Ilustación del villano Supercrook
Ilustración: Cortesía Panini Comics

Rockstar Comic: Supercrooks, del Rat Pack, el Joker y similares

La reinvención del súpervillano, sin ser tan sórdido como Joker o incisivo como Némesis

Escrito por
Jesús Chavarría
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Sin ignorar que retomó con acierto producciones como El rey de la comedia y Taxi Driver para redimensionar al popular “Príncipe Payaso”, si algo dejó en claro la película Joker de Todd Phillips, es que aún son posibles los acercamientos interesantes y con identidad a los personajes provenientes de los cómics de superhéroes, y tomarles en serio al margen del afán convencionalista de Marvel/Disney, o de la indefinición de DC/Warner —que se la ha pasado dando tumbos entre tratamientos adultos pero artificiosos tipo Zack Snyder, y la ligereza que les ha permitido recuperar una disfrutable versión del superhéroe clásico, dígase Shazam.

Así pues, la puerta de entrada para este tipo de películas con propuesta, que en su momento nos entregaron gente como Bryan Singer con sus X-Men, Sam Reimi con su Spiderman, y por supuesto Christopher Nolan con su Batman, vuelve a abrirse gracias a la figura del supervillano, que pese a los fallidos intentos de Suicide Squad, Aves de Presa y Venom, aún parece generar el interés necesario tanto en los productores como en el público, para poder encaminarse a la consolidación vía la secuela de esta última, además de la tan anunciada Morbius. 

Tomando eso en cuenta, la referencia obligada es Mark Millar, uno de los guionistas contemporáneos de cómics que ha logrado hacerse de un lugar de gran reconocimiento fuera de los mismos —junto con Frank Miller, Alan Moore y Robert Kirkman—, gracias a títulos como Kick Ass y Némesis. Esta última resulta en una truculenta exposición de la enfermiza personalidad del supercriminal, que se convierte en un ejercicio de intensidad narrativa, destinado a llegar casi de forma inevitable a las pantallas, sobre todo ahora que la licencia del universo en papel que ha creado el autor le pertenece a Netflix.

Némesis es una de las obras más emblemáticas de Millar; sin embargo hay otras no tan conocidas pero igual de atractivas, que seguramente también habrán de convertirse en una serie o una película, y de igual forma se enfocan en la antítesis del superhéroe. Entre ellas está la que hoy nos ocupa, Supercrooks, uno de los mejores ejemplos de la enorme capacidad del autor para tomar puntos de partida que quizás podrían ser un tanto obvios, pero que le permiten darle la vuelta a los conceptos. Aquí, además, alude a su muy particular estilo marcado por la acidez para desarrollar aventuras que resultan tan atractivas para los iniciados en el mundo de las viñetas, como para el público en general.  

En Supercrooks, la historia se desarrolla en un país donde pululan los superhéroes y los criminales siempre terminan apaleados y en la cárcel, es entonces que surge la pregunta: ¿por qué estos no buscan hacer sus fechorías en otro lugar, uno sin justicieros con capas? Es precisamente eso lo que hacen los protagonistas, quienes cansados de ser unos perdedores y con la motivación extra de salvar la vida de uno de sus compañeros, se lanzan a territorios españoles, solo para desafiar al más grande de los supervillanos.

El escenario se plantea con rapidez y brutalidad, marcando el tono violento del relato que se acentúa a la menor oportunidad. La trama aprovecha desde la secuencia de reclutamiento de quienes habrán de integrar el equipo y en donde los ingredientes ya conocidos encuentran su lugar, hasta la hora de atreverse a realizar un inesperado e insólito chantaje y perpetrar el que consideran como el robo más grande la historia.

Es evidente que la fórmula pertenece a la película Ocean's Eleven de 1960, que luego redundaría en la exitosa saga protagonizada por George Clooney y Brad Pit. De la primera toma la enorme carga de ironía del “Rat Pack” original —integrado por Frank Sinatra, Dean Martín y compañía—. Mientras que de la segunda, hace referencia al acabado sofisticado que se refleja en las ilustraciones realizadas por Leinil You. Todo aderezado por la sorna y la transgresión, sin tomarse nunca demasiado en serio.

Esto da como resultado un divertido caldo de cultivo, que pese a que la correspondiente vuelta de tuerca se pierde entre lo endeble de la línea argumental romántica incluida, funciona a la perfección como vehículo de entretenimiento, y sin ser realmente tan incisivo como el ya mencionado Némesis, ni mucho menos tan sórdido y dramático como la película sobre el Joker, le otorga una nada condescendiente bocanada de aire fresco al arquetipo del supervillano, y por ende a su contraparte bienhechora.

Publicado por en México por Panini Cómics, Supercrooks se trata de uno de los títulos que están en la agenda de pendientes del ya mencionado sello de Netflix.  

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  • Qué hacer

A partir de la investigación encabezada por James Gordon, sobre el asesinato cometido aparentemente sin sentido por el Acertijo, la cual da pie a inquietantes interrogatorios, violentas pesquisas y sangrientos escapes, entregando de paso cruentas declaraciones que hacen referencia a joyas del mundo de las viñetas como Batman: Killing Joke, las cuales van más allá del simple fanservice, adquiriendo un fatídico peso dramático dentro de la trama; se desarrolla otro más de los acostumbrados y siempre interesantes acercamientos de Tom King a los rasgos patológicos latentes en la mitología de los superhéroes, en este caso la generada alrededor del vigilante de Ciudad Gótica, quien esta vez luce más despiadado, asqueado y enfermo que nunca.

Yendo y viniendo entre su pasado escolar y de violencia familiar que detonó su obsesión por los enigmas que de ser su peor pesadilla pasan a ser su estilo de vida, y su presente de retorcidas y despiadadas manipulaciones que hacen de la coacción un sangriento mecanismo que cobra víctima tras víctima y empuja a sus oponentes a un callejón del que solo hallarán la salida si trastocan de forma irremediable sus principios y abandonan sus escrúpulos, es que aquí son expuestos los orígenes de quien es conocido como el Acertijo.

Los trazos delgados que recorren como grietas las pinceladas granosas de color, sobre viñetas que se desdibujan como los límites entre la razón y la demencia, en secuencias recargadas que se pasman en ilustraciones a página completa para enfatizar el panorama desolado e infeccioso de una urbe sin salvación; son el reflejo ideal creado por el artista Mitch Gerards, para redondear la justa y enfermiza reivindicación de un villano clásico como uno de los enemigos más interesantes, infames y peligrosos del legendario Batman.

Batman One Bad Day: The Riddler es un pasaje relativamente corto pero no por ello menos brutal. Lo publica Panini Comics en elegante edición de pasta dura con un sutil toque de quinta tinta para el título, e incluye una galería de sugestivas portadas alternativas realizadas por gente como Brian Bolland, Jim Lee y Jorge Fornés que terminan por convertirle en un verdadero objeto de colección. 

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