“¡BESO DE TRES! ¡BESO DE TRES!” Lo he escuchado más veces en el club, cerca de la madrugada, de lo que lo entiendo y lo practico. Más allá de unir labios o compartir fluidos, las relaciones abiertas y poliamorosas son cada vez más frecuentes –comunes– entre la llamada generación Z.
Aunque pensemos que son minoría, las familias y uniones de este tipo han tomado fuerza en la cultura popular gracias a la representación. Y sí, es necesario hablar sin miedo de las otras formas de amar, recordemos que científicamente no somos seres monógamos. La biología precisa que de todas las especies en el planeta solo el 1% es monógama: (spoiler alert) los primates no estamos dentro de esa romantizada estadística.
“La neta, yo si tendría una relación de tres”, me dijo alguien cercano en edad, después de unos tragos. Para los que están en los veintitantos esa conversación ni siquiera es necesaria, ya que el amor libre y la espontaneidad forman parte de su día. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía recogió que en 2022 hubo 5.11 matrimonios por cada 1,000 habitantes de 18 años o más en el país. Es decir, 995 personas viven, comparten gastos, se besan, compran colchones o pagan la renta entre dos o más personas.
El mes de febrero, personas que viven este tipo de relaciones nos platicaron cómo se forman las relaciones poliamorosas o no-monógamas, que tienen en común una sola cosa: el amor. Hay beso de tres en portada, pero nos faltaron más bocas.
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Así se vive el poliamor y las relaciones no-nomógamas en la CDMX
Qué hacer
5 datos sobre el poliamor
El poliamor es un tema que se debe poner sobre la mesa si de vínculos hablamos, pues así como nosotros, el amor también evoluciona.
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