Don Juve: una cantina tradicional en Azcapotzalco con platillos caseros
Foto: Alejandra Gutiérrez

Las cantinas más antiguas de la Ciudad de México

Las cantinas tienen el mismo espíritu juguetón y divertido que tú. Conoce cuáles son las más viejas de la Ciudad.

Andrea Vázquez
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Andrea Vázquez
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Las cantinas nacieron por ahí del 1800 como lugares en donde los parroquianos iban a convivir e interactuar (hombres, porque a las mujeres no nos dejaron entrar sino hasta hace unos cuarenta años). Además, el mismo establecimiento se relacionaba con el lugar público en donde estaba inserto: con su barrio. Tras la prohibición de vender bebidas alcohólicas sin alimentos, las cantinas comenzaron a hacer sus famosas —y por todos queridas— botanas, que sirven tanto para cumplir con la ley como para que los consumidores beban más: mentalidad empresarial del cantinero.

Tras la lamentable pérdida de la cantina El Nivel, éstas son las más antiguas que quedan en la Ciudad de México. Definitivamente vale la pena darse una vuelta, echar botana y, ¿por qué no? un par de jaiboles. ¡Salud!  

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Estas son las cantinas más viejas de la Ciudad de México

  • Bares y cantinas
  • Cantinas
  • Cuauhtémoc
  • precio 2 de 4

Apenas cruzas las puertas giratorias, el lugar se revela como un collage de compadres. En algún pasado reciente, el aspecto deteriorado de la zona le daba un aire de mala muerte, pero el remozamiento de las banquetas y la nueva línea de Metrobús la hace parecer como una estampa del siglo pasado envuelta en modernidad.

Comiendo un caldo de jaiba, se escucha a algún trovador cantar “La que se fue” y otros temas musicales para dolidos. El escenario difícilmente podría ser más kitsch, empezando por la imagen que le da el nombre: un afiche de una india mexicana que más bien parece mezcla de una apache con una pin-up de los cincuenta, que posa sensual entre un sahumerio y una pirámide.

El mobiliario es cutre, con una rocola de colores neón y gabinetes de vinilo que, eso sí, tienen espacio en sus patas para colocar bebidas. La comida no está lejos de esta descripción. Es austera pero segura. A los bien sazonados caldos hay que agregarles una lengua de res a la veracruzana y una mojarra frita.

La coctelería es cumplidora, aunque los visitantes tengan aspecto de sólo pedir cubas. Entre las mezclas más interesantes está el orgasmo, que te permite el atrevimiento de poder pedirle uno a un desconocido. Los meseros son como halcones en los rincones del salón, esperando que tu plato de habas con chile quede vacío para volverte a servir.

  • 5 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Cantinas
  • Tlalpan Centro
  • precio 2 de 4

Foursquare no miente: la mayoría de las opiniones de los usuarios describen el ambiente de este lugar como bueno. Estoy de acuerdo, sobre todo si se va un sábado en la tarde.

La Jalisciense abrió en 1875, por lo tanto es una de las cantinas más antiguas de la ciudad, a pesar de que no se encuentra en el Centro, como se esperaría de un lugar así.

Vale la pena pedir la carne tártara, dejar que corran las cervezas y enfrascarse en conversaciones como esas que quieren evitar los lugares que ponen la música altísima. También habría que mirar las fotos, tomarles fotos, pero no para Instagram, sino para la propia memoria, en la cual se podrán alojar varios clientes como Renato Leduc, “el último bohemio”, como lo llamó Carlos Monsiváis, o hasta la primera dama Angélica Rivera. Las tortas merecen una o varias oportunidades.

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  • Bares y cantinas
  • Bar de café
  • Cuauhtémoc
  • precio 3 de 4

Es el tercer restaurante-bar más viejo de México. Famoso por la leyenda que cuenta que Pancho Villa disparó al techo. Comenzó siendo una pastelería de élite, en la esquina de la Torre Latinoamericana, en la época en que Porfirio Díaz quiso afrancesar la ciudad. Luego, en 1895, se mudaron al lugar que desde entonces ocupa. Pide los caracoles en chipotle. Para brindar no fallan los tragos tradicionales (vodka, tequila y ron) o el coctel ópera, preparado con su receta secreta. 

  • Vida nocturna
  • Cuauhtémoc

Después de que El Nivel cerrara, La Peninsular se convirtió en la cantina más antigua de la ciudad, con sus puertas abiertas desde 1872. Su barra mide más de seis metros de largo y, además, es famosa porque fue escenario de la película El callejón de los milagros.

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