Retato de una mujer y una niña sentadas frente a frente
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Amor chiquito: cómo fomentar amor propio en un niño

Reconocer a los niños como personas, es lo primero que debemos hacer para que crezcan con amor propio, dice la doctora Madahí Palma

Anaid Ramírez
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Anaid Ramírez
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Ya te hablamos acerca de lo que es el amor propio y por qué es importante que lo trabajes día con día. Seguramente, como adulto, no será una labor sencilla. ¿Pero qué ocurre en el caso de los menores?

Reconocer a los niños como personas, es lo primero que debemos hacer para que crezcan con amor propio. ¿Qué más podemos hacer para ayudar a que los pequeños de casa desarrollen esa estima? Esto es lo que nos dice la doctora Madahí Palma:

Asumir que somos un modelo a seguir

Esto implica también no minimizar a los pequeños; es decir, hacer como si la conducta que yo desempeñe no importara porque el niño no se da cuenta o se le va a olvidar. Eso es falso. Tú eres un modelo a seguir, así como otras personas que rodeen o críen a un pequeño; todo lo que digas o hagas va a ser tomado por el niño, porque es a partir de su medio y de lo que lo rodea, que actúa y percibe.

Autoevaluarme, ser responsable de las emociones propias

Tiene que ver con la terapia cognitivo-conductual. Por lo general, nuestras acciones siempre están asociadas a un pensamiento, después éste produce un sentimiento o emoción, y luego una conducta. Una persona responsable, primero identifica cómo se siente; porque no siempre cachamos nuestros pensamientos, pero sí el sentir. Cuando tú sabes que te sientes mal, es más sencillo explicarle a un niño: “En este momento me siento mal, y no tiene nada que ver contigo”. Le vas dejando al otro que sea responsable de sus emociones y tú te responsabilizas con las tuyas. Así no crece con la idea de que todo lo que está mal a su alrededor depende de él.

Dejar que el niño se exprese

Reconozco que yo soy responsable de mis emociones y también dejo que el niño se exprese y demuestre sus emociones de la manera en que puede, que generalmente es aprendida de su entorno. Al permitir el manejo de emociones, en lugar de reprimirlas, el pequeño no crece con la idea de que hay algo mal en él o ella, y generamos el espacio para que lo viva y lo sienta.

Preguntarle qué o cómo se siente

Es importante hacerlo ante la situación que sea. Por ejemplo, en el contexto actual, “¿cómo te sientes con que no puedas ver a tus amigos, con el confinamiento?”. O en el caso de separaciones, “¿cómo te sientes con que tu padre y yo nos estemos divorciando?”. O si está por recibir un nuevo hermano. Todo eso que parece tan obvio, en realidad siempre está al alcance del adulto preguntarlo. Esto permite ir más allá del “no deberías” o “no te sientes de esta manera”.

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