Pasar una noche en La Purificadora es una de las experiencias que cualquier turista debe hacer en su viaje a Puebla. El encanto de este hotel recae principalmente en su arquitectura, ideada por Ricardo Legorreta, a quien seguro recuerdas por el Papalote Museo del Niño, el hotel Camino Real de Polanco o el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey.
La historia de La Purificadora comienza en siglo XIX, cuando el edificio era una fábrica de hielo donde el agua era embotellada y purificada por medio de la producción de hielo. Muchos años después, el recinto sufrió una intensa remodelación que dio como resultado un hotel vanguardista con vibras coloniales.
El hotel cuenta con 26 habitaciones monocromáticas en las que la luz natural y los acabados de piedra, madera vieja y ónix sobresalen en un ambiente industrial. El lobby es uno de los espacios más acogedores del hotel ya que cuenta con dos chimeneas y una vista envidiable a la iglesia de San Francisco. A un costado se encuentra la biblioteca, una habitación en la que puedes descansar y relajarte mientras lees algún libro con la mayor tranquilidad del mundo.
Sube las escaleras traslúcidas (vive la experiencia y evita el elevador) y llegarás a una de las zonas favoritas de los huéspedes: la terraza. Este espacio es ideal para tomar una copa en el jacuzzi y ver el atardecer con la Iglesia de San Francisco de fondo.
El restaurante es otro de los grandes aciertos de La Purificadora, ya que se especializa en cocina mexicana contemporánea, la chef a cargo es Nanyeli Pastrana.
La Purificadora tiene una ubicación muy privilegiada, se encuentra en la parte más antigua del Centro Histórico de Puebla, justo a un lado de la Iglesia de San Francisco, lo que te permite caminar por sus alrededores y llegar a la zona más popular de puebla sin necesidad de tomar un taxi.
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