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Guía de lugares románticos en CDMX

V Hotels Group presenta algunas ideas para derramar miel este 14 de febrero

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Ya sea que busquen un mirador para darse un beso monumental, un bar casi clandestino, un sótano con jazz o una habitación con piscina en algún “Love Hotel”, estos son algunos planes para disfrutar el 14 de febrero en la CDMX.

Reserva ya tu habitación con personalidad única, el servicio es de 24 horas y nosotros te recomendamos el V Motel Boutique Viaducto desde $1,000 y Reservas hasta $1,400

Viaducto 77, Escandón. Teléfono: 555271 4243 Sitio web: https://vmotelboutique.com

V Motel Boutique es parte de V Hotels Group, un grupo conformado por 10 Love Hotels en la Ciudad de México y Área Metropolitana. Además de los tres V Motel Boutique (Viaducto, Sur y Norte), cuentan con otros siete Love Hotels con conceptos únicos. Enfocados en ofrecer una experiencia única con altos estándares de calidad, limpieza, servicio, seguridad y privacidad.

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V Motel Boutique es parte de V Hotels Group, un grupo conformado por 10 Love Hotels en la Ciudad de México y Área Metropolitana. Además de los V Motel Boutique (Viaducto, Sur y Norte), cuentan con otros 7 denominados Love Hotels, con conceptos únicos que están enfocados en ofrecer una experiencia con altos estándares de calidad, limpieza y servicio.

Guía de Lugares románticos en CDMX

  • 3 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Lounges
  • Cuauhtémoc
  • precio 1 de 4

Hay un cierto goce en ver las cosas desde lo alto, la ciudad como una gran maqueta; en poner las cosas en perspectiva y a los autos como hormigas. Si de esto se trata, una de las vistas más embriagantes de la ciudad está en el Miralto, en el piso 41 de la Torre Latinoamericana.

Las ventajas de este bar, que está sobre los cimientos de donde alguna vez estuvo el zoológico de Moctezuma II, es que tiene la misma vista espectacular del mirador del edificio, pero sin tener que pagar una pequeña fortuna ni hacer cola para subir. Al final, una chela de 35 pesos sale más barata que caer en la otra trampa para turistas.

Lo más recomendable es llegar un poco antes de que caiga el sol y ver los volcanes en un día despejado. Echarte un martini mientras salen las estrellas y se forman las líneas rojas del tráfico de la ciudad; platicar entre la encendida urbe, como vestida de lentejuelas.

En realidad, el lugar no tiene nada de onda ni está de moda, más bien sufre del mal de quien tiene mucho potencial: su locación única es todo lo que necesita, por lo que no se esfuerza por dar más. Los cocteles son poco estéticos pero cumplidores; la carta es un repertorio de clásicos a disfrutar mientras escuchas una terrible y añeja selección musical, como de tía que sale a rocanrolear. La decoración es tipo lounge, como en los noventa y la concurrencia, como en muchos lugares del Centro, el punto de intersección entre los godínez y los foráneos.Eso sí, el servicio siempre es amabilísimo.

Este pequeño bar, a diferencia del restaurante homónimo, es muy digno para impresionar a alguien con un paisaje increíble. Vale la pena darse una vuelta al edificio que alguna vez fue el más alto de Latinoamérica, símbolo del progreso y desarrollo de los cincuenta, que hoy está tan descuidado que, aunque sigue siendo un atractivo turístico, pocos se animan a visitarlo.

  • 3 de 5 estrellas
  • Lugares de interés
  • Torres y miradores
  • Cuauhtémoc

Aquí estaba el zoológico de Moctezuma. Luego fue convento y más tarde edificio de oficinas. Mucho podemos decir de este rascacielos y sus pilotes que lo hacen inmune a sismos, pero dejaremos que hable por sí mismo: basta subir a su mirador, pues el costo incluye la entrada a su museo, donde, además de la historia e imágenes de su edificación, existe un interesante registro de otros inmuebles emblemáticos de la zona –de Bellas Artes al Monumento a la Revolución– y un apartado sobre el sismo de 1985 (con todo y grabación de Jacobo Zabludovsky).

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  • 3 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Cafés
  • Roma
  • precio 2 de 4

Al entrar se me olvidó que estaba en la antigua cochera de una casona porfiriana. El diseño florido y muy amarillo definen la decoración de Tres Abejas, la cafetería del Museo Soumaya Casa Guillermo Tovar de Teresa.

En la pared pintada a mano por nada menos que la sobrina de Tovar, Leonora Tovar (fundadora del lugar), hay frases como las que siempre usa mi mamá, “Pocos pelos bien peinados”, e incluso del mismo historiador, “Celebrar el arte es reconocer su fuerza transformadora”.

El amor por la repostería en Tres Abejas es el distintivo, pero también hay opciones saladas, como el croque monsieur preparado con dos esponjosos waffles, combinación ganadora con el queso gratinado. Lo acompañé con un reconfortante mocha con chocolate belga.

