En el Dublín de 1957, un político se suicidó por haber sido fotografiado junto a una prostituta. En 2007, el teatro mexicano se revitalizó al presentar adentro de los sanitarios de un recinto teatral la obra Los baños del dramaturgo irlandés Paul Walker, traducida por Ana Graham y Antonio Vega y dirigida por Enrique Singer. En 2019, regresa a esos baños, para volver a sembrar suspenso alrededor de lo sucedido en Dublín y para hacernos parte de los testigos, mientras un equipo de investigadores e involucrados entra y sale de esa estrecha habitación.
Hay que decir que este montaje se divide en dos partes: una sucede en el servicio de hombres y otra en el de mujeres. El grupo que ingresa primero a uno es llevado después al otro baño para poder completar la historia que comienza a presenciar, a intuir y a adivinar junto con los policías, periodistas, sospechosos y culpables que allí se hallan. Teatro de género negro que incomoda y, al mismo tiempo, apapacha al espectador, pues mientras este está de pie, intercambiando la respiración con los actores que están a escasos centímetros de él, recibe el regalo de vivir una experiencia teatral novedosa y memorable.
Para llevar a cabo una empresa tan específica, en la que todo parece suceder con la precisión de un reloj y el cuidado de quien está entre puro cristal, Singer dirige a un elenco de primer orden: Arturo Ríos, Ana Graham, Hernán Mendoza y Antonio Vega (quienes estuvieron en el reparto original), además de Romanni Villicaña, Maricarmen Núñez, Belén Aguilar y Tania Ruiz. Todos ellos dejarán atrás el pudor para mostrarse ante los espectadores en el rincón más íntimo –y también el más democrático- de cualquier lugar.
Con este reestreno, Por Piedad Teatro festeja sus primeros veinte años de producción escénica, durante los cuales Ana Graham y Antonio Vega han pugnado por ofrecer la mejor dramaturgia contemporánea en nuestro país y llevar lo mejor a Nueva York, en donde se establecieron desde hace algunos años.
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