Paulina Lasa de Amina Cyu
Foto: Cortesía Jonathan Villicaña

Amina Cyu: el proyecto de ambient de Paulina Lasa

La música mexicana presenta un nuevo proyecto dedicado a las polillas

Gil Camargo
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Gil Camargo
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Paulina Lasa es una de las artistas más polifacéticas que ha visto la Ciudad de México. Lleva más de una década mostrando su talento en proyectos que van de pop rock con Pau y amigos, experimentando con ritmos latinos y mucha electro cumbia junto a Billi Tigrillo, Amado Valiente y Primo en Los Wendys, produciendo música experimental con Nima Ikki, y mezclando el folk con el shoegaze con su proyecto Haciendo el mal.

Este año, Paulina Lasa le rinde tributo a las polillas con proyecto de ambient Amina Cyu, presentando Pollination, una serie de piezas hechas con guitarra eléctrica y pedales, llenas de reverberación, distorsión y muchos efectos psicodélicos. A propósito de esto, platicamos con Paulina sobre los secretos detrás de esta polilla nocturna hecha sonidos.

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¿Cómo has sobrellevado la pandemia?
En realidad, fue chistoso porque llevaba muchos años aislada, salía muy poco para no gastar porque todo mi dinero se va a instrumentos y pagar la masterización, porque siempre he sido una artista independiente y he tenido que absorber esos gastos. Ya tenía una vida súper casera, en ese sentido no me pegó tanto. Me clavé en el yoga porque salir a hacer ejercicio por donde vivo me daba mucha ansiedad, mucha gente sin cubrebocas. El reto fue el nervio del virus, de saber que puedes contagia a alguien y la pasa mal. Esa idea de la muerte fue lo que más me pesó. Eso sí, comer muy rico, regresar a los placeres más básicos. Nunca había descansando tanto, y dominguear viendo series.

¿Cómo ha sido tu experiencia como música en la industria mexicana?
Todavía sigo asimilando muchas formas de violencia. A todos nos pasa que recibimos maltrato, abuso y no nos damos cuenta porque está normalizado. Estas ideas de que las morras no saben usar las máquinas, de que solo pueden ser guapas, que solo importan en el escenario si están guapas y no si toca bien o no. Cosas que apenas estoy concientizando. He hablado de cosas muy claras que me han tocado como mi maestro de audio que hacía unos comentarios incomodísimos y dejé de ir a su clase. Leyendo a otras morras te das cuenta de más cosas y dices: Sí, es cierto. Yo también he sentido eso y entendí por qué me enoja, por qué me desconcentra. Me quita energía que el ingeniero de audio del concierto venga a revisar mis cables y no los de mi compañero.

Mi experiencia en la música ha sido privilegiada, es un ambiente menos nocivo que otros, es más políticamente correcto. Le falta a la escena nacional ser mucho más queer, porque las mujeres no somos el estereotipo femenino ni los hombres son totalmente masculinos y está delicioso poder explorar toda tu paleta de identidad. Eso ayudaría un buen, más allá de señalar quién hizo qué, que es importante porque a la gente que puede hacer daño hay que señalarlos, a mí me encantaría que se incluyeran cosas distintas. Qué hueva que todo el rock sean vatos blancos, qué hueva que toda la música académica sea de gente que sus papás fueron músicos, eso también se cruza con el clasismo y el racismo. Son luchas que van de la mano. Buscar la diversidad en las nuevas imágenes, es lo que estamos proyectando a las nuevas generaciones.

Al mismo tiempo he reconocido que caí en estrategias de supervivencia; leí a una chica que hablaba sobre cómo, para sobrevivir al mundo heteropatriarcal del rock, a veces aceptamos comportamientos masculinos para ganarnos el respeto de la escena o tal cual, adoptar la figura de la mujer que esperan que seas. Me tragué cuentos de que para tocar, tenía que ir súper producida y no, yo debería promover otros valores, aprovechar esa plataforma de visibilidad. Hay cosas de las cuales me arrepiento; cuando tocábamos con Haciendo el mal, se volvió una cosa de promover un estatus social que siempre me ha maltratado. ¿Cuándo decidí usar tacones? Cuando la gente me decía que sin tacones nadie me iba a hacer caso, que usar tenis estaba mal para mí. Sigues asimilando, es un problema complejo, pero está cambiando y eso es súper emocionante.

