1. Gabino Rodríguez y Luisa Pardo (Foto: Alejandra Carbajal)
    Foto: Alejandra Carbajal
  2. Gabino Rodríguez y Luisa Pardo (Foto: Alejandra Carbajal)
    Foto: Alejandra Carbajal
  3. Derretiré con un cerillo... (Foto: Andrea López)
    Foto: Andrea López
  4. Gabino Rodríguez y Luisa Pardo (Foto: Alejandra Carbajal)
    Foto: Alejandra Carbajal
  5. Derretiré con un cerillo... (Foto: Andrea López)
    Foto: Andrea López

Lagartijas tiradas al sol

Esta compañía presenta por primera vez el ciclo completo de La invención de nuestros padres y su obra más reciente en el Museo Universitario del Chopo. Platicamos con sus creadores

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¿Dónde queda la rebeldía cuando una revolución se vuelve institucional? Con su más reciente obra, Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán, la compañía de teatro Lagartijas tiradas al sol hace una revisión de la historia de México bajo la sombra del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Entre plantas, máscaras y documentos Gabino Rodriguez, Luisa Pardo y Francisco Barreiro nos llevan como en una carrera por las contradicciones de nuestros gobernantes. Quizá la más ilustrativa del proceso sea una de las frases emblemáticas de Vicente Fox en respuesta a las acusaciones de Francisco Labastida (cuando le dijo mariquita): "A mí tal vez se me quite lo majadero, pero a ustedes (los del PRI) lo malos para gobernar y los corruptos, nunca".

Gabino y Luisa, los creadores de este colectivo teatral, se conocieron justamente por su rebeldía en la carrera de actuación en la UNAM. Ambos tenían suficientes inquietudes como para estar incómodos. A él le molestaba la estructura jerárquica que domina casi cualquier ámbito, pero en el espacio creativo del teatro, le parecía inconcebible: hay un productor y un director que deciden mientras el actor da cuerpo a un discurso que muchas veces le es ajeno. "El actor se vuelve pasivo como la novia en espera de que pidan su mano", añade.

Para Luisa, además, el derroche es un problema; no considera que sea necesario gastar tanto dinero en la puesta en escena de las mismas obras de siempre. Después de dos años, ambos abandonaron la escuela y experimentaron para desarrollar su propia idea del teatro: uno más horizontal, austero, crítico y situado en la historia.

Con su primera obra, Esta es la historia de un niño que creció y todavía se acuerda de algunas cosas (2003-2004), probaron que podían hacer un montaje eficaz con poco dinero y, lo más importante, que los representara como personas. A partir de entonces crearon la compañía Lagartijas tiradas al sol; y, como el reptil, ellos se tomaron el tiempo de observar: "contemplamos incómodos el mundo que heredamos".

Siguieron experimentando con diferentes formas de producción y de lenguajes e integraron a nuevos miembros al colectivo. Quizá la obra que les dio mayor impulso y en la que consolidaron su propuesta escénica fue El rumor del incendio (2010-2012). Ésta forma parte del proyecto La rebeldía, en la que vaciaron su investigación sobre las guerrillas mexicanas de los sesenta y setenta. Para Luisa fue un proceso muy personal, pues indagó en la vida de Margarita Urías Hermosillo, su madre, quien fue guerrillera y a quien ella interpreta en la obra.

Pero las lagartijas no quieren estancarse en los temas personales y siguen en su búsqueda. Tienen como premisa que la historia es aquella que nos contamos a nosotros mismos y ellos son, sin duda alguna, unos grandes cuentacuentos.

Pasan la mitad del año viajando y en los últimos meses se han encargado de llevar la historia del PRI a otros países a los que quizá sólo llegan las versiones optimistas de un México copetudo. "A largo plazo se trata de construir un país con memoria", cierra Gabino.

Lagartijas tiradas al sol

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