Lugares para practicar cruising en la CDMX
Ilustración: Diana Urbano

Sobre el cruising gay en la CDMX

¿Cómo inició todo? ¿Dónde se suele practicar en la ciudad?

Escrito por
Wenceslao Bruciaga
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Se le conoce como cruising a la actividad de buscar y obtener sexo gay y anónimo en espacios públicos. Mark W. Turner en su libro Backward Glances: Cruising Queer streets in London and New York, propone que la palabra proviene del holandés kruiser, que significa cruzar o navegar. Probablemente el término sea por aquello de los marineros holandeses que buscaban sexo con hombres en los puertos a los que llegaban.  

Fue, por decirlo de alguna manera, uno de los primeros movimientos de visibilización cuando los espacios de convivencia y ligue entre homosexuales eran clandestinos. En los sesenta y setenta, los gays empezaron a apropiarse de determinados puntos públicos para ejercer su sexualidad, que escapaba abismalmente de los métodos de coqueteo de los bugas. Comenzaron, sobre todo, invadiendo los parques una vez entrada la noche. De ahí que el cruising se asocie con la imagen de muchos hombres deambulando solos en jardines públicos a oscuras (siempre con la adrenalina de ser arrestados por la policía con cargos de falta a la moral). Después, la práctica se extendió a otros lugares, como baños públicos, corredores o puentes.

De algún modo, la adrenalina del cruising es una tradición under de la cultura gay que se resiste a perecer y la Ciudad de México tiene una fuerte tradición vigente. Aquí van algunas aproximaciones personales.

Recomendado: Guía de sexo gay en la CDMX.

Lugares para practicar cruising

La cajita feliz
Ilustración: Diana Urbano

La cajita feliz

La acción comienza después de las 11 de la noche, sobre todo en la línea 1 y 2 del metro. Esta auténtica leyenda viviente bien pudo inspirar algún tema de Rockdrigo González o Jaime López

Un buen gay sabe detectar el movimiento ansioso de los que van al último vagón del tren, mejor conocido como La cajita feliz. A veces los delatan sus pantalones ajustados y ojos bizcos. Entrarle a este desmadre implica un harponazo de lujuria y adrenalina. La verdad me costó subirme sabiendo a lo que iba, pero como buen joto, no pude resistirme a la calentura.

Cuando el tren llega a la estación los hombres no se suben la bragueta, sólo se tapan el bulto con las manos. Una vez dentro del vagón, cada quien vuelve a lo suyo. Todo ocurre de forma candente y veloz. Me acomodé en uno de los asientos individuales para hacer de vouyeur, pero de inmediato alguien se puso frente a mí para meterme mano. No me fijé mucho en sus rasgos por estar viendo que no hubiera pasajeros bugas. No sólo hay que sortear los arrestos, sino también los chingadazos de cualquier homofóbico. Es cachondo pero incómodo.

Vi el vagón vacío y a un puñado de cabrones arremolinados en un asiento. Me ganó el nerviosismo y dejé la miniorgía en la siguiente estación.

El caminito de CU
Ilustración: Diana Urbano

El caminito de CU

Entre las estaciones Ciudad Universitaria y Centro Cultural Universitario del Metrobús existe una ruta boscosa, más o menos cerca de las fronteras del Jardín Botánico. Hay que seguir las señalización a la reserva ecológica de la UNAM. A veces es complicado dar con la zona de acción porque, según me contó un tipo, los de vigilancia de la UNAM hacen redadas.

La frondosidad de la vegetación es lo que ayuda a esconderse y tener sexo al aire libre (no recomiendo la temporada de poda). Ojo, puedes toparte con hombres desnudos, sobre todo cerca de las estructuras rocosas. Por la mañanas hay deportistas y taxistas, en la tarde estudiantes. Digamos que los encuentros son más relajados que en el Metro, al menos no te sientes tan amenazado.

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Baños del WTC
Ilustración: Diana Urbano

Baños del WTC

Previo a una junta en el piso 40 del WTC de México, tuve que entrar de urgencia a los baños públicos de un mezzanine. Están escondidos al final de un corredor comercial, apestan a inmundicia picosa y fluidos, y carecen de mantenimiento constante.

El día que fui el mobiliario estaba a punto de venirse abajo, pero cuando abrí la puerta, dos tipos se soltaron de inmediato. No hice mucho porque me dirigía a una junta, pero luego supe que es un espacio de citas de quienes ligan por páginas web y apps.

No es propiamente cruising porque no hay hombres deambulando, pero si llegas de improviso y te dan chance, puedes unirte a la fiesta. Hay que tener mucho cuidado porque a pesar de lo sucio, la vigilancia sí es constante.

Velómodro de la Ciudad Deportiva
Ilustración: Diana Urbano

Velómodro de la Ciudad Deportiva

Ya muy entrada la noche, el parque ubicado en Luis de la Rosa y Viaducto Río de la Piedad se convierte en una zona de cruising intenso con especialidad en sexo oral. Hubo más acción de la que sospechaba, aunque quizás un evento gay al que fui en la Sala de Armas tuvo que ver. Quienes frecuentan la zona dicen que en días normales la calentura es igual. También dicen que los policías se meten con los gays.

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