La vibra tan elegante y afrancesada te incita a pedir macarrones, mismos que para mi tino se habían terminado, así que fui por el pastel de almendra sin harina. El toque almendroso era bastante fuerte pero la frambuesa equilibró los sabores.

A la salida, decorada con flores colgantes, me regalaron una bolsita con café recién extraído para llevar alegría a mi casa. Tres Abejas demuestra que con miel y mucho cariño, el corazón termina contento y la barriga satisfecha.

  • 3 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Cafés
  • Cuauhtémoc
  • precio 1 de 4

Hay que admitirlo, el octavo piso de un Sears no suena como el mejor de los miradores. Sin embargo, la cosa cambia si consideramos que el panorama de la estrecha terraza donde está este café se centra justamente en el Palacio de Bellas Artes y en una buena parte de la Alameda Central. Si seguimos una metáfora teatral, este sitio es el palco desde donde se contempla el otro espectáculo de Bellas Artes, en el que visitantes y paseantes son los protagonistas. La entrada está limitada a sus clientes, pero una bebida no está de más para entretener al paladar mientras los ojos sorben la parte más bella del Centro.

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  • 4 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Mezcalería
  • Cuauhtémoc
  • precio 2 de 4

El Bósforo resalta entre las calles de esta zona como un lugar atípico. Pequeño en cuanto a espacio y con una decoración mínima (clávate en la lámpara que cuelga del techo y remite a los años 30), este lugar especializado en mezcales de distintas parte de la república (con más acento en Oaxaca), es perfecto para entrarle a la fiebre por esta bebida y probar un Espadín, mezcal consentido por los noctámbulos que asisten al lugar.

Inició como un lugar clandestino que poco a poco se ha popularizado, y si bien mantiene esa aura espontánea y relajada, hay que admitirlo, también es un poco pretenciosa. Si la cosa es platicar, aquí podrás ejercer ese arte, ya que la música se mantiene a un nivel respetable y te permite escuchar a tu acompañante mientras comparten unas quesadillas, especialidad de la casa, con hierba santa y servidas con una abundancia digna de calmar a tu troglodita interno.

El detalle en su decoración pareciera ser improvisado, dando un aire sencillo al recinto. Las velas –que dan la poca luz con la que cuenta el lugar– tienen como base una tasa blanca, la barra está hecha de cantera y las sillas son de herrería común y corriente. Al contrario, la afluencia es más extravagante y variada, dando la bienvenida desde al artista incomprendido hasta el empresario exitoso. Para relajarte, puedes optar el amplio tapanco, cuya alfombra sirve como asiento para sentarte en el suelo.

Puede que el cine en ruinas que se encuentra en frente guarde el secreto del encanto del Bósforo, tal vez sea su música clandestina que pocos reconocen, su clima de misterio o su recomendable botana de chile de árbol, cacahuates y ajos asados. Lo cierto es que, si buscas develar sus enigmas, deberás venir con una garganta preparada para disfrutar de un mezcal y con el oído despierto para tratar de adivinar qué canciones suenan, a lo largo de la noche.

  • 5 de 5 estrellas
  • Bares y cantinas
  • Cuauhtémoc
  • precio 3 de 4

Un anfitrión elegantemente vestido de negro será lo primero que verás al entrar a este relajado espacio con decoración color negro y rojo. Él te conducirá a las bóvedas subterráneas de lo que hace algunos años era el Banco de México, que desde hace ya varios años emulan al Zinc, el legendario club de jazz de Nueva York. Callado a momentos, los silencios se interrumpen con las armonías complejas y la polirritmia de cualquiera de los muchos géneros del jazz.

La música de la síncopa atrae, en esta ciudad, a un público de lo más variopinto: universitarios, bohemios, conocedores, intelectuales, adultos de todas –literalmente todas– las edades, hipsters, fresas, indefinidos, despistados. Todos sentados en las mesas dispuestas ante el escenario.

Mientras esperas a los músicos –que suelen salir alrededor de las 10pm–, pídele a Adán, el barman, su muy recomendado mezcalini de tamarindo, o bien, un cosmopolitan o whiskey en las rocas para hacer tradición a los viejos clubes de jazz. Para satisfacer aún más al paladar, acompaña con el pulpo a la griega.

Los solitarios también son bienvenidos: el lugar te resultará acogedor, siendo su amplia barra tu refugio y el gran reloj verde, que cuelga frente a ella, tu acompañante. Degusta, escucha, y déjate llevar por la improvisación de la música. Para que por lo menos taches “ir a un club de jazz” de tu lista de cosas que hacer antes de morir.

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  • 4 de 5 estrellas
  • Museos y centros culturales
  • Historia
  • Tabacalera

Si hay íconos arquitectónicos en la Ciudad de México a los que les sobra historia, de entre ellos definitivamente destaca el Monumento a la Revolución, ubicado al centro de la Plaza de la República, en la colonia Tabacalera.

