Tercera temporada cocteles Xaman Bar
Foto: Alejandra Carbajal

Bares de cocteles en la CDMX

La Ciudad de México es uno de los mejores lugares del mundo para probar un coctel. Lánzate a probar las mezclas de estos bares y compruébalo

Escrito por
Time Out México editores
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Si aún no sabes qué pedir, debes probar los cocteles imperdibles de la Ciudad de México y conocer a los mejores mixólogos, responsables de los tragos perfectamente balanceados. Después de un buen coctel, los mejores clubes te esperan en el top 10 de antros en la CDMX.

Los bares para salir entre semana hacen un llamado a los Godinez que quieren romper la rutina previo a dirigirse hacia su casa. Descubre si están en este listado imperdible por presenciar.

Recomendado: Los 20 mejores bares de la CDMX.

Cocteles en la CDMX

  • 3 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Zona Metropolitana
  • precio 1 de 4

Pacífico se denomina a sí mismo beach club. Y sí te sentirás como en un club de playa. Esta marisquería tiene un menú de ceviches, aguachiles, tacos de pescados y mariscos, cocteles y también una creativa carta de bebidas para acompañar. A Pacífico puedes ir a desayunar (¿qué tal unos chilaquiles con camarón para empezar el día?), a comer y, sobre todo, puedes armar la fiesta. La onda del lugar son las peceras, unos cocteles súper creativos que te sirven –adivinaste- en una pecera. No te pierdas el Jack Bull o, la especialidad de la casa, el Malibú Pacífico, que va con vodka, Malibú y boost. Si prefieres ir en plan más tranqui, también tienen micheladas, que van servidas con todo y su brocheta con camarones y que, sí o sí, te curarán de todo mal. Ya sea que vayas a armar la fiesta o a calmar el hambre, las opciones de comida no tienen falla. Te recomendamos el aguachile de cecina, que preparan con camarones, cecina, cacahuates y una salsa, receta secreta de la casa, que hace de esta mezcla una delicia. También probamos los tacos, los favoritos fueron el Torito, un chile güero capeado y relleno de camarón, y el siempre indicado taquito estilo Ensenada, una tira de pescado empanizada y servida sobre una tortilla de harina. De la barra fría, no te pierdas los cocteles. El menú de Pacífico es muy, pero muy variado. Tanto, que seguramente te quedarás con ganas de probar más cosas. Pero eso te dará el pretexto perfecto para regresar. Y también te quedarás con ganas de volver por la

  • 4 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Roma
  • precio 3 de 4

Bien dice la canción popular “La Bruja”: qué bonito es volar a las dos de la mañana. ¿Y saben qué también lo es? Salir del bar a esa hora. Pero mientras esperamos que la dinámica madrugadora en los bares de la ciudad se retome, nos quedamos hasta las 10pm volando dentro de Brujas. Esta nueva apertura yace en la planta baja de “la casa de las brujas”, el edificio en la Roma con techo en forma de pico y donde, cuenta la leyenda, habitaba una chamana de nombre Pachita. El hechizo inicia con un interior de hipnotizantes tonos cobrizos y mucho uso de madera, mientras el resto de los elementos juegan con el misticismo de este concepto mágico: tienen libros de pasta dura sobre las repisas a la altura del techo, taxidermia, artefactos antiguos y botellas de diversas etiquetas que me gusta pensarlas como elixires nocturnos. Brujas puede visitarse bajo cualquier modalidad: en solitario, con pareja o con el aquelarre (por el momento evitando grupos mayores a cuatro personas/brujas/brujos), aunque desde la barra tienes mejor vista de las manos maestras: cuatro barmaids que alternaron el caldero por maceradores y shakers. Liderado por Gabriela Lozada (Hanky Panky, Pujol) y remarcado con Karen Paz, Ingrid Aparicio y Carmen Uribe, este grupo trabaja coctelería contemporánea y de autor bajo la inspiración de los años 30 y 40, cuya fusión de ingredientes tiene un sentido juguetón en el paladar dependiendo del trago que elijas. El yellow witch nos llevó a una isla tropical gracias al limón ama

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Reclusa Parda
  • 4 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Cuauhtémoc
  • precio 3 de 4

