Hay comidas indigestas y la cena que el general del ejército romano Tito Andrónico le sirve a la reina de los godos Tamora es uno de esos casos. En esta la experiencia gourmet queda eliminada para dar paso a la mayor expresión de venganza y violencia de la que se tenga registro en el universo de las tragedias de William Shakespeare.
Titus es considerada la obra más sangrienta del bardo inglés y este septiembre regresa bajo la producción de Oscar Uriel. El productor reúne a un atractivo equipo de actores que, dirigidos por Angélica Rogel (Happy), están dispuestos a mancharse las manos de sangre y cercenarse entre sí para reflejar nuestro mundo indolente.
La terrible enemistad entre Tito y Tamora alcanza de manera funesta a los hijos de ambos y no le pide nada a cualquier situación violenta entre gobernantes, líderes de cualquier instancia o miembros de cualquier sociedad. A decir de Rogel, “es doloroso saber que si alguna vez te preguntaste por qué existe una obra tan sangrienta, hoy solo haya que prender la tele para ver algo similar. Pensaba plantear una realidad más distópica, pero como estamos con Trump, la migración, la criminalidad..., solo necesitamos cinco años más para estar en ese nivel de venganza y límites trastocados”.
La directora aclara que lo más fácil hubiera sido poner la acción en el contexto del narcotráfico, pero no le interesaba hacer una apología de esto: “Si la obra te habla de alguien que está en el ejército y de alguien que está en la política, ¿por qué no va a estar situada allí?”.
Mauricio García Lozano, uno de los directores más respetados de nuestro teatro, se mete en la piel del general Titus, mientras que la reina Tamora es interpretada por Nailea Norvind y la más notable víctima de la obra, Lavinia, es incorporada por Inés de Tavira. Junto a ellos, los actores Antonio Vega, Pablo Perroni, Yuriria del Valle, David Calderón, Jyasú Torruco, Rodolfo Zarco, Emiliano Cassigoli y Rodolfo Zarco interpretan a las víctimas y victimarios que, gracias a que estamos ante una tragedia de Shakespeare, son seres humanos queresponden a prósperos ardides y a fallidos deseos.
“¿Se puede hacer poesía con la violencia? A lo mejor la violencia está en no mirarla”, concluye la directora en un tono suave, de paz y seguridad que da abordar las dolencias a través del arte.
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