Los lugares favoritos de Alfonso Cuarón en la Roma

El cine de antes transformó la manera de ver una película con la familia, en ese entonces se podía consultar la car telera en el periódico. Después de los cine-teatros, a partir de las década de los treinta entró en auge la creación de palacios.

Cuando el Cine Estadio comenzó a ser concurrido en la esquina de Coahuila y Yucatán, en la Roma, se conoció como una sala de barrio. Este tipo de recintos programaron películas de segunda corrida, es decir, funciones que ya se habían exhibido en las salas más populares.

Además, era uno de los espacios con precios más económicos. Desafor tunadamente, la crisis que comenzó en los ochenta
y que afectó a la mayoría las salas hasta llegar a la quiebra, destinó a este espacio para otras actividades. Ahora es un “Santuario de la Fe”.

El ritual de ir al cine implica observar la marquesina, conducirse a la taquilla, sentarse en una sala, disfrutar de la pantalla grande y por qué no, visitar la dulcería. Así se logró toda una experiencia en el Cine Gloria, un recinto que estuvo en la calle de Campeche, en la Roma, cuyo cierre lo alcanzó en la década de los noventa.

Es una de las construcciones realizadas a principios del siglo XX, que después de abrir las puertas como cine dio vida a otros espacios de convivencia –un antro– todo para terminar como un complejo habitacional.

Aquí yacen los recuerdos la Taquería Meche, que estaba a un costado, o la señora que vendía pepitas afuera del Gloria. También existía la permanencia voluntaria (la oportunidad de
ver la película las veces que quisieras). Si lo vemos así, era el maratón de Netflix de la época.

México no se entiende sin sabores y, por lo menos, los domingos hay que darse el lujo de desayunar fuera de casa. El Mercado de Medellín hace honor a la cultura latinoamericana y ofrece una gama de productos gastronómicos de impor tación que logran sorprender al paladar mexicano.

Se antojan plátanos machos, yuca, malanga, refresco Postobón, harina para preparar arepas, café colombiano y el huachinango a la veracruzana. El mercado cuenta con alrededor de 500 locatarios y más de 100 años de historia que hace falta visitar. Un lugar donde todos nos volvemos nativos.