Es común escuchar un sinfín de ideas respecto al arte contemporáneo ya que este se puede hallar en cualquier objeto que intente despertarte un sentimiento (bueno o malo) sin reflejar una realidad por sí mismo y cuya realización corresponda a una técnica y un estándar estético actual, por esta razón un simple artefacto de cerámica puede convertirse en una pieza de arte.
El origen de la cerámica en México se remonta a más de 30 siglos y se utilizaba principalmente para fines ceremoniales y religiosos, pero fue a mediados del siglo pasado que nuestro país inició una búsqueda para incorporar nuevas influencias, técnicas innovadoras y distintos procesos de desarrollo para conectar la cerámica con la contemporaneidad. Siguiendo esta línea, desde hace más de una década el Museo Franz Mayer creó la primera edición de la Bienal de Cerámica Utilitaria.
Se trata de un concurso que en esta octava edición recibió 507 piezas de artistas de 13 estados de la República, siendo 66 las elegidas para ser exhibidas; por contar con un diseño contemporáneo basado en su utilidad, presentar una maestría en su manufactura, una limpieza estética y representar una propuesta conceptual. El encuentro se divide en dos categorías: pieza utilitaria libre y vajillas, en ambas se encuentran mesas, pajareras, joyas, artefactos de cocina, rompecabezas, entre otros.
El primer lugar se comparte entre Jerónimo Morquecho Bonilla (Chiapas) y Vicente Hernández Santiago (Oaxaca), cada uno con piezas distintas entre sí: la primera es un contenedor de porcelana con un diseño tipo artesanal y la segunda es una urna de barro rojo con un estilo industrial; ambas bajo un mismo nivel estético que causó el primer empate del concurso.
Para apreciar el valor de producción de cada una de las piezas concursantes de la 8a Bienal de Cerámica Utilitaria asiste al Museo Franz Mayer antes del 25 de febrero.
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