¿Cuántas veces hemos escuchado que abre “un nuevo pedacito de Oaxaca en la CDMX”? Muchas, tal vez no demasiadas porque nunca tendremos suficiente #oaxaqueando, pero Reclusa Parda no llegó a la Cuauhtémoc en modo básico: abrió para ser una barra creativa y sumamente respetuosa al mezcal. La reclusa parda tiene veneno y ocho patas, o sea, es una araña, por eso el nombre hace alusión a la forma del espacio: tipo cueva, ancho y de techos altos estilo bunker, como donde vive el arácnido. Recomendado sentarse en la barra de concreto si solo quieres coctelear y escuchar las salsas de Gilberto Santa Rosa, Frankie Ruiz o Jerry Rivera. Lo del respeto al mezcal es porque el equipo de Reclusa Parda busca sus mezcales con pequeños productores de Oaxaca, rotándolos y ofreciendo nuevos destilados: desde espadín-cuishe de la afamada maestra mezcalera Berta Vázquez traído de Chichicápam, hasta un 100% espadín madurado por siete años de San Luis Amatitlán, por el maestro mezcalero Osvaldo García García. Tienen su versión del mezcal mule (pepino y cerveza de jengibre), llamado yegua mezcalera que lleva Lola mezcal artesanal, jugo de limón verde y una simbiótica mezcla de kombucha de jengibre, con extracto de jengibre y fresquísimo jarabe de menta. El romance en michoacán lleva la bebida típica de este estado, charanda, que con un toque de aperol deja sensaciones amargas equilibradas con el dulzor del maracuyá y la acidez del jugo de toronja. Aguas, que te lo tomas como agua. Entre la selección

Musak
  • 4 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Roma

Una nueva casa para jazz, soul, disco, funk y electrónica: Musak, el hi-fi listening bar del restaurante Tres Tonalá, cuya mixología fue curada por Mica Rousseau (Fifty Mils) y supervisada por el italiano jefe de barra Raffaele Chinea. Bajo el mismo formato de un speakeasy, hay que preguntar al llegar, pues la magia de la entrada ocurre tras una pared que se mueve. En cuanto ingresas la música penetra de manera diferente: el espacio parece un ecualizador gigante que da total libertad a la música sin perturbar el volumen de tus conversaciones. Elegante y Gatsby-neano, toma asiento en los aterciopelados sillones y rodéate por los tonos dorados y azul marino. Deja que Billy Preston (la figura del soul) sonando al fondo te guíe sorbo por sorbo al frank sinatra, un trago seco con tequila, tonos de clavo, nuez y pimienta con una crusta de chocolate que se derrite entre mordidas. BB King no apareció con su guitarra, pero sí en una muy agradable mezcla de bourbon con coco y vainilla para aquello de lo tropical, sumado con piña tatemada, amaro y limón amarillo. Serge gainsbourg conserva la misma actitud de este versátil compositor parisino, es un trago de mezcal con licor de chile ancho y rebajado sutilmente con té roiboos. A la sensualidad de Musak se le añaden sesiones en vivo de djs y grupos invitados, ofertas frescas que complacen a melómanos y sibaritas por igual. Total, del buen trago y la buena música nadie te quita lo bailado. 

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Terraza Fortuna
  • 3 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Polanco

Si no vas a la playa, deja que la playa llegue a ti. O mejor aún, que una fiesta playera retro con bola disco llegue a tus planes desde jueves en la noche. Así va la vibra en Terraza Fortuna, cuyo fortunio nos llegó cuando pensábamos que el reven de la Miguel Hidalgo ya se nos hacía rutinario. El lugar te lo recorres entero a primera vista, es pequeño pero picoso: piso estilo ajedrez, sillas altas con mesas tipo casino y una barra estilizada entre botellas, mármol e iluminación ardiente; al fondo y entre vegetación está la sección lounge con sillones rojos y cojines tropicales: ahora sí, tráiganme la margarita. En el menú reluce la coctelería de autor y la cocina del chef Jorge Mujica, creador de We Love Burgers, quien para Terraza Fortuna ideó un concepto bistro tropicalizado: almejas, ostiones y langostas que traen de Ensenada para brindar aires playeros hasta el paladar. Daré un salto para decir que sí o sí hay que pedir aguachile, de camarón bajo los efectos del picor adictivo del chile chiltepín (el “oro rojo”, como se le dice en Sonora), sobrellevado frescamente con pepino persa y remate en cebollita morada. La segunda recomendación llegó con tacos de rib eye cuya tortilla muy rota nos dejó dudosos, pero la carne auxilió con suavidad precisa y un premio grasosito de tuétano. El viaje playero de las papilas gustativas se acompaña de un vasto menú coctelero armado por los bartenders Daniel Hernández, máster en whiskies, y Joksan Herrera, semifinalista de World Class 2018.

