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Antros y bares en la Cuauhtémoc
Opciones de vida nocturna en el área
De reven en la Cuauhtémoc
Cityzen
No apto para quienes temen a las alturas. Tómate tu coctel en el piso 38 con vista a todo Reforma y hasta el Castillo de Chapultepec. Cityzen es el nuevo rooftop bar del hotel Sofitel cuya misión es cultivar las noches con música electrónica, tragos coquetos, menú cumplidor y un ambiente digno para alargar la noche. Las ganas de enfiestar con elegancia efervescen en este pequeño y oscuro espacio, cuyos comodísimos sillones lounge se prestan para ir con más de tres amigos y las sillas altas afuera antojan la compañía de ese alguien especial (no hay nada más romántico que las luces de la ciudad a casi 100 metros de altura). El menú de coctelería es variado pero sin agotar las ganas de experimentar, cumple con el concepto de mixología de altura con precios razonablemente elevados. Montparnasse, la bebida insignia, lleva gin rosado, vino rosado, miel de rosas con pétalos y cítricos, una bebida elegante en tonos pastel que traspasa por el paladar con burbujeo y mucho cuerpo, además del agradable dulzor de la miel. Si buscas algo tranquilo pero que pegue al paladar gratamente, está le parfum: coñac, jerez para ofrecer tonos dulces y frescos con manzanilla y agua tónica. Ni el vértigo puede detener las ganas que se tienen de presenciar un atardecer desde Cityzen, lugar que sirve para ejemplificar que un sitio explota todas sus destrezas cuando juegas con los sentidos de tu público: música + coctelería + fiesta, combo que aquí puedes disfrutar de lunes a domingo.
Waikiki Tiki Room
La CDMX se torna hawaiana, pues en una de las colonias con mayor riqueza nocturna abrió sus puertas este local que nos llena de aires salinos y playeros. Waikiki Tiki Room es todo lo que dice su nombre: un cuarto tiki, cuya temática evoca la cultura surgida en Estados Unidos inspirada en las islas polinesias con cocteles exóticos. Walter Meyenberg (Hanky Panky, Huset), su socio Juan Pablo Arredondo y Tomás Bermúdez (chef de La Docena) son las mentes detrás de este concepto, donde hay dos sencillos pasos para una visita provechosa: hacer reservación (con anticipación) y fijarse en cada detalle. De pies a cabeza el lugar es una invasión tropical que te recibe con un aloha plasmado en el mural, lámparas de bejuco y cortina elaborada con conchitas de mar; las decoraciones e inmueble provienen de talentos mexicanos. Cualquier fiesta tiki puede jactarse del elemento de la diversión, y tras la barra de Waikiki lo tienen muy presente: un cuadro del Capitán de Bob Esponja es indicio de que lo bueno está por comenzar, seguido del show coctelero con el que cada mixólogo domina el área. En mi visita probé el saturn que lleva tanqueray, gin, jugo de limón, maracuyá y jarabes dulces con tono a Caribe; up in smoke es la bebida que no sabías que necesitabas en la vida: mezcal, jugo de piña carbonizada con chipotle infundido de jarabe de agave. La cocina es de materia y tono internacional, como un ceviche de coliflor con leche de tigre de coco, suave y cremoso para abrir el apetito. Del lado
Tokyo Music Bar
High-Fi Analog Cocktail Bar, o lo que es lo mismo: un bar de coctelería con viniles. Tokyo Music Bar es un elemento sumado a la carta de Edo Kobayashi, ubicado cara a cara con Emília, el restaurante del chef Lucho Martínez; un manifiesto en cocteles de autor a base de ingredientes naturales y destilados variados. Predomina el minimalismo entre la muy ordenada barra y la simetría del mobiliario: sillas y sillones rosa claro, redondas y rectangulares, entre mesas negras y detalles cobrizos. La tenue iluminación que le rodea otorga un curioso tono retro, sumado con que a primera vista están los tocadiscos. Digamos, entras