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[title]Cuando llegué al metro Talismán de la línea 4, alcancé a ver las fábricas, bodegas y vías del tren que hay en la zona. Una zona industrial cada vez más en desuso. Me pregunté ¿aquí es realmente el estudio de un artista? Intentando validar mis prejuicios. Fue ahí que una enorme puerta de metal se abrió de donde salió Diego Rodríguez, y luego de caminar unos pasos más, la verdadera maravilla se reveló, un barco real pintado en todo su caso y velas. Era la obra “Aequilibrium”, una pieza que le ha costado 11 años a Rodríguez de realizar y que tiene una historia tan interesante como su autor.
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La primera vez que vi esta magna obra no fue en el estudio de Diego, si no en la Feria de Arte BADA 2023, montada justo afuera de Campo Marte, sobre Paseo de la Reforma. Ya ahí me pareció impresionante, de una unicidad que no hallé nada similar en otras 4 ferias de arte que visité aquel año. Por supuesto que no pude resistirme a la oportunidad de conocer a su autor.
La pasión de Diego Rodríguez por la navegación
Para entender Aequilibrium, primero hay que entender el gusto de Rodríguez por la navegación. “Trabajé un tiempo en Alaska – nos cuenta Diego-, en la industria del pescado. Ahí creo que me enamoré del mar, de los barcos, pero sobre todo del mar. El estar en alta mar es una cosa sensacional. De ahí empecé a conocer lo que es la navegación en vela y me enamoré. Es como una forma de vida.”
¿De qué trata la obra Aequilibrium de un barco convertido en arte?
Para Diego, la vida -así como la navegación- implica un equilibrio de todos los factores. Nos dice “El barco es el ejemplo perfecto de equilibrio, porque funciona con base en el equilibrio: las fuerzas que lo hacen navegar y que lo hacen flotar. Todas representan el equilibrio y para mí el equilibrio se ha vuelto como la aspiración máxima”. De ahí viene el nombre y el concepto de la pieza.
El viaje que le dió el derecho de intervenir
Ahora, no se trataba solo de tomar el barco y pintarlo, para el artista, tan amante de los barcos, había que ganarse el derecho de ocuparlo. Y para eso, se necesitaba navegarlo. “yo los compré [el barco] a un hombre catalán (este barco le dio la vuelta al mundo en los 80 's y luego este dueño lo trajo del mediterraneo a México) en Progreso, Yucatán. De ahí lo navegué con mi hijo a Veracruz, hicimos toda la travesía por el Golfo, no costeando sino en línea recta, y fue magnífico, para mí era muy importante ganarme el derecho de meterle mano, ganarme el derecho de intervenir”.
18 metros de arte
De ahí lo movió a la Ciudad de México y empezó a intervenir en él. Lleva ya 11 años trabajándolo y notas como todo el casco está intervenido, con tonos fuertes que hacen contrastes maravillosos. Incluso, notamos que en el estudio que las velas no están puestas debido a lo enorme que sería (18 metros con el mástil), simplemente no cabría. Ya de por sí resulta complicado hallar un lugar donde el barco quepa por sí solo. De ahí viene la necesidad de buscar una bodega en esta zona. Incluso las velas están pintadas y perforadas ya que dejarlas integradas podría provocar que el barco se caiga durante su exhibición.
Tanto la historia como la pieza en sí misma nos resultan fascinantes, de una pasión rara de ver y una congruencia igual de aplaudible. Sin embargo, Aequilibrium ahora se enfrenta a otro problema y es darse a conocer. Si bien en BADA 2023 tuvo un escenario fantástico, apenas duró 4 días. Diego ahora quiere llevarla a más puntos de la ciudad o el país, que se vea sin costo en plazas y espacios públicos por mucho más tiempo.
Sin duda nos emocionará verla instalada y te diremos dónde podrás verla. También te recomendamos que sigas a Diego Rodriguez en su Instagram para estar al tanto.
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