Pertenezco a un espécimen raro dentro de la sociedad mexicana: no crecí escuchando a Timbiriche gracias a mis padres. Así que cuando llegué muy emocionada a ver Vaselina, mis referencias venían de la película de 1978, el soundtrack del revival de Broadway de 2007 y la versión en vivo de Fox de 2016. Y como ya soy fan de las tres versiones, esperaba algo similar… aunque en español.
Julissa es a quien debemos la traducción y la adaptación del musical al estilo mexicano, ya que en 1984 presentó la primera versión en español con Benny Ibarra y Sasha Sokol en los papeles principales. Y el montaje de Vaselina que hoy se presenta en el Teatro San Rafael es fiel a esa versión. Una tropicalización del musical original, en la que las referencias a Angélica María y Enrique Guzmán son numerosas, los nombres de los personajes son diferentes y las canciones mantienen la melodía, aunque las letras se alejan de las originales.
Sol Madrigal y Carlos Fonseca interpretan a Sandy y Dani Seco (Sí, SECO), me temo que ambos carecen de presencia escénica, al punto que destacan de sus compañeros de elenco sólo porque sabemos que son los personajes principales. No pasa lo mismo con María Elisa Gallegos y Moisés Araiza, que interpretan a Sonia y Kiko, que con actuaciones divertidas y fascinantes y una gran potencia vocal logran que te encantes con ellos. Por ejemplo, María Elisa se luce con su interpretación de “Cosas peores”, transmitiendo el resentimiento, la duda y resignación que caracterizan a la canción.
Las interpretaciones de Ivonne Garza, Jimena Cornejo y Jerry Velázquez, por su parte, son una bocanada de aire fresco en el musical. Ivonne interpreta a la coqueta Licha, no sabía que “Freddy, mi amor” me gustaba sino hasta escucharla con ella. Por su parte, la voz dulce y melodiosa de Jerry, que interpreta a Memo, hace de “Amor primero” la canción más romántica del musical. Pepe Navarrete, Jacobo Flores, Fernanda Ostos, Efraín Berry, Rodrigo Llamas, Mario Sepúlveda y Samantha Salgado completan el elenco, con coreografías muy pulidas y una armonía trabajada.
Aunque se recuperan muchos elementos de la versión del 84, la coreografía entremezcla movimientos del rock and roll con ritmos latinoamericanos que refrescan a la obra. Además, la escenografía es sumamente versátil, ya que el espacio se transforma a cada segundo, gracias a la tecnología y a los actores que nos teletransportan en cuestión de segundos.
Vaselina es un clásico del teatro mexicano y una máquina del tiempo, capaz de transportarnos a casi siete décadas en el pasado. En este momento, la obra ya supera las 100 funciones, y va por 100 más. Lánzate a recordar aquellas noches de verano con una historia llena de amor, música, baile, copetes altos y crinolinas.
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