Café Ocampo
  • 4 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Cuauhtémoc
  • precio 2 de 4

Café y licor, los dos regentes en este pequeño lugar sobre la rotonda de Melchor Ocampo, en la Cuauhtémoc. En Italia el bar se conoce como café, de allí el nombre y personalidad concedidos a Café Ocampo, cuya barra exterior nos hace preguntar, ¿puedo pedir mi spritz para llevar? Tonos oscuros de azul rey y elegantes detalles en cobre, interiorismo a cargo del estudio Ploka 8.7 Showroom, se siente como la cápsula perfecta del minimalismo futurista o de cualquier loft que quisiéramos en Nueva York. La playlist es otro atributo que te pone en ambiente, de rock alternativo hasta el pop de Pillowtalk. Licores europeos, mezcal y gin, la selección en barra es de muy buen gusto. Sirven cocteles de la casa, aperitivos y un atractivo coffee & booze con café de Veracruz, del que seleccioné al ammazzacaffe: wisky añejo de 12 años y licor de café acompañados por el sabor de Sicilia con Amaro Averna, toque amargo que detona con la acidez del cold brew. La bicicletta ocampo es una mesura linda y casual: lleva vino blanco austriaco 50% uva welschriesling (cultivada en Centroeuropa) y 40% muskat + club soda. Con el amarena spritz viajé al Mediterráneo durante el verano; armado con dos tipos de vermut (Carpano Bianco y oscuro Punt e Mes), unido curiosamente con vinagre balsámico y prosecco, la cereza del…¿coctel? es un estupendo par de cerezas Fabbri Amarena. Chi ha bocca vuole mangiare, o “quien tiene boca, quiere comer”, y acá llegó el antojo por un exquisito toast di avocado sobre hogaza de

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Kaito del Valle
  • 3 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Del Valle
  • precio 3 de 4

En cada rincón hay joyas escondidas, y en la calle de Enrique Pestalozzi, ocupando la planta alta del restaurante japonés Deigo, está Kaito del Valle. Es un cocktail bar— o iazakaya, refiriéndose a una taberna en japonés—  donde te recibe un maneki-neko de luces neón, dándole sentido a la frase insignia del bar: if you see this cat, come inside. Entras a un espacio pequeño y cómodo con decoración nipona, íntimo pero con muy buen ambiente y música que te anima a comenzar la noche. La barra es el punto fundamental: equipada únicamente por bartenders mujeres. Ya sea que te atienda Jacomine Flores, Jocelyn Espíndola o Claudia Cabrera, pregunta por los tragos de autor, como un pik-a-chu: sake, mezcal, jerez, wasabi y jugo de piña. La presentación es única como el juego de sabores en la boca. El maneki, hecho con matcha, calpis, jugo de limón, clara de huevo, soda y tapioca es muy fresco, sin ser demasiado dulce, y con un plus en cuanto a texturas.  Cuando termines la parte de bebidas, acércate a la máquina expendedora (que no tiene productos en su interior), te lleva a una sala de karaoke que se renta por hora o sin costo, dependiendo de tu consumo total. A lo mejor terminas cantando puro j-pop. Alejandra Sánchez @foodandboozemx

Tokyo Music Bar
  • 4 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Cuauhtémoc

