Javier Ocampo entrevista
Foto: El beso (te amo)/Cortesía Javier Ocampo

Javier Ocampo, el folclore, lo queer y lo naco en el arte

Platicamos con el artista Javier Ocampo sobre su peculiar producción visual LGBTTTI

Escrito por
Raúl Fernández
Publicidad

“En mi obra los colres explotan y se esfuman para generar imágenes referentes al juego, la sexualidad, la decadencia, la violencia y mi identidad en constante cambio”, afirma Javier Ocampo, quien a través de esculturas, instalaciones, fotografías y videos muestra situaciones divertidas —muchas veces incómodas— marcadas por lo sintético de la cultura pop y por una irreverencia ácida e ingeniosa.

La obra del artista morelense radicado en la CDMX retoma el folclore, el género y la identidad sexual, y aunque la mayoría de su producción aborda temáticas LGBTTTI, cuenta con diferentes líneas: “lo conceptual, lo contestatario, lo radical y lo político”, para criticar las estructuras de poder en el gobierno y en la sociedad y para que escapemos de la heteronormatividad y la moral más tradicionalista a través del arte contemporáneo.

Platicamos con él acerca de su trayectoria como artista queer y de su exploración con lo prohibido, lo gracioso y lo cotidiano.

¿Está lo que eres plasmado en tu obra?
Mi pasión es el color. Siempre recurro a paletas estridentes, fuertes y contrastantes. En la universidad, luego de una clase sobre cine y cultura gay, cambié mi panorama sobre el arte y la intimidad. Decidí expresar quién era a través del arte: comencé a abordar temas como búsqueda de identidad, sexualidad, nuevas representaciones y denuncia social.

Sobre el folclore, mi interés nace de mi propio contexto; vengo de una familia de clase media baja, el álbum familiar está lleno de anécdotas curiosas de mi niñez, adolescencia y nuestro acontecer cotidiano como familia, de ahí rescato elementos que, si bien parecieran simples, ahora son los componentes más importantes de mi obra. Este acercamiento con la cotidianeidad invita al espectador a mirar a través de un lugar íntimo.

Foto: Cortesía Javier Ocampo

¿Qué tanto de artificio o elaboración tienen los escenarios que fotografías?
Mi regla es usar los recursos que tengo a mi alcance para la producción, sean escasos o no. Mi familia ha sido mi cómplice siendo mis modelos. Por ejemplo, mi abuela se desnudó para que la fotografiara y esa es una de mis piezas más fuertes (Trasluz). En otra serie (Juego de niños), mis sobrinos juegan con la idea de que los niños no asocian los colores con un género, ni los juguetes con un sexo.

¿Tu retrato del mundo es candoroso o perverso?
Mi objetivo es plantear una reflexión sobre lo que se considera alta y baja cultura y cómo puede existir un cambio de identidad respecto al contexto, cómo cambian los roles y cómo las modas hacen de lo que se considera “naco” algo elevado, algo con plusvalía.

¿Cómo han sido recibidas tus colecciones?
Las críticas han sido diversas. Cuando el video El beso (te amo) fue presentado a un público más ampllio, la reacción fue cómica, política, quizás social. En cambio, el mismo video presentado en el Museo Jardín Borda, un recinto más institucional y no hegemónico, resultó ser una ofensa para las personas que llenaban los libros de visitas con quejas.

En específico esa pieza ha sido muy contestataria, pero genera algo, y para mí, eso es lo importante. Dicha obra surge del fracaso y la pérdida afectiva en las relaciones amorosas. Hago una crítica a la visión del macho sin sentimientos, materializada con mi afecto hacia estatuas gigantes de héroes nacionales ubicadas en Morelos: una perspectiva personal que sorprendentemente resultó ser muy universal. 

La pieza que mencionas estuvo recientemente en Monkey Town, una experiencia de videoarte y gastronomía…
Muchas de las obras las he movido a través de las redes sociales, que son un espacio galerístico que puede llegar a cualquier parte del mundo. Esa visibilidad y algunas recomendaciones al curador, hicieron que Monkey Town me contactara. Las redes sociales ayudaron a que el video El beso (te amo) llegara a espacios inesperados. Previa a esta, mi obra más conocida era Ejercicios visuales sobre el México actual; utilizo metáforas para representar la situación de violencia que vivimos en México. Con ella, gané un concurso de videoarte en el MUAC.

Foto: Cortesía Javier Ocampo

¿En qué punto consideras que se encuentra el arte LGBTTTI en México?
Entre mis artistas favoritos están Jimena Cuevas, que hace videos, y Julio Galán, que habla sobre masculinidades. Sin embargo, he notado que existe una línea creativa muy activa en las periferias, pues en Oaxaca varios artistas exploran la sexualidad mientras que en Chiapas se habla sobre género.

La periferia está mostrando desde su realidad el cómo es ser LGBTTTI, desde sus tiempos, lógicas y representaciones. Esto, sumado a la visibilidad drag queen, nos coloca en un gran momento para las expresiones de denuncia en México.

Foto: Cortesía Javier Ocampo

¿Cuáles fueron tus trabajos más recientes?
Dos piezas en video en las que resalta la idea de “hacer algo sin hacer nada”, una de ellas fue parte del Festival MIX: Cine y Diversidad Sexual y es sobre Zapata y los rumores que existen sobre su participación en el baile de los 41. La segunda pieza irrumpe en la idea homoerótica del macho vaquero y la idea del arnés (formó parte de la exposición Viva Zapatilla en la Galería Thomas Fléchel).

Recomendado: Arty & Chikle, la pareja de artistas urbanos que apuesta por la libre expresión.

Recomendado
    También te puede gustar
    También te puede gustar
    Publicidad