con la sensación de una canción de Mac DeMarco, y de repente saltas hacia las vibraciones de “Verdis Quo” de Daft Punk. Está cool. Edo y DJ Matsu recopilaron los viniles— hay discos japoneses y americanos—, piezas que ellos compraron o les regalaron. Esta travesía musical se coordina con el show en barra: los bartenders arman el playlist durante las primeras horas de la noche, más adelante llega el dj de casa. Te dan el corto y conciso menú, donde todos los tragos clásicos y de autor se sirven en cristalería japonesa tallada a mano, y cuestan $250. Unsaid, como la canción de The Fray, es un juego astringente y sutilmente burbujeante: lleva whisky, fresa quemada (la traen de su propio huerto, pasa por un soplete y otorga toques ácidos) y té de oolong gasificado. Un asegurado consentido de la casa que da gusto a todos los paladares, versátil y de encantador tono
Hotel Casa Awolly
Me avisaron de un bar –cuyo nombre hay que preguntar dos veces– en donde los tragos estaban excelentes, y que según esto, servían un tuétano increíble. Con toda sinceridad, no imaginé la magnitud de lo que se escondía en Sinaloa, en plena Roma. Me perdí entre Medellín y Monterrey, caminé la cuadra sin sospechar que el lugar no posee un letrero exterior. Lo descubres por sus anfitriones en la entrada, casi como escoltas de seguridad. Iba sin reservación, pero no me iría sin descubrir el misterio así que le eché ganas. Llegué al comedor ubicado en la planta baja, mis sentidos se saturaron al procesar la decoración y fue entonces que comenzó el surrealismo. Todo era elegante, simulaba un patio con un piso verde de patrones circulares que se extendían a la pared y hacia el techo. Me sentaron junto a un área privada con una mesa de destellos caoba y rodeada por un librero color turquesa. En una pared, arriba de todos, proyectaban un filme de Hayao Miyazaki. Averigüé que la cocina era de Irak Roaro y le regalo mi 2017 por el tuétano con topping de short rib. Hornean el hueso con migas de panko y chiles secos, encima tenía trozos de short rib de sabor acaramelado y unas cebollitas con sabor ácido. Acompañado de una salsa martajada de jitomate y tortillas calientitas. Quedé con el ojo cuadrado: no probé una mejor receta en todo el 2016. Lo acompañé con un coctel aggi-doggi de ron y campari, lo especial es que lo hacen con una compota de ciruela con chi
Brujas
Bien dice la canción popular “La Bruja”: qué bonito es volar a las dos de la mañana. ¿Y saben qué también lo es? Salir del bar a esa hora. Pero mientras esperamos que la dinámica madrugadora en los bares de la ciudad se retome, nos quedamos hasta las 10pm volando dentro de Brujas. Esta nueva apertura yace en la planta baja de “la casa de las brujas”, el edificio en la Roma con techo en forma de pico y donde, cuenta la leyenda, habitaba una chamana de nombre Pachita. El hechizo inicia con un interior de hipnotizantes tonos cobrizos y mucho uso de madera, mientras el resto de los elementos juegan con el misticismo de este concepto mágico: tienen libros de pasta dura sobre las repisas a la altura del techo, taxidermia, artefactos antiguos y botellas de diversas etiquetas que me gusta pensarlas como elixires nocturnos. Brujas puede visitarse bajo cualquier modalidad: en solitario, con pareja o con el aquelarre (por el momento evitando grupos mayores a cuatro personas/brujas/brujos), aunque desde la barra tienes mejor vista de las manos maestras: cuatro barmaids que alternaron el caldero por maceradores y shakers. Liderado por Gabriela Lozada (Hanky Panky, Pujol) y remarcado con Karen Paz, Ingrid Aparicio y Carmen Uribe, este grupo trabaja coctelería contemporánea y de autor bajo la inspiración de los años 30 y 40, cuya fusión de ingredientes tiene un sentido juguetón en el paladar dependiendo del trago que elijas. El yellow witch nos llevó a una isla tropical gracias al limón ama
