Platicamos con Silvana Estrada sobre su residencia en El Ganzo

En 2022 tuvimos la oportunidad de conversar con Silvana Estrada sobre su más reciente disco Marchita. En aquella ocasión nos platicó sobre sus primeros recuerdos escuchando a Miles Davis en su natal Coatepec, Veracruz y su sentir al alcanzar la proyección internacional.

Afortunadamente, pudimos reunirnos una vez más con ella, dos años después de aquella llamada y del estreno de su disco. Ahora Silvana está planeando un nuevo material y se fue de viaje a Los Cabos a hacer una residencia artística en El Ganzo. Sobre sus planes, el papel de los sentimientos en sus composiciones, su show íntimo en el rooftop y el deseo de venir a este lugar con su amigo El David Aguilar, nos contó:

¿Cómo ha sido tu intervención artística en El Ganzo?
Decidí venir a trabajar canciones nuevas para mi próximo disco. Quise aprovechar el estudio —y la residencia en general—  para estar sin prisa y sin plan; para jugar, explorar y ver otras posibilidades. 

Sobre tu presentación en el rooftop. ¿Cómo te sientes de tener ese nivel de intimidad con la gente?
Yo soy muy feliz con este tipo de venues, con aforos que me permiten estar más cerca del público. Soy una artista que siempre busca la intimidad en el show, en la manera en que se presenta más allá del espacio. Igual agradezco este tipo de eventos con el ambiente muy relajado y con mucha apertura a que pasen cosas fuera de lo planeado. Me emociona vivir “la vibra” del Ganzo, de estar al aire libre y de presentar canciones nuevas —eso le suma misterio—.

Marchita es un disco que habla sobre la sanación. Quiero retomar ese concepto. ¿Sientes que tu residencia en El Ganzo, de alguna manera, también te ha dado esa tranquilidad?
Muchas de las canciones que escribí para Marchita vienen de estar en el campo, fuera de la ciudad, en el silencio. El Ganzo y en general cualquier ambiente que te aleje de la prisa y del tráfico, es senador para cualquier artista. Te da dimensión. Te das cuenta de lo chiquitititito que eres y te liberas de tu ego.

Marchita surgió tras un largo proceso de introspección, entiendo que muchas de las canciones las compusiste en soledad en tu habitación. En un lugar como El Ganzo, ¿cuál es tu principal fuente de inspiración?
Me gusta mucho trabajar con los sentimientos, con lo que no entiendo. Escribo para entender mejor, para entenderme mejor. Mi necesidad viene de querer comprender y narrar mejor lo que siento, que a la vez todo el mundo siente y que genera tantos cuestionamientos, como el amor, la tristeza y la soledad. Son temas infinitos porque cada quien los vive de manera diferente. 

Lo bonito es que cuando lo hablas con honestidad, la gente habita tus palabras desde su propia sensación.

El Ganzo es un refugio artístico, cada persona e incluso cada muro tiene una historia que contar. ¿Cómo impacta eso en tu creatividad?
La inspiración está en todos lados. En el caso particular del Ganzo es el cuidado y el amor por el arte. Se nota en las piezas que cuelgan, en la iluminación, en la selección musical. Como artista ese cariño te interpela directamente.

Hablando de la creatividad, ¿cuál crees que sea la parte más linda de participar en un semillero como este?
Compartir historias. Tengo muchos colegas que han venido aquí y siempre narran sus historias. Es bonito después agregar la tuya. Siento que va creciendo la mística del Ganzo conforme van sumándose bandas y artistas. Es un espacio creativo pero también de anécdotas.

Si pudieras elegir a uno de ellos para colaborar, ¿quién sería y por qué?
Con El David Aguilar, es un gran amigo y hemos compuesto muchas canciones juntos, pero me gustaría en un futuro venir aquí y trabajar con él. No es un deseo de alguien inalcanzable, más bien lo quiero mucho y quiero que vengamos a comer cevichitos.

Además del estudio de grabación, ¿qué otro espacio del hotel es tu favorito?
No es un espacio en sí pero el restaurante me gusta mucho. La comida es muy rica y todos los días nos hemos dado un festín, tras festín, tras festín. No es un lugar físico pero sí del espíritu y me encanta. Somos muy felices comiendo sin parar.

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