Cecilia Suárez y Juan Pablo Medina, dos de los rostros más representativos del universo de Manolo Caro, se reencuentran en Serpientes y escaleras, una comedia negra que explora las tensiones entre poder, ambición y clases sociales dentro del sistema educativo mexicano. La serie, disponible en Netflix, marca una nueva colaboración entre los actores y el director, con quienes ya habían trabajado en títulos como La casa de las flores y Elvira, te daría la vida, pero la estoy usando.
En Serpientes y escaleras, Suárez interpreta a Dora López-Negrete, una ambiciosa maestra que busca convertirse en directora de un colegio de élite en Jalisco. Su ascenso se complica cuando una pelea entre dos niños de ocho años —hijos de familias influyentes— desencadena una serie de intrigas éticas y sociales. Medina da vida a Olmo, un personaje clave que influye directamente en las decisiones de Dora.
Time Out México conversó con ambos sobre esta nueva aventura audiovisual filmada en Guadalajara.
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Estos personajes no son comunes en las series. ¿Qué es lo que buscan cuando les llegan los guiones? ¿Algo distinto?
Juan Pablo Medina: Eso Ceci lo tiene fácil porque le llegan todos y solo decide, no tiene que buscar.
Cecilia Suárez: Ya supérate ese viejo celo que tienes… ¿Ni modo, qué se le va a hacer? Lo que yo busco es que la historia resuene con algo que me parezca pertinente contar. Que sea una historia que tenga ganas de contar y que me permita hacer una inmersión en ese universo, mientras que digo que no a cosas que vayan en contra de mí misma.
Juan Pablo Medina: Justo, también es ver qué puedes aportar a la historia y qué te pueden aportar los involucrados. Leer el guión… aunque, en el caso de Manolo Caro, no leo el guión: lo acepto sin pensar. Me gusta tanto lo que escribe y cómo lo plantea que siempre es una sorpresa trabajar con él.
Se habla mucho de los “disfraces” que usamos para pertenecer a ciertos círculos sociales. ¿Ustedes, como actores, han aprendido a identificar estos disfraces para luego usarlos en su trabajo?
Juan Pablo Medina: Claro. Estamos todo el tiempo leyendo a todo el mundo, porque hay personas que no traen una máscara, traen varias. Manolo se centra mucho en los personajes, entonces entrar a su mundo significa disfrazarse, y es delicioso. Y luego, con una maestra como Cecilia, fue un reto muy cabrón, pero chido. Ella es dura.
Sus personajes se unen para conseguir lo que desean. ¿Cómo fue crear esta dupla perversa?
Cecilia Suárez: Fue muy fácil porque nos queremos, y aunque Juan Pablo no lo sabe, me quiere también. Me divierte mucho trabajar con él porque es alguien ligero, que permite que todo sea relajado, y yo a veces lo jalo a la tierra. Esta combinación funciona. Es padre porque hay cariño y ya hemos trabajado varias veces.
Juan Pablo Medina: Ya habíamos trabajado muchas veces juntos, pero nunca habíamos compartido tantas escenas. Es un gran regalo. Y desde el primer día, Ceci gritó: “¡Dos tomas y ya!”. Mientras yo estaba sudando: “Sí, señora, claro”.
La producción tiene un estilo recargado, mucho camp y excesos. ¿Cómo encuentran lo humano o el realismo en un universo tan exagerado?
Cecilia Suárez: Ese es el gran meollo de la comedia: hay que cimentar todo en la verdad. Dentro de ese universo enloquecido debe existir un pilar real, y así se trabaja el personaje y su presencia en ese mundo tan disparatado.
Juan Pablo Medina: Es transitar en una incoherencia brutal. Y como dice Ceci, los personajes realmente creen que están haciendo lo correcto. Mi personaje cree que educa bien a sus hijas, incluso con las cosas feas que dice. Pero parte de ahí: de que realmente se lo cree. No intentamos ser chistosos; aunque el tono se va a la farsa, tiene que existir una verdad muy cabrona. Por eso los personajes de Manolo son tan interesantes y, para nosotros, una delicia. Podemos decir esas cosas y jugar en este mundo de doble moral.
No solo actuaron: también bailaron y hasta cantaron. ¿Cómo fue esa experiencia?
Juan Pablo Medina: Estábamos a punto de empezar a filmar y Manolo manda un mensaje: “Por cierto, deben aprenderse estos pasos”. Y pues ni modo, a darle.
Cecilia Suárez: ¡Eran como de contorsionista! Me dijo: “Van a bailar en los créditos”. Yo pensé que sería algo chiquito, pero cuando mandó la coreografía dije: “Esto es de contorsionista”. Ahí estábamos, ensayando sábados y domingos.
Juan Pablo Medina: Gracias, Manolo. Es chistoso porque él sabe cómo integrar a todos, y nos cagamos de la risa. Yo tengo dos pies izquierdos… bueno, uno izquierdo y el otro también. Pero le damos de todas formas.
Cecilia Suárez: Él lo dice así, pero yo que estaba ensayando al lado, me quito el sombrero. Ver cómo se avienta a lo que sea es admirable. Es difícil describir lo que uno ve de él cuando estamos trabajando, porque no le dice que no a nada.
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