Ilustración de Los Simpson con ellos dentro de un plato de spaguetti
Ilustración: Cortesía Editorial Kamite

Rockstar Comic: Bart Simpson’s Treehouse Of Horror #1

¡La Casita del Horror de Los Simpson también se lee! Checa el cómic Bart Simpson’s Treehouse Of Horror #1

Escrito por
Jesús Chavarría
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A la hora de referir artistas del cómic que, a través de la mezcla de géneros, han desarrollado un particular estilo que les permite ir y venir entre el mercado independiente y las grandes editoriales, y a la vez conservar cierto estatus de culto, se debe mencionar a Terry Moore, Kyle Baker y Eric Powell.

El primero es capaz de explorar los matices de comedia y tragedia propias de las convenciones en las relaciones de pareja (Strangers in Paradise), así como de ironizar con el lado mórbido de la contidianeidad (Rachel Rising), al hilvanar los andares de una chica que tras ser estrangulada y enterrada resucita para reintegrarse a su antigua vida.

El segundo es reconocido por haberse dado el lujo de mostrarle a DC Comics la forma de reinventar y sacarle provecho a un personaje poco valorado (Plasticman), recurriendo a la comedia física y la postura crítica.

En cuanto al tercero, basta decir que es el perpetrador de multipremiadas e insólitas aventuras gagnsteriles mezcla de humor y horror, con aire a pulp y reminiscencias a Lovecraft (The Goon); así como de brutales thrillers salpicados de gore (Big Man Plans) con un poderoso discurso social de fondo.

Sin duda, los tres son autores que lucen por igual cuando entregan propuestas profundamente personales, que al realizar obras por encargo, las cuales terminan haciendo suyas sin el menor empacho. Es esto último, precisamente, es lo que ahora se convierte en un excelente pretexto para encontrarse con ellos, ya que coinciden en la extensión en papel de una de las series animadas más populares de la historia, Los Simpson.

Se trata de otra entrega de Threehouse of Horror para el mundo de las viñetas: "Bart Simpson’s Treehouse of Horror #1". En ésta, con su tradicional formato de tres partes, Moore es el encargado de abrir el festín con una propuesta que, aunque en la cuestión visual adolece de ciertos descuidos de anatomía, a partir de que Homero recibe un encargo celestial elabora una socarrona historia con tintes de histeria, para burlarse de la insignificancia como un rasgo que emparenta al ser humano y la cucaracha.

En cuanto a Baker, sus trazos deshilachados resultan ideales para que la familia Simpson tenga un encuentro con el lado oscuro de los cuentos de hadas, luego de que una de ellas cae en sus manos. La trama llega tener un final precipitado, pero el armado en mini secuencias de comedia con espíritu salvaje y a veces carentes de diálogos, resulta macabra y muy divertida.

Sin embargo, quien se lleva las palmas es Powell. Él ya había confesado tener el sueño de realizar algo relacionado con esta amarilla franquicia, y entrega una sádica historia sobre soledad, romance y venganza, con una avestruz incluida, protagonizada por el jardinero Willy y la voracidad de Homero, la cual transita con parsimonia y culmina en un par de escatológicas secuencias de humor negro. Destacan las ilustraciones de trazos difuminados, los contrastes entre el siniestro sombreado y las composiciones coloridas, así como los puntos de vista que enfatizan la gestual demencial de los personajes.

Por supuesto, como suele suceder con los compilados de episodios realizados por diferentes autores, no se puede negar que "Bart Simpson’s Treehouse of Horror #1" llega a ser un tanto irregular, pero aún así resulta un refrescante e inusual acercamiento al concepto creado por Matt Groening, que va ma allá de una simple curiosidad. Es publicado en México por Editorial Kamite.

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  • Qué hacer

A partir de la investigación encabezada por James Gordon, sobre el asesinato cometido aparentemente sin sentido por el Acertijo, la cual da pie a inquietantes interrogatorios, violentas pesquisas y sangrientos escapes, entregando de paso cruentas declaraciones que hacen referencia a joyas del mundo de las viñetas como Batman: Killing Joke, las cuales van más allá del simple fanservice, adquiriendo un fatídico peso dramático dentro de la trama; se desarrolla otro más de los acostumbrados y siempre interesantes acercamientos de Tom King a los rasgos patológicos latentes en la mitología de los superhéroes, en este caso la generada alrededor del vigilante de Ciudad Gótica, quien esta vez luce más despiadado, asqueado y enfermo que nunca.

Yendo y viniendo entre su pasado escolar y de violencia familiar que detonó su obsesión por los enigmas que de ser su peor pesadilla pasan a ser su estilo de vida, y su presente de retorcidas y despiadadas manipulaciones que hacen de la coacción un sangriento mecanismo que cobra víctima tras víctima y empuja a sus oponentes a un callejón del que solo hallarán la salida si trastocan de forma irremediable sus principios y abandonan sus escrúpulos, es que aquí son expuestos los orígenes de quien es conocido como el Acertijo.

Los trazos delgados que recorren como grietas las pinceladas granosas de color, sobre viñetas que se desdibujan como los límites entre la razón y la demencia, en secuencias recargadas que se pasman en ilustraciones a página completa para enfatizar el panorama desolado e infeccioso de una urbe sin salvación; son el reflejo ideal creado por el artista Mitch Gerards, para redondear la justa y enfermiza reivindicación de un villano clásico como uno de los enemigos más interesantes, infames y peligrosos del legendario Batman.

Batman One Bad Day: The Riddler es un pasaje relativamente corto pero no por ello menos brutal. Lo publica Panini Comics en elegante edición de pasta dura con un sutil toque de quinta tinta para el título, e incluye una galería de sugestivas portadas alternativas realizadas por gente como Brian Bolland, Jim Lee y Jorge Fornés que terminan por convertirle en un verdadero objeto de colección. 

  • Qué hacer

Si bien para alcanzar el éxito, la serie Riverdale apostó por los lineamientos de fórmula correspondientes al drama juvenil y el suspenso con aire a telenovela, conservando únicamente los nombres del cómic que toma como base, al menos eso sirvió para que este terminara de consolidar una necesaria reinvención, la cual ya venía empujando desde unos años antes y que no terminaba de llevar hasta sus últimas consecuencias.

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