Y es que este recinto se pensó inicialmente para ser el Palacio Legislativo de México, en la época del régimen de Porfirio Díaz. Más tarde, la construcción se pausó debido al inicio de la Revolución Mexicana. Después de la guerra, entre 1933 a 1938, el arquitecto Carlos Obregón Santacilia rescató la obra inconclusa de Émile Bénard, y junto con el escultor mexicano Oliverio Martínez, le dio forma al monumento que conocemos hoy en día. 

Desde 1938 hasta 1970, el monumento funcionó como mirador y éste permaneció abierto al público de la Ciudad de México por tres décadas; hasta que el elevador para ascender fue clausurado de forma permanente. 

En el año 2010, con motivo de festejos por el Centenario de la Revolución Mexicana, las puertas del interior y del mirador del monumento tuvieron una revolución propia y volvieron a abrirse para los habitantes de la CDMX. 

Esto fue posible gracias al proyecto Revolucionarte (por revolución, evolución y arte). Se trata de un concepto creado por el equipo del Monumento a la Revolución (MRM) para mantener vivo este espacio. El propósito es que la gente se encuentre con una sorpresa en cada una de sus visitas: una nueva exposición, un concierto o cualquier manifestación de arte que puedan tener.

La primera actividad de este programa fue la apertura de la galería Paseo Cimentación, con la exposición de Gottfried Helnwein. “Es una manera de conocer los cimientos del MRM, una estructura de acero –tipo Eiffel– que está un nivel abajo del vestíbulo, y por otro lado es un laberinto subterráneo muy interesante para tener exposiciones de video, audio, foto, muy contemporáneas que sean específicas o que se unan a las manifestaciones de arte que podamos tener en el espacio que se crea entre la cúpula y los cuatro pilares, que permite a los artistas hacer intervenciones en gran formato”, explica Eva López-Sánchez, directora de Promoción y Cultura del MRM.

En diciembre de 2012 inauguraron la primera parte de unas galerías dentro de la estructura: la Galería Estructura 1910, que tiene tres pisos, pequeños auditorios y espacios en donde se ubican instalaciones interactivas que hablan de la historia del monumento.

Descubrir el interior de lo que pudo ser el Palacio Legislativo de México es maravilloso: impresionan hasta los remaches y las figuras simétricas que se observan en la estructura. Pero igualmente cautiva subir el Monumento a la Revolución por su elevador panorámico, que te lleva hasta la parte de las doble cúpula: una de piedra y otra de cobre pintado.

Desde ese punto, en el corredor exterior, puedes observar muy bien los alrededores del monumento, incluso distingues el Palacio de Bellas Artes y el Museo Nacional de Arte. Pero no es lo más alto a lo que puedes llegar. En la cúspide, a más de 65 metros de altura, está la linternilla o mirador: ahí sí te sentirás en la cima del Monumento a la Revolución y desde ahí tienes una de las mejores vistas de la Ciudad de México. 

Quizá una de los puntos más emocionantes de este recorrido es que para llegar al mirador, subes por el elevador original. Éste data del año 1938 y en esa época solo podían utilizarlo el presidente de México y una que otra visita diplomática. "Tiene una trayectoria inclinada y sube entre las dos cúpulas de cobre del monumento”, explica Eva. Definitivamente se siente como un viaje en el tiempo.

Después de recorrer el museo —ubicado en el vestíbulo y cimentación— y deleitarte con el mirador, date una vuelta al café del Monumento a la Revolución: Adelita café. Con la finalidad de tener una buena relación con los vecinos, aquí ofrecen productos de la colonia Tabacalera. 

El menú de Adelita Café se compone de comida tradicional de México. “Queremos crear un corredor cultural que vaya del Museo de San Carlos al MRM y que incluya cafés, restaurantes, tiendas –como la de guayaberas y de discos de acetato–. También queremos hacer un día de la colonia Tabacalera, en la que los comerciantes locales puedan conocer un poco lo que ofrece cada uno de los negocios. Queremos lograr algo similar a lo que se ha convertido la Plaza de la República”. 

Es por esto que, desde su reapertura, el Monumento a la Revolución es una parada obligada para los habitantes y visitantes de la Ciudad de México; ya sea que quieran adentrarse a la Historia de México, o simplemente descubrir un lugar que enamora por dentro y por fuera. 

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V Motel Boutique es parte de V Hotels Group, un grupo conformado por 10 Love Hotels en la Ciudad de México y Área Metropolitana. Además de los tres V Motel Boutique (Viaducto, Sur y Norte), cuentan con otros siete hoteles con conceptos únicos. Enfocados en ofrecer una experiencia única con altos estándares de calidad, limpieza, servicio, seguridad y privacidad

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