Secretos de la Ciudad de México

Por poco más de 20 años, este valioso y jugoso rincón ha sido testigo del auge, grácil caída y el resurgimiento en tiempos millenials del acetato. Este pequeño local del Centro Histórico es considerado el templo de la tradición de viniles especializados en el género dance y sobre todo el hi energy. Fue uno de los epicentros donde se gestó el inconfundible sonido Polymarch, ¡cien por ciento capitalino!

Es nuestro speakeasy de pozoles. Se trata de un restaurante ubicado al interior de un departamento. Para los fines de semana es recomendable hacer reservación pues la espera por una mesa puede llegar a más de dos horas. El lugar, abierto desde 1947, es una cálida y muy bien decorada hostería de ambiente familiar, en la que el olor a orégano, rábanos y cerveza te abrirán el apetito.

A tan sólo una cuadra del Mercado de San Ángel se encuentra este pequeño tesoro. Es una cantina que se acopla a su axioma más literario y bohemio, sin perder la identidad de barrio. Hasta sus puertas están aferradas a esas raíces capaces de evocar los tiempos en que San Ángel era un pueblito de las afueras de la capital. Los meseros tienen un fraternal talento para tratarte como si fueras su compadre de toda la vida. 

Por las tardes es un restaurante que ofrece un amplio a bufet a los oficinistas de la zona. Pero a eso de las siete de la noche, la cosa empieza mutar drásticamente en un espacio dedicado al rock duro, según los parámetros de rudeza de una de las cuadras más godínez de la Del Valle. Su descripción perfecta podría ser la de un bar karaoke de rolas metaleras y con música en vivo, porque lo que abunda aquí son esos éxitos que han hecho grande al metal. Se presentan bandas de covers a Judas Priest, Pantera o Helloween.

La sala de un departamento fue acondicionada como tienda de cómics en dónde los amantes de las historietas pueden pasar horas alimentando su trastorno obsesivo compulsivo por los dibujitos. Aquí encontrarás novelas gráficas de todas las editoriales, géneros y países, desde las rivalidades Marvel-DC hasta extraños títulos japoneses. De momento son muy solicitados los ejemplares de la saga de The Walking Dead.

Con lo geek que eres, seguro ya sabías que esta eminencia de 15 años abrió una sede en la Juárez con una mejor ambientación. Se trata de una de las mejores opciones, pues si se te hizo muy tarde y no te da tiempo de ir a la tienda, puedes comprar las novedades en línea. Además, a través del canal de Youtube Warp G –conducido por lo que llamo un nerd-cute–, suben videos con cápsulas informativas, noticias y recomendaciones semanales.

Frente a la Glorieta de Vértiz se encuentra esta cantina que muy probablemente cuenta con la mejor botana de toda la CDMX, conformada por una muy vasta carta de platillos a escoger dividida en cuatro tiempos. Imperdible el pulpo frito, la chistorra con queso y los chiles rellenos. Para llegar al cuarto tiempo es necesario pedir un determinado número de tragos, pero eso no es siempre un problema.

El local 759 del pasillo 16 del Mercado de Mixcalco pertenece a Don Saúl Becerril Chávez, campeón amateur de boxeo y uno de los poquísimos fabricantes de zapatos estilo pachuco que sobrevive en la Ciudad de México. Confeccionados bajo el mandato de lo exclusivo, si bien cuenta con varios irresistibles modelos en exhibición, a Don Saúl le puedes compartir tus ideas más estrambóticas en cuanto a combinación de colores y él simplemente tomará nota, te pedirá un adelanto y en una semana tendrás unos zapatos únicos.

Dan ganas de escuchar a Agustín Lara, José Guardiola o Jacqueline Boyer mientras ordenas un trago. Se dice que en la cantina que le sigue al salón restaurante las mujeres aún tienen prohibida la entrada, pero como dice la canción: son rumores. A diferencia de otros lugares, la carta aquí es de una sofisticación que supera la prueba del tiempo. 

Este bar, un categórico speakeasy, se descubre sólo de boca en boca, eso sí, de las más selectas. Todo malabar vale la pena por la experiencia de pasar la noche en un bar cuya dirección no se puede compartir, que pocos saben que existe en algún lugar de la ciudad y de donde al final, sales por el refrigerador que oculta la salida.