Metro Patriotismo, Escandón
Foto: Alejandra Carbajal
Foto: Alejandra Carbajal

Cosas por hacer cerca del Metro Patriotismo

Tomar un café, pasear por el Jardín Morelos o admirar las casonas del siglo pasado son sólo algunas opciones cerca de la estación

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Al salir de la estación del Metro Patriotismo tienes dos opciones: caminar por la Escandón o dirigirte la Condesa. Te recomendamos un parque, una cafetería y demás sorpresas para descubrir en esta zona de la CDMX

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Jardín Morelos
Jardín Morelos

Chiquito, pero cumplidor. Este espacio perfectamente arbolado, con juegos infantiles y un centro cultural no tiene nada que envidiarle a los glamorosos parques México o España. Hasta cierto punto tiene aun más riqueza, porque refleja en cada espacio la personalidad de una colonia diversa, un barrio de verdad y no pretensiones. Es mi parque favorito de la ciudad, metro por metro, sauce por sauce y persona por persona. En su plataforma para skaters nunca falta un grupo de adolescentes azotando la tabla, mientras a unos metros señoras jubiladas hacen aerobics (sí, como en los noventa) o manualidades. También hay perros; una especie de club de dueños de razas boxer y bulldogs se reúne por las noches para presumir las últimas hazañas de sus rudas mascotas. El Faro del Saber en el centro del parque tiene un acervo pequeño, pero solo ojear una revista ahí da una sensación de bienestar. También está el arenero para niños, aunque admitámoslo, escucharlos reír y corretearse es agradable cinco minutos, poco más puede ser un suplicio si no eres su familiar.

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Parroquia de Santa Rosa de Lima
Parroquia de Santa Rosa de Lima

Los dominicos fueron prolíficos en el poniente de esta ciudad. Lo saben los frailes, los historiadores, pero también los visitantes de este templo ubicado en uno de los principales nodos de la Condesa. No es el exconvento de Santo Domingo de Guzmán en Oaxaca, pero que su fachada austera de canteras y tezontle no te engañen; por dentro tiene suficiente dorado como para recordarte que no estás rezando en la austeridad de los franciscanos. Sus puertas y bancas son de maderas macizas, su limpieza en pinturas y vitrales exhibe con contundencia y belleza algunos pasajes de la vida cristiana, incluida la vida de Santo Domingo. Aunque podría ser en realidad uno de esos olvidados templos-museo, los feligreses asiduos le ponen el aire de parroquia, además del vendedor de elotes que nunca falta en una esquina.

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Cerrada Antonio Macedo
Cerrada Antonio Macedo

Mide menos de tres cuadras, pero con eso tiene para fascinar a cualquier paseante. Salvo una veterinaria y un local de (deliciosas) tortas en sus extremos, esta pequeña calle no tiene servicios. Todas las tiendas, restaurantes y bancos están en la vía paralela: Avenida Revolución. El leit motiv de este lugar son las casonas del siglo pasado que recrean el universo de la vieja Escandón ahora herido de muerte por las grandes vialidades. El estilo recuerda la vida de la clase media alta que inició su vida en los antiguos terrenos de la hacienda de la Condesa (hoy la embajada rusa) tras la revolución. Si lo tuyo no es el gusto por los detalles, lo tengo que decir, mejor no vayas. Mis casas favoritas son la marcada con el número 14, un pequeño castillo blanco construido en un terreno tan pequeño que reta los niveles y las proporciones, y la 22, con una fachada sobria y muchos balcones ciegos que evoca necesariamente a Alemania, ya sea por su letrero de la calle Flanz-Flemming o por alguno de los Volkswagen antiguos que siempre están estacionados en su entrada.

Café Chez Monique
Café Chez Monique

Es un sobreviviente. Ha amenizado con sus bebidas calientes y sus deliciosos pasteles una infinidad de pláticas desde antes que Starbucks siquiera pensara en que esto puede ser un negocio. Creo que el secreto del lugar está en las mesas, suficientemente pequeñas para tener cerca a tu interlocutor, pero no tanto para pensar que en realidad le regatearon al tamaño para meter más consumidores. El café es bueno, pero repito, es sólo un pretexto para lo realmente sabroso, la charla. Aunque a mí me encanta llegar sobre el strudel de manzana, lo correcto es detenerse un segundo ante el refrigerador de la entrada y elegir un pastel. Por lo francés ni te preocupes… nunca lo encontrarás. Solo es un nombre en una marquesina vieja para identificar este agradable lugar.

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