Cuéntanos de tu nuevo proyecto, Amina Cyu…
De la misma forma que he ido asimilando cosas de mi rol como mujer, me pasa igual con los animales a los que le tenemos fobia. Algo que es muy dañino para el planeta son estas ganas de los humanos de controlarlo todo y que sea como se supone debe ser. La polilla fue un símbolo de las fobias irracionales a lo natural que vienen de formas de control. Esta idea de que si se aparece una polilla en tu casa alguien se va a morir, me parece muy religiosa; crecí con eso pero se me hace una amenaza: si pecas, te vas a ir al infierno. Eso fue una reflexión posterior porque encontré que el nombre científico de unas polillas era amina, entonces así surgió la idea y luego conocí los tipos de amina que habían catalogado y es interesante porque se puede hacer una narrativa; la amina natalis, la amina indignata, entonces vi que se podía construir una pequeña historia, además las imágenes de las alas son preciosas. Se juntó lo visual y lo conceptual. Le puse Cyu porque Ceros y Unos.

En cuanto a lo musical, surgió por una tocada en el Alicia, un espacio muy enfocado al rock y que comienzan a mostrar cosas experimentales, pero era un reto para mi porque llevaba más tiempo produciendo con laptop y pensé en retomar la guitarra. Mis últimas experiencias haciendo experimentos con Haciendo el mal ya estaban muy denso, más cerca del shoegaze, entonces pensé que era una buena oportunidad de retomarlo. Armé ese show para el evento que preparó Belafonte Sensacional hace dos o tres años. Lo disfruté un buen; a Belafonte le gustó y me fui inspirada. Después me invitaron a tocar los Antimateria Sonora y comenzó a tener ecos estos experimentos y estuve ejercitando por dos años esas canciones hasta que un día escuché y dije: Ya está terminado, ya puede ser material de disco. Porque una cosa es tocar en vivo y otra poner una canción de forma estática.

¿Qué planes tienes para este proyecto? ¿Darás algunos shows en vivo?
No lo sé. Es que tocar en vivo me ha estresado mucho. Los últimos años sentía demasiada violencia en el ambiente y mucha frustración, porque nunca logré que los ingenieros me tomaran en serio y siempre sonaba cualquier cosa. Me frustré y el estudio comenzó a funcionar mejor o las cosas electrónicas que podía controlar desde mi estación de trabajo. Tocar con guitarra y pedales es todo un tema, es muy difícil controlar los vicios y no tienes referencias porque sale por un amplificador. Tiene su complejidad técnica. Lo que me gustaría seguir produciendo música, pero con synths, lograr esa densidad de sonido con sintetizadores. Pero sí me gustaría tocar en vivo.

La portada de Pollination la hizo David Sánchez. ¿Cómo fue la dinámica de trabajo?
El ambient da una sensación de fantasía que se conecta mucho con lo visual, una sensación de sinestesia, porque lo bailable te mueve, pero el ambient te sienta y comienzan a aparecer cosas en tu cabeza. A David le dije que me imaginaba una figura hecha con los patrones de las alas de las polillas pero que estuvieran flotando en el espacio, que estuviera sucio, que hubiera polvo de estrellas, una cosa más collage, no tan gráfico con una vibra grunge de los noventa. David trabaja el 3D y me encantó, parece viaje de ayahuasca. Al final eso fue mi entrada a la onda de la distorsión.

¿En qué otros proyectos estás trabajando?
No tengo un nombre, pero sé que será un derivado de Amina Cyu. Nunca he soltado esa vena de cantautora, sin forzarlo las canciones fueron saliendo. Desde 2016, con el último disco de Haciendo el mal, ya tenía algunos temas que no había terminado y comenzaron a salir otros. Son 10 canciones que me gustan un buen; han sido seis años de dejarlas descansar y corregirlas. Cuando estuve lista, preferí grabarlas en estudio porque siempre que grabas un disco es una oportunidad de aprender, ya que estás con gente que sabe de sonido y te explican cosas. Para nada soy purista de que así se tiene que trabajar; muchos artistas aprovechan los recursos caseros increíblemente, pero yo sí quería pasar por ese proceso otra vez. Busqué a Emilio Acevedo (TITAN, María Daniela y su sonido laser), y Renato del Real de los que admiro mucho su trabajo. Emilio, que es más alegre y tiene muchos ritmos en el bajo, y Renato, que tocó mucho con Haciendo el mal y que compartimos muchas cosas en común. Estoy trabajando con los dos, muy lento por la pandemia, pero la idea es sacar unos sencillos este año.

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