High-Fi Analog Cocktail Bar, o lo que es lo mismo: un bar de coctelería con viniles. Tokyo Music Bar es un elemento sumado a la carta de Edo Kobayashi, ubicado cara a cara con Emília, el restaurante del chef Lucho Martínez; un manifiesto en cocteles de autor a base de ingredientes naturales y destilados variados. Predomina el minimalismo entre la muy ordenada barra y la simetría del mobiliario: sillas y sillones rosa claro, redondas y rectangulares, entre mesas negras y detalles cobrizos. La tenue iluminación que le rodea otorga un curioso tono retro, sumado con que a primera vista están los tocadiscos. Digamos, entras con la sensación de una canción de Mac DeMarco, y de repente saltas hacia las vibraciones de “Verdis Quo” de Daft Punk. Está cool. Edo y DJ Matsu recopilaron los viniles— hay discos japoneses y americanos—, piezas que ellos compraron o les regalaron. Esta travesía musical se coordina con el show en barra: los bartenders arman el playlist durante las primeras horas de la noche, más adelante llega el dj de casa. Te dan el corto y conciso menú, donde todos los tragos clásicos y de autor se sirven en cristalería japonesa tallada a mano, y cuestan $250.  Unsaid, como la canción de The Fray, es un juego astringente y sutilmente burbujeante: lleva whisky, fresa quemada (la traen de su propio huerto, pasa por un soplete y otorga toques ácidos) y té de oolong gasificado. Un asegurado consentido de la casa que da gusto a todos los paladares, versátil y de encantador tono

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Yellow Bird Bar
  • 4 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Roma
  • precio 3 de 4

Rompieron el patrón del bar secreto y jugaron una carta más sofisticada: ser un club social para beber. Pero lejos de que este concepto intimide, se portan de manera amistosa y cualquiera puede ingresar con reservación o con un pin de cliente frecuente. Así, Yellow Bird Bar aterriza en el sótano de una casa porfiriana para recibir a exploradores cocteleros. Tan estrecho como pasillo de tren y tenuemente iluminado, el interior se siente íntimo y a la vez divertido (señala a la bola disco y a la máquina de frappés). Hay dinamismo tras la barra con la presencia de los bartenders y socios Ricardo Sandoval (ganador World Class México 2014), Braulio Hernández (Madre Café) y Rodrigo Valdéz, mientras en una repisa yacen barricas que añejan nueve cocteles clásicos y un refri retro con cocteles al vacío— casi congelados y sellados en bolsa—. Tres cosas que llevan el mismo nombre: el bar, la canción del Arthur Lyman (1957) y este trago: yellow bird luce coqueto en un vaso en forma de ave y deja toques de sabor caribeño gracias al ron con jugo de piña, galliano (licor de hierbas) y crema de banana. Este último elemento le da cuerpo y aroma mientras las piezas herbales equilibran el dulzor. El blue demon soda resulta burbujeante gracias al prosecco, tropicaloso con curaçao azul chillante y vodka en un vaso que simula una tina; échale el dulce acidito de limón que te dan y bébelo en cuanto se deshaga como jabón en el agua para saborear la efervescencia. Necesita algún otro ingrediente que

The Back Room
  • Bares y cantinas
  • Coctelerías
  • Juárez 
  • precio 3 de 4

Es un secreto a voces, pero evidencía su ubicación con un letrero en la entrada de Trattoria Isabella. Lo que sí es un misterio es la puerta de ingreso. En The Back Room, el cuarto de atrás, relatos de coctelería clásica y de autor son narrados desde la barra. Después de un par de accesos al estilo 007, se abrió un espacio tenuemente iluminado con un sentido muy masculino por los anchos sillones de cuero. No había estruendos musicales ni aglomeraciones, reinaba la tranquilidad y lo percibí como un espacio estimulante para los aficionados a la coctelería de especialidad. Si eres como yo y te envicias leyendo cada uno de los ingredientes, mejor dirígete a la barra y guíate por la mano experta. Inicié con el clover club, sello de la casa. Gin y vermut seco, combinación de frambuesa y jamaica que no se sobrepasaron en acidez y dejaron una bebida sumamente fresca; la cereza del pastel fue la copa cubierta con azúcar glass. El banker’s punch lo sirvieron en una botellita que bien pudo pasar como jarrón con su flor. Traía frambuesa, un toque fragante de nuez moscada y sutil amargor de naranja; la composición de licores con ron, whisky y jerez develó una mezcolanza de maderas y avellanas, remate atrevido y muy bien ejecutado. La mejor travesía a Oaxaca y al paraíso del chocolate se vivió con un coffe, rice & smoke: cremoso rumchata, robusto licor de café hecho en casa y mezcal infusionado con vainilla en gloriosa combinación de chocolate amargo y oaxaqueño, topeado con ralladura de c

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