Hanky Panky Cocktail Bar
La expresión "Hanky Panky" es todo lo que no quieres que tus papás te cachen haciendo con tu pareja. Cachondeo, pues. También es el nombre de un trago que preparó la legendaria Ada “Coley” Coleman con fernet, vermouth y dry gin en el bar del lujoso hotel Savoy en Londres. Nunca esperarías encontrar un bar tras este disfraz (que no te podemos describir), sin embargo, mientras das la finta de ir al baño, en realidad, te adentras a un mundo oculto, lleno de secretos. Bienvenido a Hanky Panky. Este bar, un categórico speakeasy, se descubre sólo de boca en boca, eso sí, de las más selectas. Todo malabar vale la pena por la experiencia de pasar la noche en un bar cuya dirección no se puede compartir, que pocos saben que existe en algún lugar de la ciudad y de donde al final, sales por el refrigerador que oculta la salida. Pero antes, hay que entrar, así que me puse las pilas, hice un par de llamadas y la puerta se abrió. Me senté en una silla ancha, sexy, roja y con remaches color bronce. El lugar tiene lámparas minimalistas, luz baja, un espejo en el que se refleja todo lo que sucede en la barra y una especie de altar a Coley, en medio de un librero a medio llenar. Empecé a leer el menú de cocteles seleccionados y creados por mixólogos como Ricardo Sandoval (Limantour) y Philippe Zaigue (Artemisia), en exclusiva para este bar. Pedí el hanky panky, un trago de este coctel me transportó al Savoy, mientras saboreaba el amargor equilibrado con lo dulce, un trago femenino y perfumad
Pong Bar Condesa
Un bar de cerveza y ping pong para la práctica profesional del beer pong. Este juego de origen estadounidense, ejecutado en una mesa de ping pong, consiste en encestar una pelota de juego en uno de los vasos con cerveza del equipo contrario. El chiste es hacerlos beber y resguardar tu extremo para beber menos; aunque sólo en apariencia, por alguna razón todos terminan pedos. El Pong Bar es uno de los bares más coloridos y cósmicos, el concepto se centra en luces neón y dibujos espaciales con galaxias en el techo y planetas en las paredes, es toda una experiencia millenial surgida en la Roma, que ahora extendió sus alas a la Condesa. Hay mesas estilo periquera, cumplen en comodidad y es donde mejor se bebe, platica y come. Tienen más de 20 opciones de chela artesanal, nacional e importada, con un apartado especial para Uruguay, España, Estados Unidos, Inglaterra, Bélgica e Irlanda, con precios de 80 a 120 pesos. Puedes michelarlas, pero no lo hagas con una artesanal, por favor. También hay jarras de clara y oscura para los grupos de dos que beben como 10, y megachelas con Jamaica y mezcal. Para usar las mesas de juego hay paquetes de conveniencia; como el Glow Pong en viernes y sábado que te dan una hora de ping pong con la compra de cualquier botella, o el Jager Pong que por $1,200 incluye botella de Jaggermeister, cuatro refrescos y mesa de beer pong por una hora. En conclusión, Pong Bar es para no aburrirse y perfecto para precopear, un comodín para los días de sed y oc
Café Tacobar
Todo el trabajo de carpintería, diseño y equipamiento en la barra, las repisas y el acomodo eléctrico del local lo hizo Khristian de la Torre, uno de los personajes más brillantes de la escena de la coctelería nacional. Su trayectoria nos remonta a los inicios de Maison Artemisia, que solía ser uno de los mejores, y a otros renombres de la vida nocturna capitalina como Jules Basement y M.N Roy. Estuvo varios años fuera de foco, incluso fuera de México, trabajando con diferentes marcas de destilados como asesor y mientras terminaba de aterrizar un proyecto personal: armar su propio bar. Después de cuatro meses de arduo trabajo, Café Tacobar abrió en la Roma como