bien, que lo ponga en crisis.

El dramaturgista hace lo que tradicionalmente puede o quiere hacer el propio director, o el productor de la obra.
Parece que el dramaturgista llega a suplantar una tarea, pero no: estamos para impulsar las ideas y la creatividad, mas no para tomar decisiones. Puedo sugerir un color o una textura y argumentarlo, pero quien toma la decisión es el director o el diseñador. No voy a hacerle el trabajo al director: lo estoy acompañando, lo estoy apoyando en su decisión, lo ayudo a reafirmar sus ideas o a confrontarlas, lo cual es enriquecedor para el proceso. Integrar a un dramaturgista tiene que ver con la escucha de las compañías y los colectivos, pues deben saber que si doy una opinión, no es desde lo que a mí personalmente me gusta, sino a partir de lo que he visto de la obra y lo que considero que es mejor para toda la puesta en escena y que puede aportarle algo al público.

El público tiene pocas oportunidades para distinguir la labor del dramaturgista.
Podemos integrarnos desde las redes sociales, sugiriendo diseños y estrategias para acercar mejor la obra al público. En la obra Vine a Rusia porque me dijeron que acá vivía un tal Antón Chéjov, yo recibía al público con una exposición que tenía materiales de la investigación del proceso creativo. La gente podía ver de dónde venía lo que iban a ver más adelante; conocer un poco el proceso, les permitía integrarse con el Colectivo Eutheria Teatro y con la figura del dramaturgista, porque al estar presente, sabían que había alguien que se vinculaba lo mismo con el director, con los actores, con el público y también con los técnicos y las personas de taquilla y hasta de la dulcería.

Aunque está tomando fuerza en la escena teatral, hay varios aspectos que impiden
todavía el óptimo desarrollo del oficio.
Hay varias razones. Una de ellas es que todavía la figura central sigue siendo el director, y cuestionar al director o al productor enfrente de todos, aún resulta rarísimo. Además, no hay escuelas que formen dramaturgistas y salgan profesionalizados. Aún falta que se reconozca que no es un término que nos acabamos de inventar, sino que existe desde hace siglos. Si bien es un concepto que nace en Alemania, lo estamos adaptando para las necesidades de nuestro teatro en México. En la medida en que las compañías y colectivos se han permitido incluir al dramaturgista, su visión sobre esta labor ha cambiado. Actualmente son los grupos jóvenes los que han abierto espacios, aprovechando la virtualidad, para diversificar la información y que no se quede en lo académico y se pueda difundir hacia creadores y también al público.

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