una pequeña cafetería que desde las 9am ofrece café, tacos, cervezas artesanales y tragos de añoranza clásica. Detrás de un gran bar hay una mano experta y aquí esto cobra un sentido literal pues el único que abre, cocina, prepara cocteles, sirve, lava y cierra es Khristian; y así seguirá hasta que su plan de negocios indique lo contrario. Como buen bartender sabe que la clave del éxito en este tipo de lugares es la interacción con los clientes; así que bienvenido a su casa, siéntate en la barra (donde tendrás tu propio cajón con servilletas y plumas) y descubre lo que el anfitrión convida. Para comenzar el día, dar inicio a una noche de relajación o como digestivo hay que pedir un café el cairo, con un doble expreso de intenso café chiapaneco, perfumado con cardamomo y un toque de azúcar morena que le da notas caramel
Studio 73
En la Condesa nunca faltan lugares para aliviar la sed de la mala mientras bailas al ritmo del último hit musical, pero estos factores no impiden que cada cierto tiempo un nuevo integrante se ha sume a la lista de opciones antreras. Ejemplo claro de ello, Studio 73. Este pequeño lugar pasaría desapercibido si no fuera por el número 73 en la entrada que servirá de guía durante la noche. Si quieres sortear a los cadeneros tendrás que asegurar tu consumo al interior; para tu fortuna casi siempre cuentan con alguna promo para que le saques partido a la quincena. ¿Alguien dijo todo a $99 y sin cover? Ponte listo y checa lo que anuncien en redes. Una vez dentro no habrá marcha atrás, ¡no te asustes! aquí no hay nada de aburrido. Siempre hay un dj que se asegura de mantener tu atención en la pista de baile. Nos tocó con el productor mexicano Elías Valdez, quien con una mezcla de canciones nuevas y alguna que otra clásica de los dosmiles con un toque neo perreo (o electro reguetón) cumplió con la energía del lugar. La música y decoración te hacen sentir en una especie de rave o en un pequeño Patrick Miller del reguetón, en el que las luces neón y la máquina de humo suman puntos para conseguir este efecto. Punto clave de Studio 73: el arte en graffiti, trabajo del diseñador gráfico e ilustrador Jesús Cruz. Figuras loquísimas de distintos temas que aluden a la diversión nocturna en la ciudad; además la barra presume coquetos letreros brillantes imposibles de perder a la lejanía. No ser
Musak
Una nueva casa para jazz, soul, disco, funk y electrónica: Musak, el hi-fi listening bar del restaurante Tres Tonalá, cuya mixología fue curada por Mica Rousseau (Fifty Mils) y supervisada por el italiano jefe de barra Raffaele Chinea. Bajo el mismo formato de un speakeasy, hay que preguntar al llegar, pues la magia de la entrada ocurre tras una pared que se mueve. En cuanto ingresas la música penetra de manera diferente: el espacio parece un ecualizador gigante que da total libertad a la música sin perturbar el volumen de tus conversaciones. Elegante y Gatsby-neano, toma asiento en los aterciopelados sillones y rodéate por los tonos dorados y azul marino. Deja que Billy Preston (la figura del soul) sonando al fondo te guíe sorbo por sorbo al frank sinatra, un trago seco con tequila, tonos de clavo, nuez y pimienta con una crusta de chocolate que se derrite entre mordidas. BB King no apareció con su guitarra, pero sí en una muy agradable mezcla de bourbon con coco y vainilla para aquello de lo tropical, sumado con piña tatemada, amaro y limón amarillo. Serge gainsbourg conserva la misma actitud de este versátil compositor parisino, es un trago de mezcal con licor de chile ancho y rebajado sutilmente con té roiboos. A la sensualidad de Musak se le añaden sesiones en vivo de djs y grupos invitados, ofertas frescas que complacen a melómanos y sibaritas por igual. Total, del buen trago y la buena música nadie te quita lo bailado.